En las últimas horas, la confirmación de un brote de fiebre escarlatina encendió las alertas en Talca, Región del Maule, donde ya se registran 5 casos de contagio que incluyen menores de edad del Liceo Técnico Profesional El Sauce, además de un adulto mayor.
Para enfrentar la situación, las autoridades locales suspendieron las clases en el establecimiento educacional durante la jornada de este lunes y martes, con el retorno de los estudiantes para el miércoles 30 de julio bajo el uso obligatorio de mascarillas.
Si bien, la fiebre escarlatina se la reconoció como una enfermedad grave y altamente contagiosa para la niñez, en la actualidad, no es una condición alarmante. Aun así, se trata de un cuadro que puede provocar daños al organismo, por lo que se busca controlar el brote y evitar mayores contagios.

¿Qué es la fiebre escarlatina?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la fiebre escarlatina es una enfermedad ocasionada por un contagio de las bacterias llamadas Streptococcus pyogenes, más conocidos como estreptococos del grupo A.
Según el organismo, estas bacterias son responsables de más de 500.000 mil muertes al año en todo el mundo, considerando que son altamente contagiosas mediante el contacto directo, ya sea por tos, estornudos o heridas.
Estos microorganismos pueden viajar por la garganta o la piel de las personas y pueden generar desde infecciones leves, como faringitis aguda y fiebre escarlatina, hasta condiciones graves.
En cuanto a los principales síntomas de la fiebre escarlatina, según MayoClinic, se incluye erupciones cutáneas de color rojo brillante, líneas de color rojo, rubor en la cara, lengua de fresa o de color rojo y abultada, fiebre de 38°C, garganta muy inflamada y roja, dificultad para tragar, náuseas y vómitos, y dolor de cabeza y abdominal, entre otros.
De acuerdo al Ministerio de Salud (Minsal), en Chile se registra un aumento significativo de esta enfermedad en 2023, con cifras que llegan a niveles similares a la prepandemia.
Por lo anterior, algunas de las estrategias de prevención implementadas consideran la vigilancia epidemiológica, medidas de precaución, tratamiento oportuno y, sobre todo, el diagnóstico precoz.
En esa línea, aquellos que se encuentran bajo sospecha de contagio pueden ser diagnosticados mediante cultivos de sitios estériles, esto es, sangre, líquido pleural, pericárdico, articular o cefalorraquídeo.
En cuanto a tratamiento, el predilecto consiste en el uso de penicilina o cefotaxima y su administración inmediata, es decir, dentro de las primeras horas tras la detección de las bacterias Streptococcus pyogenes.