
El fútbol no está acostumbrado a ser golpeado por historias como esta, menos el femenino. Y es que la vida de Antonia Alarcón, exfutbolista de Colo Colo, vivió un cambio en 180° hace algunos años.
Tras llegar con 18 años a las albas y ser una de las promisorias jugadoras del fútbol chileno, con nominaciones a la Roja incluida, Anto debió retirarse anticipadamente de la actividad en febrero del 2024.
Decisión que tuvo que tomar tras largos meses sin poder jugar con constancia, aquejada por una serie de lesiones a la rodilla que la hicieron pasar por una extensa recuperación que no pudo terminar con su regreso a las canchas.
Lee tambiénCambios de casa y renovaciones: así se mueve el mercado de fichajes del fútbol femenino de Chile Alegre, como recuerdan los hinchas del Cacique, incluso en los peores momentos, Antonia atendió el llamado de En Cancha para hacer un repaso por la lesión que la obligó a retirarse con apenas 22 años.
“Hubo muchas veces que quise tirar la toalla”
– Lo primero es preguntarte en qué has estado luego de tu retiro, tanto en lo profesional como en lo personal.
En el momento en que me retiré, cuando dejé de jugar al fútbol, ya estaba estudiando y sigo en eso, estudiando Ingeniería Comercial, así que me he dedicado a sacar mis estudios, que se me ha hecho un poco largo, ya que empecé mientras jugaba.
– Al hincha le llamó mucho la atención cuando te retiraste, porque fue súper joven, pero tampoco es que te haya retrasado en el resto de tu vida. Sigues estudiando a los 24 años, una edad muy normal para estar en la universidad.
Claro, yo me retiré joven, no por gusto en verdad. No estaba planeado, fue por una lesión fuerte que tuve, entonces no estaba en mis planes retirarme. Yo me proyecté jugando fútbol, esos eran como mis planes. Siempre tuve mis estudios, que siento que son importantes, sobre todo en el fútbol femenino. Fue un cambio brusco en mi vida, pero todo pasa por algo.
– ¿Cuál fue la lesión que tuviste que te obligó a tomar la decisión de retirarte y cómo lo viviste?
Fue muy fuerte, tuve una luxación completa de rodilla, entonces eso hizo que se me cortara el ligamento cruzado anterior, el posterior y el colateral medial; tuve rotura de menisco. Entonces fue una lesión bien compleja, la operación fue difícil. El proceso de recuperación fue de dos años más o menos, entre kinesiólogos y reintegro deportivo, años que no lo pasé muy bien porque no podía jugar, que era lo que yo hacía todos los días prácticamente, era a lo que me dedicaba. Tuve que tomar decisiones sobre qué era lo mejor para mí, para mi salud, para mi futuro.

– ¿Y cómo te lo informaron desde la parte médica? ¿Te dijeron que no podías seguir jugando o cómo fue esa explicación?
O sea, yo creo que nunca nadie te va a decir “oye, no puedes jugar más”. No lo van a decir, pero uno conoce su cuerpo, lleva mucho tiempo entrenando y conoce cuáles son sus límites. Ya llegaba un punto en que entrenaba un día y al otro tenía que volver a entrenar, pero la rodilla estaba más hinchada y ahí me costaba más. Veía un progreso, pero no uno en el que yo dijera que podía jugar de manera profesional y seguir mejorando.
Pero era imposible seguir jugando, porque de verdad el cambio de mi rodilla es importante. Antes tenía ligamentos, ahora tengo tendones, cambia toda la estructura de la rodilla, no iba a funcionar nunca como antes. Son decisiones que uno tiene que ir tomando, pensando bien en el futuro.
– ¿Cómo fue el momento de tomar la decisión? En tu caso no fue algo sorpresivo, sino que ya llevaba un tiempo.
Sí, fue súper duro, no fue como de un día a otro. Hubo muchas veces que quise tirar la toalla antes, pero siempre estuvo mi familia —mi mamá, mi hermano, mi papá— bancándome, dándome fuerzas para seguir, diciéndome que tenía que seguir intentándolo. Me quedo tranquila con eso, con que di todo para poder volver, en cuanto a mi recuperación.
Era una decisión muy difícil, me costó un montón, la sufrí harto, pero siempre tuve el respaldo de mi familia. Tenía mis estudios, no fue como dejar esto y quedar en nada.
– ¿Y cómo lo viviste con tus compañeras de Colo Colo? En ese tiempo en redes sociales mostraban muchísimo lo unido que era el plantel. ¿Cómo te acompañaron ellas y el mismo club en ese proceso?
Mis compañeras fueron un 7, ellas son las que al final me daban la fuerza en el día a día. Uno disfruta ahí jugar fútbol y el grupo era bacán, el camarín también. Tengo muchas amigas ahí, más que compañeras, hasta incluso podría decir familia.
Las más cercanas, la Michelle (Olivares), la Chichi (Isidora Olave) y la Yastin (Jiménez), me dieron fuerza para seguir y apañaron un montón. No solo ellas, todas mis compañeras y el club se portaron un 7. Yo no tengo nada que decir, solo palabras de agradecimiento. Ellos me dieron todo para que pudiera tener una buena recuperación, de las mejores. Desde la operación hasta cómo estaban pendientes de mí, con la Clínica MEDS, estuvieron pendientes, apoyándome y dándome todo lo que necesitaba para poder recuperarme. Nunca me dejaron sola en ese ámbito, siempre estuvieron apoyándome y dándome las herramientas para poder volver a correr, a todo lo que fue antes de la lesión.

– Uno se lo imagina, pero tú lo puedes decir mejor: ¿tuviste, entre comillas, “suerte” de que esa lesión se diera en Colo Colo? En el sentido de que ese apoyo no es fácil en el fútbol femenino. ¿Si te hubiese tocado en otro lado, crees que hubiese sido similar?
Nunca me faltó nada. De hecho, yo hasta estuve un año en recuperación con el plantel masculino, a cargo de Wilson Ferrada, que es el jefe de Kinesiología del club. De parte del club en general, no solo del área femenina, me brindaron todo para poder recuperarme de la mejor manera. Fueron un 7 conmigo, todos apoyándome.
Tuve el privilegio de que esa lesión me pasó en Colo Colo. Quizás en otro club no hubiese sido lo mismo, no lo podría decir porque no me pasó en otro club, pero yo creo que no hubiese sido igual. He escuchado historias de otras compañeras en que el apoyo, cuando tienen lesiones, quizás no es el mejor. Yo sí puedo decir que en Colo Colo tuve todo el apoyo y las mejores herramientas para poder recuperarme.
– Muchos viven una lesión que les trunca el sueño de ser futbolistas, pero a ti te tocó cuando ya estabas en ese proceso. ¿Cómo vives esa situación mirando hacia atrás? Porque no es fácil pensando en la salud mental de los deportistas que pasan por ello.
Fue muy duro. Nunca me imaginé que iba a tener esa lesión ni que iba a tener que dejar el fútbol. Por eso jamás estuvo en mis planes retirarme, me proyecté en eso y, como dices, te afecta mucho la salud mental. Fueron dos años en que no la pasé bien, pero tuve el apoyo de mi familia y de mis compañeras del club, lo que hizo quizás un poco más ameno todo ese proceso. Claramente es difícil. Estuve toda mi vida dedicada al fútbol, eso era lo que tenía proyectado para mi futuro, entonces que de un día a otro, porque esa lesión fue de un momento a otro, te cambie todos los planes es muy duro. Pero hay que levantarse, nomás.







