Colo Colo siempre se ha caracterizado por ser un club plagado de éxitos deportivos y alegrías económicas, pero hubo un día en que todo eso cambio. El 23 de enero de 2002 la Corporación Club Social y Deportivo fue declarada en quiebra por una deuda cercana a los 22 mil millones de pesos.

Situación que impactó al mundo del fútbol chileno, pues el equipo estuvo cerca de desaparecer, pero diversas gestiones impidieron que esto ocurriera. Mientras el foco estaba en las pellejerías que sufría el plantel profesional, en lo que respecta a las inferiores, se vivía un panorama aún más desolador.

Estuvo en quiebra, pero eso no quitó el apoyo incondicional de los hinchas y así lo reconoce Juan Gonzalo Lorca.
Colo Colo.Estuvo en quiebra, pero eso no quitó el apoyo incondicional de los hinchas y así lo reconoce Juan Gonzalo Lorca.

Juan Gonzalo Lorca, juvenil en aquellos años, conversó con En Cancha y entregó detalles respecto a cómo fue vivir desde adentro el peor momento del club. Un relato que eriza la piel, no solo por evocar un período oscuro de Colo Colo en su historia, sino también por la crudeza a la que se enfrentaron él y sus compañeros.

El Semillero Albo en la quiebra

En aquel entonces Lorca tenía 16 años, cerca de cumplir los 17, por lo que ya tenía bastante conciencia para entender todo este proceso. Fue tal, que con sus amigos de la generación se juntaban antes de los entrenamientos para pedir dinero, o en buen chileno, machetear y tener algo con que engañar al hambre.

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- ¿Cómo fue vivir la quiebra de Colo Colo siendo juvenil?

Una experiencia que te marca bastante. Varios compañeros se quedaron en el camino porque no tenían cómo financiarse los viajes, incluso, la comida. Bueno, imagínate. Pongo el caso de un compañero con el que hablé hace poco, el Pescadito (Damián) Díaz. Jugó en O’Higgins, en Curicó Unido y en varios lados. Él se levantaba a las 5 de la mañana a trabajar con el suegro de Miguel Ramírez, que tenía un puesto en La Vega, y tiraba sacos de papa desde las 5 hasta las 8. Después, a las 9, se iba a entrenar; llegaba a las 9 y media para empezar a las 10. Imagínate cómo debía llegar, pero aun así, su esfuerzo y perseverancia lo llevaron a ser jugador profesional.

- Algo similar debe haberle pasado a usted...

Nosotros tampoco teníamos mucho dinero. Mi familia no era de muchos recursos, aunque no éramos pobres ni nada. Pero mi papá tuvo una enfermedad y le costó encontrar trabajo durante años, así que tampoco teníamos un ingreso fijo. Eran otros tiempos, no como ahora, que puedes pescar un auto, hacer Uber y tener trabajo para sacar adelante a la familia. Antes no era así: si no eras estudiante, tenías que buscarte las papas para poder generar dinero. Y bueno, nos costaba. Yo iba a entrenar con 300 o 400 pesos: primero para ir al Monumental, después para comer, y luego tenía que tomar micro o metro para ir al colegio. De vuelta, a las 6 de la tarde, volvía del colegio muerto de hambre. Fueron etapas difíciles.

- ¿Qué más recuerda de esos complejos pasajes en Colo Colo?

Algunos que estaban en la pensión tenían restringida la comida, les daban un solo pan para casi todo el día. Fue bastante difícil, una época dura la de la quiebra. Pero creo que eso nos enseñó, a la mayoría, a valorar las cosas, a darnos cuenta de lo que cuesta, de lo que vive la gente que no tiene, de lo que significa poder comer. También aprendimos que se pasaba hambre, y creo que esas cosas son el mayor regalo que nos pudo haber dado esa instancia: conocer lo que realmente es preciado, pienso yo, ahora que somos mayores. Muchas veces nos juntábamos con mis compañeros a machetear para poder comprar un pan y llenarnos con algo antes de entrenar o ir al colegio.

- ¿En algún momento pensó en dejar el fútbol?

No, nunca pasó por mi mente dejar de jugar. Incluso hubo momentos en que no jugaba y aun así me entrenaba fuerte. Sabía que en algún momento me iba a llegar una oportunidad. Pienso que mi convicción y mis deseos de poder jugar fueron los que me llevaron a lograrlo, porque delante de mí tenía muchos buenos jugadores.

- Le tocaron generaciones llenas de talento...

Imagínate que en la serie 83 estaban (Jorge) Valdivia, (Gonzalo) Fierro y una infinidad de jugadores. Esa categoría era impresionante por la calidad que tenía. Después venía la serie 84, con (Roberto) Cereceda, Alejandro Vázquez y un par más que también eran muy buenos. Luego veníamos nosotros, y después la serie de Matías Fernández, uno que le decían el Tunga González, el Joao —no recuerdo el apellido—, pero era un crack. Así una infinidad de jugadores.

El delantero vivió en primera persona la quiebra de Colo Colo, pasando por complejos momentos en su formación como juvenil. Foto: Aton.
Juan Gonzalo Lorca.El delantero vivió en primera persona la quiebra de Colo Colo, pasando por complejos momentos en su formación como juvenil. Foto: Aton.

- Complejo ganarse un puesto en el primer equipo...

Era casi imposible poder ser jugador profesional, pero a punta de esfuerzo, de mentalidad y de no dejar de creer en tu capacidad y en lo que podías lograr, fue lo que me llevó a seguir jugando fútbol y en Colo Colo. Dentro de todo, en alguna etapa, me mandaron a préstamo, pero después volvía, lo hacía bien y hacía goles. Creo que el jugador de Colo Colo siempre ha sido así: aguerrido, esforzado, un luchador. Son las cosas que en realidad caracterizan a la gente de Colo Colo.

- En cierta parte usted también es parte del título en la quiebra, ¿cómo lo vivió?

Nosotros entrenábamos ahí en Colo Colo. Nos subían al primer equipo cuando ya teníamos 16 o 17 años, y entrenábamos con los jugadores, con los campeones, con el plantel campeón de Colo Colo en la época de la quiebra. Para nosotros era algo que, después de todo lo que habíamos vivido —como lo que te contaba de la comida y todo—, se volvió algo normal. Pero ahora, viendo cómo está Colo Colo, la cantidad de plata que se paga en sueldos, la calidad de jugadores que llegan, uno dice que lo que se hizo en ese año fue un logro impensado e histórico, porque no había recursos.

- Asumo que no solo paso por hambre en ese momento, ¿me equivoco?

Me acuerdo de que en las inferiores ni siquiera había agua de llave, porque la habían cortado; decían que había agua de pozo. Incluso las barras cantaban que no teníamos agua. Para nosotros era algo normal vivir así, como cuando no tienes nada y te acostumbras a eso. Después, con el tiempo, al ver lo que es Colo Colo hoy, cómo salió de la quiebra y llegó a lo que es ahora, creo que fue gracias a la venta de jugadores que salieron justamente de esa época.

- Jugadores de primer nivel y, también, de exportación...

De la quiebra salieron Matías (Fernández), Arturo (Vidal), Jorge Valdivia, (Gonzalo) Fierro, Braulio Leal, Rodolfo Madrid, Miguel Riffo, y también yo, que fui vendido a Francia y después a préstamo a Holanda. Imagínate la cantidad de dinero que se recaudó por una quiebra que quizá nunca pensaron que iba a significar un nuevo comienzo. De ahí salieron puros grandes jugadores, que después fueron la base de la generación dorada que ganó las Copas América de 2015 y 2016.

- Mirando en retrospectiva, ¿qué provoca en usted haber sido parte de ese oscuro momento en Colo Colo?

Lo que más me acuerdo era cuando veía a todos los jugadores. Era parte de un sueño, porque estaba Marcelo Barticciotto, estaba Marcelo Espina, Manuel Neira, Luis Mena, Rodolfo Madrid, casi los mismos con los que comparto hasta hoy. Poder vivir el día a día con ellos y estar en el camarín desde que partí fue algo que me marcó mucho. Esa pasión que se respiraba es lo que hoy en día también me caracteriza: ver las cosas no tan a la ligera, sino sentirlas desde el corazón. Esas experiencias te marcan, a veces sin darte cuenta, porque uno no asocia que lo que vive día a día tiene relación con situaciones del pasado.

El delantero vivió en primera persona la quiebra de Colo Colo y contó detalles que pocos saben. Foto: Aton.
Juan Gonzalo Lorca.El delantero vivió en primera persona la quiebra de Colo Colo y contó detalles que pocos saben. Foto: Aton.

- Hostilidades que marcan de cierta forma, ¿no?

Analizándolo bien, uno se refleja en esas adversidades: no tener dinero, no tener nada, los buses, los hoteles, todo era distinto. Antes íbamos a concentrarnos a un hostal y aun así terminábamos ganando. Haber vivido todo eso desde el otro lado de la vereda, desde lo más básico, no desde lo millonario como es ahora, son las cosas que me marcaron futbolísticamente. Porque sin tener nada, se logró la gloria con Colo Colo. Desde ahí en adelante pasaron muchas cosas buenas: se peleó la final de la Copa Sudamericana y vinieron grandes actuaciones. Para mí fue algo muy hermoso, algo imborrable.

- De todo lo que pasó, ¿cuál fue ese momento que recuerda con cariño, pero al mismo tiempo angustia?

Jamás me voy a olvidar cuando con varios compañeros hacíamos una vaquita para poder comer o comprarnos un pan antes de irnos al colegio. Éramos como cinco o siete compañeros de Colo Colo, de la juvenil, en la Sub 16 o Sub 17, y teníamos que juntar dinero entre todos para poder comer. Me genera algo raro al recordar esto, pero es parte de mi historia y de varios otros.

- ¿Es aventurado decir que la quiebra, de alguna u otra forma, hace grande a Colo Colo?

Yo creo que Colo Colo siempre ha sido grande. Es algo que traspasa el país y sus fronteras. Fuimos a la gira del Centenario y en todas las ciudades los estadios estaban llenos. Íbamos a pueblos pequeños y estaba lleno de gente que venía de todas partes. Colo Colo siempre ha sido grande, pero después de la quiebra tomó ese espíritu de pelear, de luchar, aunque no tengas las herramientas. Ante cualquier adversidad sabemos que podemos salir victoriosos, porque el dicho, “de atrás pica el indio” representa eso. No teníamos nada, no había opciones por temas económicos de contratar grandes jugadores porque no había dinero para pagar, entonces jugaron los de casa, y los de casa se pusieron la camiseta y sacaron todo adelante.

- Se nota la emoción en cada una de sus palabras...

Cuando fue el aniversario de los 100 años tocaron el himno de Colo Colo y me emocioné al cantarlo, por todas las cosas que viví desde que era chico. Desde los 11 o 12 años que estoy en Colo Colo, prácticamente la mitad de mi vida. Fueron recuerdos buenos y malos. Me emocioné porque, a veces, los recuerdos buenos no son tan emocionables como los malos, que son los que más te marcan: pasar hambre, tener que sacrificarse, saber que no ibas a jugar, pero igual ir a entrenar, cuando te decían que no te iban a inscribir y seguías entrenando hasta que finalmente lo hacían, y terminabas siendo hasta la figura del equipo. Todo eso recordé y espero hacerlo por toda la vida.

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