La vulnerabilidad económica es una realidad de Chile que pocos quieren ver, aquella que muchos obvian por diferentes motivos. Pero mientras hay quienes hacen oídos sordos a esta problemática nacional, otros luchan por ayudar a los más pequeños a afrontar las dificultades de la vida.

Juan Gonzalo Lorca, exgoleador formado en Colo Colo, dejó el fútbol en 2018 y, de ahí en adelante, se ha dedicado a esa labor social, siendo un sostén importante en el apoyo a niños que, muchas veces, no cuentan con el apoyo necesario para lograr sus sueños.

El delantero ahora está dedico a la obra social. Foto: Aton.
Juan Gonzalo Lorca.El delantero ahora está dedico a la obra social. Foto: Aton.

Lorca conversó con En Cancha respecto a su nueva vida en la Corporación del Deporte de la Florida. En el diálogo detalló las razones que lo motivan a ayudar a los jóvenes a seguir luchando por sus objetivos.

Juan Gonzalo Lorca y su nueva vida

- ¿Cómo ha sido esta vida lejos de las canchas más enfocado en ayudar a los niños?

Estoy en la Corporación del Deporte de La Florida en el Estadio Bicentenario. Ahí tenemos nuestra oficina y estamos trabajando. Se me ha hecho bastante ameno. Tengo un gran grupo de compañeros, muy buenos jefes, que se han portado un siete conmigo. Así que para mí ha sido un placer y un agrado poder haber entrado en la Corporación de La Florida.

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- ¿Cuál es el rol suyo y el de sus compañeros en la Corporación?

Nosotros somos gestores deportivos en la comuna. También estamos a cargo de todos los eventos deportivos que se hacen en La Florida.

- ¿Qué tipos de eventos son los que cubren?

Por ejemplo, estuvimos detrás de la despedida de Claudio Bravo. También organizamos una cicletada en el parque —en Vespucio con Walker Martínez— donde incluso llegó gente de fuera de la comuna. Se hicieron actividades en el cerro Panul relacionadas con skate, una corrida familiar, y distintos eventos abiertos a la comunidad.

En general, estamos presentes en todo lo que tenga que ver con deporte. La corporación participa en la organización, logística y premiación, además de mantener el orden en las actividades. Y, por supuesto, también apoyamos las ligas infantiles y los eventos futbolísticos que se realizan durante el año. En resumen, tratamos de que todo lo deportivo en la comuna funcione bien y llegue a la mayor cantidad de personas posible.

- ¿A qué se apunta con todo este trabajo?

La idea es volver a integrar a la gente y especialmente a los niños al deporte. Hoy existen muchos problemas como la delincuencia y la drogadicción, y sabemos que una de las herramientas más efectivas para alejarlos de eso es justamente el deporte.

- Su trabajo tiene mucha relevancia social...¿le gusta es línea?

Sí. Yo llevo unos cinco años trabajando en el área social, principalmente en una escuela donde buscamos apoyar a niños y darles una oportunidad dentro del fútbol. Como es una escuela formativa, comenzamos enseñándoles lo básico del juego y, cuando vemos que algunos destacan y se preparan bien, los llevamos a probarse. Gracias a eso, varios han quedado en cadetes. Entonces, esta realidad ya la conozco desde hace tiempo, y justamente eso fue lo que me ayudó y motivó a entrar a trabajar aquí.

- ¿De dónde surge este amor por lo social? No muchos lo tienen después de ser futbolistas

Siempre he estado muy ligado a lo social, y creo que en parte nace de mi propia historia. De chico me costó mucho tener mis cosas, porque mis papás no tenían una buena situación económica. En esos momentos, quienes estuvieron ahí para ayudarme fueron mi familia: mis abuelos, mis tíos… pero nunca alguien externo. Nadie llegó a regalarme un par de zapatos o a facilitarme algo; muchas veces teníamos que pedirle cosas a los jugadores.

- Panorama que se agudizó con la quiebra en Colo Colo, supongo...

Totalmente. Cuando fue la quiebra en Colo Colo, la situación fue aún más dura. Había días en que no almorzábamos para poder entrenar primero y luego ir al colegio. Fue una etapa difícil, no solo para mí, sino también para varios compañeros que vivimos lo mismo. Y yo creo que desde ahí nace esta motivación: querer ayudar, buscar soluciones y entregar oportunidades. Porque a veces un empujón, una mano o simplemente alguien que crea en un niño puede cambiarle la vida… o acercarlo a cumplir un sueño.

La fundación de Juan Gonzalo Lorca

- Esto te llevó a tener tu propia fundación...

Sí, tengo una fundación, aunque en este momento está un poco en pausa porque estoy resolviendo algunos detalles. La creé justamente para ayudar a los niños, para apoyar a quienes necesitan ese impulso que muchas veces no llega. Cuando estuvimos funcionando, entregábamos colaciones y regalábamos implementos deportivos a escuelas de fútbol. Muchas organizaciones nos donaban materiales y nosotros los distribuíamos donde más se necesitaba. Siempre hemos buscado eso: ayudar a quienes realmente requieren ese pequeño paso para seguir avanzando… y que algún día puedan ayudar también a otros.

- Una ayuda que puede ser clave para el futuro de los niños

Siempre decimos que si de diez niños al menos uno realmente valora la oportunidad y le sirve, ya es una ganancia. Porque significa que estamos ayudando, extendiendo una mano y entregando algo que puede cambiarle la vida a un niño que quizá nunca tuvo esa posibilidad. Claro, lo ideal sería que los diez pudieran surgir y llegar lejos, pero sabemos que no todos siguen el mismo camino. Algunos eligen otras rutas, ya sea en lo futbolístico o en lo social. Ahí es donde entramos nosotros: para orientar, acompañar y ofrecer una mirada más profesional basada en la experiencia que tuvimos dentro del fútbol.

De ser goleador en el fútbol chileno, a un destacado rol social. Foto: Aton.
Juan Gonzalo Lorca.De ser goleador en el fútbol chileno, a un destacado rol social. Foto: Aton.

- Cuando uno de estos niños logra dar el paso, ¿que genera en usted?, ¿qué sensaciones lo abundan en ese momento?

Creo que más que un valor económico o cualquier beneficio material, lo que realmente buscamos es esa felicidad que te da ver a alguien que estuvo pasándolo mal y logra levantarse. Verlo cumplir una meta o alcanzar un sueño es el mejor premio que podemos recibir. Sabemos que quizá, más adelante en sus vidas o carreras, ellos pueden retribuirlo, pero no trabajamos esperando eso. Lo que queremos es que tengan oportunidades, que no terminen en la calle, y que puedan recoger el fruto de su esfuerzo. Al final, nosotros solo entregamos una herramienta. Son ellos quienes siguen construyendo su camino con trabajo y disciplina día a día.

- ¿Le ha tocado evidenciar historias muy difíciles en estos años?

No diría que son casos complicados, pero sí son niños que muchas veces están solos o no tienen lo necesario, incluso algo tan básico como zapatos de fútbol. Algunos terminan de entrenar y deben volver solos a sus casas tarde. Ahí es cuando tratamos de ayudarlos: los acompañamos, los llevamos a nuestras casas, toman once con nosotros y después los dejamos en sus hogares. Con el tiempo, muchos apoderados también adoptaron esa forma de ayudar y hoy varios apadrinan a niños que llegan en situaciones similares.

- Acciones que agigantan el rol social que hacen...

La escuela ahora está mucho más sólida. Algunos de los niños ya han sido reclutados por equipos y están en procesos formales. Sacarlos de la calle y darles una rutina, un lugar donde pertenecer, responsabilidades y un propósito, para nosotros ya es un avance enorme. Ese es el verdadero beneficio: que no estén expuestos, que estén ocupados, enfocados, creciendo y soñando. Porque eso les cambia la vida. No buscamos estrellas, buscamos que un niño no termine en la calle y encuentre un sueño para perseguir, como nosotros en la quiebra de Colo Colo, que dimos lo mejor para seguir detrás de nuestro deseo.

- Básicamente, asumen un rol paternal cada vez que les dan ese empujón...

Sí, así lo vemos y así lo viven también muchos de los apoderados que ayudan. Es una forma más cercana, casi paterna. Yo tengo dos hijos de catorce y dieciséis años, y con el tiempo todos los niños se han hecho amigos. Se quedan en la casa, comparten, juegan, y no solo son futbolistas: también vienen compañeros del colegio que quizá no tienen problemas económicos, pero igual se integran. Al final, nuestra casa se ha convertido casi en un jardín juvenil. Hay pijamadas, risas, convivencia. Y aunque suene caótico, para nosotros es una felicidad poder ofrecerles eso: un espacio seguro, donde disfruten y vivan cosas que quizás nosotros, cuando éramos chicos, no tuvimos la oportunidad de vivir.

- ¿Se ha identificado con alguna de las historias que ha presenciado?

Sí, siempre. Uno se identifica porque vivió situaciones parecidas. Cuando éramos chicos, con varios compañeros de Colo Colo —en juveniles, Sub-16 o Sub-17— teníamos que hacer una vaquita para comprar algo para comer antes de irnos al colegio. Éramos cinco, seis o siete juntos buscando la forma de arreglárnosla. Hoy eso ya no se ve tanto, pero igual nos ha tocado casos de niños que llegan solos, o que a veces no tienen quien los acompañe. Ahí es donde uno toma un rol más cercano, casi paternal. Tratamos de apadrinarlos y que se sientan acompañados. Sabemos que no es lo mismo que tener a su mamá o su papá presente, pero la idea es que al menos sientan un apoyo, alguien que está ahí para ellos, que se preocupan y los hace sentir parte de algo.

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