Con apenas 19 años, Stefano Magnasco partió a Holanda. Fue en junio del 2012, sólo unos meses después de haber debutado en Universidad Católica, el año anterior. La proyección del lateral despertó el interés del Groningen, que le pagó 750 mil dólares a la UC para llevarse a su canterano.
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Duró dos temporadas en Europa, hasta que le picó el bichito de volver al equipo que lo vio nacer, donde no se había consolidado y solamente había levantado una Copa Chile. Hoy, con 27 primaveras y siete títulos en el club de sus amores, el carrilero repasa su temprana experiencia en el fútbol neerlandés, donde se cubrieron las espaldas mutuamente con el hoy mejor defensa del mundo: Virgil van Dijk.
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¿Qué te faltó para seguir en Europa?
Siento que me faltó irme con más experiencia. Si bien me fui muy joven, pude mantenerme allá, no es que no haya jugado nada, pero se me pasaba por la cabeza esa traba de pensar que no me fui estando consolidado en Católica o habiendo obtenido los títulos que ahora tengo. Quizá si me hubiese ido con un par de títulos o estando un poco más consagrado acá, ese bichito de querer volver no me hubiese picado tan temprano, pero la vuelta fue una decisión propia, no fue que volví por no jugar o porque se me acababa el contrato. Al contrario, me quedaba un tiempo allá y tenía posibilidades de jugar, pero fue ese bichito de que me faltó un poco de experiencia en Chile.
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¿Qué te pasa cuando ves a Van Dijk siendo figura en el título del Liverpool y decir “yo jugué con él”?
Es una alegría que gente con la que he compartido le vaya bien y esto ya lo viene haciendo hace rato, porque salió campeón de la Champions también. Sé que se lo merece por su forma de trabajar y entrenar, y muy feliz por él.
Cuando jugabas con él, decías “bueno, que me pasen nomás, total, me está cubriendo la espalda Van Dijk”…
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Claro, ahí yo ya era un puntero, no tenía necesidad de volver jajajá.
¿El jugaba por tu lado?
Sí, el jugaba por mi lado de la defensa.
O sea, les tocaba harto hacerse coberturas…
Sí, tocaba mucha comunicación por lo mismo, para hacernos coberturas, hablar cuando yo me iba y él me cubría. Cuando teníamos delanteros rápidos al frente, que generalmente pasaba en Holanda, yo también se lo comunicaba, le decía “ya, yo lo marco por fuera”. Era la típica comunicación que uno tiene con el defensa que está a tu lado y eso me hizo tener mucha seguridad, sentirme cómodo y jugar lo que jugué allá.
¿Ya era una bestia en ese momento?
Sí, desde muy chico se notaban sus condiciones, su pegada muy fuerte, sus zancadas. Con la temprana edad, ya se notaba que tenía mucho potencial y que si seguía trabajando, iba a ser lo que es hoy.
¿Está la ilusión de volver a jugar afuera?
Sí, yo siento que sí. Si todo se da, si el proceso de jugar, de mantenerse y de estar en un buen nivel lleva a que llegue una oferta, y que Católica y yo estemos de acuerdo, siempre abierto a eso. Si el club se ve beneficiado y yo también, bienvenido sea.
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