Sebastián Varas disfruta su retiro: “Ahora puedo tomar tranquilo un vino y una Coca-Cola”

Sebastián Varas, uno de los goleadores históricos de Ñublense y otros clubes de regiones, repasa su carrera, logros y nuevos proyectos relacionados al gerenciamiento deportivo y el fútbol femenino.

Sebastián Varas. Foto: Aton

Con 37 años, Sebastián Varas, nacido en Viña del Mar y residente en Rengo, región de O’Higgins, donde disputó su última temporada en 2023, habla con En Cancha sobre su actualidad tras dejar el fútbol profesional luego de 20 años de carrera.

Varas vistió la camiseta de 9 equipos del fútbol chileno (8 de provincias), se consolidó como goleador en equipos de regiones y dejó su huella en clubes de todas las divisiones, algo que con el tiempo comenzó a atesorar.

En una conversación con este medio, el delantero repasa su trayectoria, los momentos que marcaron su carrera y los proyectos que lo mantienen vinculado al deporte, incluyendo su rol como gerente deportivo y la creación de una academia de fútbol femenino.

“Es definitivo. Tomamos la decisión como familia en 2024, estableciendo que sería nuestro último año. Ya llevo dos años fuera del fútbol, entre comillas, porque en 2024 seguí vinculado en otra función dentro del deporte, siendo gerente deportivo de Deportes Rengo. Pero futbolísticamente hablando, ya no, estoy definitivamente fuera”, comienza diciendo.

Retiro y balance de carrera

– ¿Qué factores te llevaron a tomar la decisión de retirarte del fútbol?

Primero, uno va cumpliendo sus ciclos. Llegan nuevas generaciones con ganas de hacerse profesionales, y uno también arrastra lesiones de largo tiempo. Personalmente, sufrí dolencias desde los 20 o 21 años, así que llega un punto en que el cuerpo ya no tolera más. Sentí que era el momento adecuado para dar un paso al costado. Me retiré en silencio, pero con tranquilidad. Siento que lo hice bien: fui goleador y asistidor. Mis estadísticas incluso me permitían seguir jugando, y recibí ofertas de un par de equipos, pero la decisión ya estaba tomada. Jugué 19-20 años y con eso quedé más que satisfecho.

- Haciendo un balance de tu carrera, ¿cómo la definirías y qué recuerdos te deja tu paso por el fútbol?

La verdad, fue una carrera muy linda. Requirió mucho sacrificio y esfuerzo, pero me dio grandes experiencias. Jugué en equipos que peleaban abajo, en otros fui campeón, y también estuve en clubes que competían por los primeros lugares. Logré jugar y anotar goles en las tres divisiones profesionales del fútbol chileno, lo que me deja un gran orgullo. Gracias a Dios, en la mayoría de los equipos fui goleador. Por supuesto, siempre hay cosas que uno podría haber hecho diferente, pero cada club ha sido importante para mí. No hago distinción de grande o pequeño, aunque cumplir el sueño de jugar en uno de los “tres grandes” del país siempre estuvo en mi lista. De hecho, tuve la oportunidad de acercarme a Universidad de Chile, sonó fuerte en un momento, pero finalmente se decidió que continuara en Ñublense.

Es una leyenda en Chillán. Foto: Aton.
Sebastián Varas.Es una leyenda en Chillán. Foto: Aton.

– ¿Qué significa para ti ser considerado uno de los goleadores históricos de equipos de regiones?

Leí un reportaje en el que lo mencionaban y la verdad que es un orgullo enorme. Ser el goleador de un equipo de provincia no es cualquier cosa. El otro día revisaba un poco las estadísticas —aunque no soy muy de buscar esos datos— y prácticamente en Ñublense anotaba un gol cada dos partidos. Me tocó vivir de todo: pelear por no descender, descender, y también atravesar los momentos difíciles.

- ¿Cómo recuerdas tu etapa en Chillán y todo lo que viviste ahí?

Mira, fue dura, realmente difícil. Cuando llegué, Ñublense estaba recién empezando a construir su complejo. Éramos un club en formación, entrenábamos en distintos lugares, sin camarines, pasando frío en invierno… viví la etapa de cambiarnos en un contáiner. Después, cuando ya contábamos con el complejo, todo cambió y el club tomó otra dimensión. Me tocó vivir momentos complicados, pero esa experiencia me dejó muchas cosas buenas. Sobre todo, el cariño de la gente. Siempre digo que uno se lo gana en la cancha, y yo me gané el respeto y afecto de la hinchada.

- ¿Cuándo comenzaste en el fútbol, ¿pensaste alguna vez que llegarías a ser uno de los goleadores históricos de un club, en este caso de Ñublense?

- La verdad es que no. Yo soy de barrio, de una población en Viña del Mar, y siempre soñé con Everton: ser goleador ahí, dejar mi huella… pero nunca pensé más allá del día a día. Desde chico viví partido a partido, momento a momento. Recuerdo que debuté a los 16 años y era otra época: el miércoles jugaba en el barrio con mis amigos y el sábado ya estaba en Sausalito debutando contra La Serena. Todo pasó muy rápido, así que jamás imaginé que algún día sería goleador histórico de un club. Realmente, nunca lo pensé, ni por un segundo. Recuerdo que mi primer objetivo era alcanzar a Manuel Villalobos. Empecé a acercarme a su marca sin siquiera darme cuenta; nadie me decía que estaba cerca de superarlo. Cuando cumplí 30 años, me hicieron una entrevista y me dijeron: “Seba, estás a 12 o 14 goles de Manuel Villalobos, el goleador histórico del club profesionalmente”. Y yo respondí: “¿Ah, en serio? No tenía idea”. Ahí fue cuando comencé a tomar verdadera conciencia: cada gol que marcaba ya no era solo un gol, sino un paso más hacia algo histórico. Como jugador, nunca logré asimilarlo del todo, te lo juro, hasta que finalmente lo alcancé y lo superé. Ahora, ya retirado, lo entiendo de otra manera: en cada aniversario del club, al ver a las figuras históricas y reconocerme entre ellas, es cuando realmente comprendes el valor de haber formado parte de esa historia.

- ¿Cómo ha sido para ti el proceso de dejar de jugar profesionalmente? ¿Ha resultado más difícil o más llevadero de lo que imaginabas?

- No, no ha sido difícil. Siempre les digo a mis amigos que aprovechen cada momento para jugar mientras puedan, porque la vida después del fútbol es totalmente diferente. Lo he conversado con compañeros que ya se retiraron y coinciden: hay una vida hermosa fuera de la cancha. Antes, como futbolista, todo estaba reglado: las comidas, los horarios, el descanso… yo, por ejemplo, no podía comer nada después de las 8 o 9 de la noche. Ahora, en cambio, puedes disfrutar de los actos de tus hijos, comer más tarde, tomarte un vino, una Coca-Cola, lo que quieras. Pero, claro, sí se extraña. Lo que más he echado de menos —y lo comparto con muchos excompañeros— es el camarín, el día a día con los compañeros. Sentarte a tomar un mate, un té o un café, conversar después de los partidos, analizar lo que hiciste bien o mal, lo que te faltó… esas pequeñas cosas del fútbol son las que realmente se extrañan.

- Si tuvieras que destacar un momento que definió tu carrera, ¿cuál sería?

Creo que el que me hizo madurar fue en Ñublense. La estadística que tuve en tres años es impresionante; con la cantidad de goles que hice, hoy día fácilmente estaría en una selección.

- ¿Cuál consideras que fue tu mayor logro dentro del fútbol?

Primero, darle historia a un club. Por ejemplo, en Ñublense, con 109 años de historia, yo fui el jugador con más goles en el profesionalismo. Es uno de los logros más importantes. También tengo un logro menos visible: ser campeón con San Luis de Quillota en 2009, logrando el ascenso a Primera División después de 24 años. Fue un equipo humilde, viajábamos en micro y conseguimos el título del Clausura.

Unión Española fue su único equipo en Santiago. Foto: Aton.
Sebastián Varas.Unión Española fue su único equipo en Santiago. Foto: Aton.

Su incursión en la gerencia deportiva y el fútbol femenino

- ¿Y ahora sigues vinculado al fútbol de alguna manera, aunque sea de manera personal, amateur o en algún otro ámbito?

Sí, el año pasado me tocó trabajar en la gerencia deportiva de Rengo. Yo estudié, bueno, estudié Director Deportivo en la FIFA. Ahora, en marzo, me entregaron el título de Director Deportivo. Pude estudiar online y logré completar la carrera, algo que siempre me interesó. Siempre dije que no quería ser entrenador, aunque ahora le voy tomando el gusto. Pero mi objetivo siempre fue ser gerente deportivo. Me gustaba ese ambiente de buscar jugadores, técnicos, apoyar a los clubes y organizar todo. Estudié eso en Cobresal durante cuatro años y logré obtener mi título universitario. Además, tengo mi academia de fútbol femenino en la comuna de Rengo, con cerca de 30 niñas. Es algo que cuesta mucho, porque el fútbol femenino recibe poco apoyo, pero con ganas, entrega y conocimiento, las niñas han progresado bastante. Estoy intentando expandirme y mi idea es replicar el proyecto en Viña, creando algo similar a lo que hago aquí en Rengo.

- ¿Cómo nace la idea de crear esta academia de fútbol femenino?

Yo trabajaba en una escuela de fútbol mixta, con hombres y mujeres, y decidí salir de ahí porque siempre quise armar mi propio proyecto. Ahí surgió la academia femenina. Me atreví sabiendo que implicaba desgaste y gasto, porque no hay mucho apoyo al fútbol femenino. En la academia entrenamos los días lunes y viernes, los días que generalmente los clubes formativos no entrenan, para que las niñas puedan asistir. Algunas ya están en el proceso formativo de O’Higgins de Rancagua. Mi objetivo es prepararlas para que puedan probarse en equipos profesionales y cumplir sus sueños, acompañándolas en ese proceso.

- ¿Tu visión del fútbol femenino cambió desde que eras futbolista?

Totalmente. Cuando eres futbolista, vives en una burbuja enfocada en ti mismo y no dimensionas lo que significa para los demás o para el club. El fútbol es muy rápido y uno no lo vive ni lo siente hasta que se retira. Ahora veo los procesos formativos de los niños, desde los 5 o 6 años hasta los 15 o 16, y cambia totalmente la perspectiva. También trabajo con series formativas de Rengo, y en el fútbol femenino se nota aún más la falta de apoyo, aunque hay niñas extraordinarias.