
En 2012, Samuel Rodrigues, un joven brasileño de 19 años vivió un día de terror cuando trabajaba en un festival de música en el estado de Goias como técnico en iluminación.
Su labor principal era encender las luces del escenario a más de 15 metros de altura cada vez que un nuevo artista se presentara en el festival.

Él, al igual que el resto de sus compañeros, no sabía que los fuegos artificiales estaban puestos en el escenario apuntando a donde ellos estaban trabajando.
Samuel fue el primero en percatarse y de la peor manera posible: El joven recibió el impacto de un fuego artificial en el rostro. "Tenía un agujero en la mayor parte de la cara", dice hoy años después de años viviendo el calvario de tener su rostro destrozado.
Explosión en el rostro
La explosión en el rostro le provocó un desmayo de milisegundos. "Fue como un puñetazo", relata Samuel. En ese momento no pensó en la gravedad que podía tener el accidente.
Su reacción cambió cuando vio que la gente a su alrededor lloraba, otros se cubrían el rostro y unos paramédicos se acercaban a él para atenderlo. Solo ahí se percató de la tragedia que se avecinaba.
Fue trasladado Hospital de Clínicas de la Universidad Federal de Goiás. Una cirugía de alrededor de 24 horas intentó rearmar su rostro. Alfileres y placas de metal contenían lo que quedaba de piel y músculo.
Pero no fue suficiente: Samuel perdió su nariz, algunos dientes y huesos de la parte central del rostro, su ojo izquierdo y derecho conservaron solo un 20 por ciento de la visión.
Padre y celebridad en redes
Pero ahora su vida es otra, han pasado casi diez años del suceso, y Samuel es ahora padre y está casado. Además de ser una celebridad en Tik Tok e Instagram.
Todo gracias al apoyo de su familia y de cercanos que con sus mensajes de apoyo lo animaron a contar su historia.
Su rostro jamás va a ser el mismo, pero como escribió en su Instagram mostrar su cara era más que "un acto de valentía", era "un acto de amor".