
Es una de las jugadas más recordadas en la historia del fútbol chileno. Ocurrió en 1997, en un duelo entre Coquimbo Unido y Colo Colo por el Torneo de Clausura de aquella temporada.
El portero pirata, Carlos Tejas, fiel a su estilo, salió a achicar con todo una arremetida de Ivo Basay, por entonces, gran figura del elenco popular. Lamentablemente, el violento choque -que incluyó un planchazo a la altura de la rodilla por parte del guardameta-, terminó de la peor forma: rotura de ligamentos para el Hueso.
Desde aquel entonces, y por otros episodios menos bullados, Tejas tuvo que convivir con un rótulo que lo persiguió durante gran parte de su carrera -se retiró en 2010-: el de “mala leche”, algo que abordó el exportero en conversación con En Cancha.

- En tu época como jugador tenías una fama complicada de llevar. Algunos incluso te tildaban de “mala leche”. ¿Era injusto ese calificativo?
Lo que pasa es que mi juego era agresivo porque en el arco hay que ser así. Lamentablemente el portero requiere ese estilo de juego, porque hay muchos balones divididos y el arquero tiene que salir a jugarse la vida. Uno pone la cara y recibe pelotazos, rodillazos, choques, de todo. No concibo a un arquero que vaya suave a una pelota dividida. No se puede. El delantero va igual en todo caso, pero obviamente trata de evitar la fricción, porque el arquero sale con todo el cuerpo a tratar de quedarse con el balón.
- Se te condenó mucho por la fractura a Ivo Basay.
Sí, fui fuerte. A mí se me acusa de que le corté el ligamento y lo fracturé, pero ante una lesión de esa gravedad uno no puede seguir jugando un partido y él siguió jugando casi 20 minutos y a lo mejor no era lo adecuado, no sé...
-Las críticas fueron despiadadas.
Pero en realidad la gente que me criticaba era la de Colo Colo solamente. Y claro, les lesioné a su ídolo máximo, que era Ivo, así que desde el punto de vista del hincha lo entiendo. Pasó lo mismo acá en Coquimbo cuando Maxi Falcón lesionó a Dixon Pereira.
Lee también“En Colo Colo me dijeron que no podía jugar más al fútbol y se me vino el mundo abajo; pensé en tomar la peor decisión″- ¿Y te costó sacarte esa fama?
Es que cuando uno está en el arco va desarrollando una fortaleza mental más sólida que el resto de los jugadores, todo pensando en situaciones adversas que te toque vivir. A veces te toca jugar contra 20 o 30 mil personas insultándote, y no te queda otra que ser fuerte. La experiencia te va ayudando a manejar de mejor manera esas situaciones.
Yo tuve la suerte de que a los 17 años me tocó jugar con 80 mil personas en el Estadio Nacional. En la final de la Copa Chile 92 entre Colo Colo y Unión Española, antes se jugó un preliminar entre la Selección Chilena y un combinado de la Cuarta Región, y allí estaba yo. Me tocó estar en el segundo tiempo y el estadio ya estaba completo, entonces eso me marcó. Después, obviamente, jugar ante 5 mil personas no me influía. La mala vibra no me importaba. Me quedó tan grabado ese encuentro que después todo me parecía normal en mi carrera.
- Me imagino que apoyarse en los sicólogos no era opción en esos tiempos.
Poco, estaba recién hablándose del tema. La sicología deportiva estaba en pañales en Chile. Ahora la cosa es distinta, incluso hay apoyo desde muy chico y eso es bueno. Hay más herramientas. Yo lo veo en Coquimbo, donde los cadetes ya cuentan con sicólogos, nutricionistas y todo un equipo que le hace bien al jugador. Se ha mejorado mucho en ese aspecto. Los chicos viajan bien, llegan a buenos hoteles, entonces es diferente.







