Una de las realidades más duras de la medicina moderna es la baja representación de las mujeres en los ensayos clínicos, la que se ha perpetuado por décadas y que no solo ha hecho que gran parte de las investigaciones médicas se centren principalmente en la anatomía masculina, sino que también han invisibilizado muchas problemáticas de salud exclusivamente femeninas.
Una de estas enfermedades silenciosas es el síndrome de ovario poliquístico (SOP), un desorden hormonal crónico que causa la proliferación de folículos en la zona pélvica, sobrepeso, acné, menstruaciones irregulares y dolorosas, exceso de vello corporal en áreas poco frecuentes como el abdomen y el pecho, entre otros síntomas físicos.
Una condición que afecta a entre un 6% y un 13% de la población femenina global en edad fértil, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Es un trastorno endocrino que es muy común en las mujeres en edad reproductiva, en las mujeres más jóvenes, y se caracteriza por distintos tipos de alteraciones. Hay alteraciones ovulatorias, hay una disfunción ovárica y alteración a nivel de ovario. Hay alteraciones hormonales, podemos encontrarnos con un hiperandrogenismo, donde puede haber exceso de vello corporal, puede aparecer acné y también interacciones metabólicas, donde tenemos principalmente la resistencia a la insulina“, explica a En La Hora la académica de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Las Américas, Karen Pávez.
Sin embargo, y pese a lo usual que es esta patología, la OMS asegura que el 70% de las personas que la sufren no están diagnosticadas, por lo que tampoco pueden obtener tratamiento.

El diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico
Pero, ¿por qué cuesta tanto identificar si una paciente sufre de SOP? De acuerdo a la doctora Angie Vergara Rivera, subespecialista en medicina reproductiva y jefa de la Unidad de Medicina Reproductiva de la red UC CHRISTUS, hay dos grandes factores que influyen durante la evaluación médica.
“El diagnóstico no es difícil, es principalmente clínico. Es decir, con anamnesis y examen físico es suficiente. El problema es que el diagnóstico puede retrasarse años, especialmente si la paciente ha usado anticonceptivos durante mucho tiempo, lo que enmascara los síntomas. A esto se suma que muchas veces se minimizan o se normalizan los síntomas, lo que lleva a que no se investigue a fondo desde un comienzo“, comentó la especialista.
Según la doctora Vergara, “muchas veces las pacientes consultan por síntomas que afectan directamente su calidad de vida, como reglas irregulares, acné persistente, caída de cabello o dificultad para embarazarse. En adolescentes, en cambio, el motivo más común es la alteración del ciclo menstrual. En mujeres adultas, que es lo que más veo yo, es la sospecha de infertilidad”.
“Hay síntomas menos conocidos, como la resistencia a la insulina, la fatiga crónica, los cambios de ánimo y las dificultades para perder peso; que muchas veces se normalizan o se atribuyen a otras causas. Es importante saber que el síndrome de ovario poliquístico tiene manifestaciones muy distintas entre mujeres, y no todas cumplen con el mismo ‘perfil clásico’. Hay distintos fenotipos de ovario poliquístico", concluyó la experta.

El lado desconocido del síndrome de ovario poliquístico
Y si bien se habla mucho de los efectos físicos que tiene el SOP, lo que muchos desconocen es que esta afección también tiene un impacto negativo en la salud mental femenina, haciendo que las mujeres que poseen esta enfermedad sean mucho más propensas a sufrir de trastornos de este tipo, lo que afecta aún más su calidad de vida.
“Las mujeres con este diagnóstico tienen mayor riesgo de desarrollar ansiedad, depresión e incluso trastornos alimentarios. Las causas son múltiples: los desbalances hormonales, la resistencia a la insulina, la baja autoestima por cambios físicos y, sobre todo, la frustración o invisibilización médica que muchas viven”, relató la doctora Angie Vergara de la UC. Por lo mismo, asegura que “es fundamental abordar el SOP desde una mirada integral, que incluya la salud mental como parte del tratamiento”.
Mientras que por su lado, la académica de la UDLA, Karen Pávez acotó que “tanto los niveles de andrógeno elevados, como en el caso del hiperandrogenismo y la resistencia a la insulina pueden influir negativamente en los neurotransmisores como son la serotonina, la dopamina y otros reguladores del estado de ánimo, lo que provocaría finalmente depresión”
De hecho, un estudio realizado por un grupo de investigadores del Hospital de la Universidad de Pensilvania reveló que, genéticamente, las mujeres que sufren de ovario poliquístico tienen entre tres y ocho veces más probabilidades de desarrollar este tipo de enfermedades.

Vivir con SOP y las dificultades para recibir tratamiento
“Desde la primera vez que me llegó la regla, me di cuenta de que algo no estaba bien. Mis periodos eran muy dolorosos, muy abundantes, y duraban demasiados días. Hablaba con mis amigas y ninguna vivía lo mismo, pero me daba vergüenza ir al doctor al principio”, relata Nicole Cabrera, de 32 años, que es una de las tantas mujeres que padece esta enfermedad en Chile.
“Me acuerdo de que la primera vez que me atreví a ir tenía 15. Le expliqué al doctor lo que me pasaba y me dijo que íbamos a trabajar con mi peso primero, y que después podíamos ver lo demás. Nunca me puso atención a lo que realmente me pasaba y era muy frustrante para mí y mi mamá, que me acompañaba en ese tiempo porque era menor de edad”, añade.
Tras pasar por varias evaluaciones médicas, y tras desarrollar paralelamente depresión y ansiedad generalizada, Nicole finalmente encontró a una ginecóloga que le dio el diagnóstico, y con la que trata su SOP desde hace ya varios meses.
“Fue un alivio. Realmente fue un alivio, y no espero que nadie que no lo haya vivido lo entienda. Era un cansancio físico y mental, porque muchas veces tenía que salir a la rastra de mi cama de los dolores y eso me hacía sentir mucho peor anímicamente. Encontrar las respuestas, sentir que no era yo la que estaba loca fue un alivio”, apuntó Cabrera.
El impacto de no tener un diagnóstico
Al respecto, el doctor Luis José Flores, psiquiatra y Jefe de la unidad de salud mental perinatal de la UC señala que “un mal diagnóstico, o un diagnóstico incompleto o llevado a cabo de forma inadecuada, puede generar confusión, estigma, culpa y resistencias al tratamiento. El retraso o la falla en identificar y abordar la influencia de cambios hormonales podría, eventualmente, generar o incrementar problemas anímicos, de autoestima o relacionales".
“Existe una asociación bidireccional, claramente establecida, entre las enfermedades físicas y los trastornos mentales. A nivel del ser humano, las emociones y pensamientos están enraizados en el cuerpo, por lo tanto, aquello que le ocurre al cuerpo, ya sea dolor, fatiga o limitaciones del movimiento o la función de los órganos, influyen directamente en cómo nos sentimos”.
“El ser humano tiende a ver y recordar aquello que tiene más presente, aquello a lo cual está más expuesto. La persistencia de sesgos generales y omisión de diferencias importantes en torno a la salud femenina, física y mental, puede invisibilizar ciertos problemas de salud, generando retrasos en los diagnósticos y tratamientos insuficientes”, concluyó el profesional al respecto.

Avanza investigación sobre el efecto del SOP en la salud mental
Y si bien por años la invisibilización de las mujeres en la medicina hizo que sus enfermedades no fueran consideradas dignas de estudio, ignoradas, o incluso peor, mal diagnosticadas; con el impulso del feminismo y la búsqueda activa de las nuevas generaciones por la equidad de género, hoy en día la brecha es cada día menor, con distintas investigaciones de salud femenina abiertas en distintos ámbitos, las que ya no solamente están hechas por hombres como solía ser antiguamente.
“Durante muchos siglos, la medicina se construyó desde una visión centrada en el cuerpo masculino, y eso dejó fuera muchas realidades de salud que afectan exclusivamente o de forma distinta a las mujeres. La menstruación, el dolor pélvico, los cambios hormonales o la salud mental femenina fueron muchas veces invisibilizados o mal comprendidos“, resumió la doctora de UC CHRISTUS, Angie Vergara.
“Afortunadamente, esto ha empezado a cambiar. Hoy, hay un mayor interés por investigar y visibilizar condiciones como el síndrome de ovario poliquístico, la endometriosis o la salud hormonal. Sin embargo, aún queda mucho por avanzar en la formación médica y en la investigación con enfoque de género”, concluyó.
De hecho, un grupo de ingenieras de la Universidad Técnica de Delft presentó en los últimos días Lilium, la primera versión del espéculo rediseñada por mujeres en un formato mucho más amigable del que se lleva usando por casi dos siglos para la exploración ginecológica, y que es una de las principales razones por la que muchas personas evitan acudir al médico, ya que les resulta doloroso. A diferencia de su antecesor, esta nueva herramienta está hecha en base a caucho TPV médico, con un diseño ergonómico que se abre suavemente una vez insertado para reducir la incomodidad de las pacientes.
En esa misma línea, desde el año 2023 que la Sociedad Americana por la Medicina Reproductiva (ASRM por sus siglas en inglés) impulsa que el tratamiento del síndrome de ovario poliquístico a nivel mundial se realice pensando en el impacto que sufre la salud mental a causa de ella.
“La salud mental influye. Y de repente la depresión, el aumento de peso, la vida actual, la ansiedad, el estrés... todo va a influir, por lo tanto, se toma la salud mental como un eje central en este diagnóstico“, concluyó la académica Karen Pávez.