Alejado del fútbol competitivo, se divertía regando acompañado de su nieta menor, Leonor, y visitaba las casas de sus hijos en Santiago, donde se sentía en calma. Hace un mes visitó a su gran amigo Juan Candonga Carreño en San Vicente de Tagua-Tagua, donde fue homenajeado. Hablaba de fútbol, veía fútbol, compartía con gente del fútbol. Hasta que el pasado 14 de febrero le detectaron cáncer hepático y su vida cambió. Poco más de un mes después, el ex entrenador de una veintena de clubes, se apagó a los 83 años.