
La historia de Nicolás Trecco en Chile tiene como uno de sus puntos más memorables su estadía en Cobreloa, un paso que marcó su carrera y le abrió las puertas para llegar a Universidad Católica.
En conversación con En Cancha, Trecco rememora esa etapa en Calama 14 años después. El exdelantero repasa sus vivencias en el norte, la trascendencia de los loínos en nuestro país y las decisiones que marcaron el rumbo de su carrera.
- ¿Cómo recuerdas tu llegada a Chile?
Fui joven, solo, sin familia, sin polola, porque en ese momento no tenía novia. Fue todo nuevo. Siempre lo digo: lo mal o lo bien que hice, traté de manejarlo solo. No es fácil adaptarse a otro país, y más aún cuando encuentras la fama rápido. En unos meses jugando en Chile ya estaba en clubes grandes, con una corta edad, con plata en el bolsillo y muchas tentaciones alrededor.
- ¿Te sentías preparado para dar el salto al extranjero?
Siempre intenté rendir cuando me tocaba. Desde el aspecto humano, traté de entregarme al máximo en cada lugar. A veces uno siente que podría haber dado más, pero estoy muy contento con el paso que tuve por todos los clubes donde jugué. La gente siempre me brindó cariño, y yo quise retribuirlo de la misma manera.
- ¿Cuál fue tu mejor momento en Chile?
Intenté madurar rápido, entender dónde estaba y hacerme responsable de mis decisiones. La experiencia en Cobreloa la recuerdo muy buena, porque no es fácil llegar a un país nuevo y, en un año, dar el salto a Primera División y jugar una copa internacional.
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En Cobreloa me tocó asumir responsabilidades, ser importante para llevar al club a jugar nuevamente una copa internacional y disputar una final contra un equipo como Universidad de Chile, que ese de 2011 era imparable.
- ¿Te costó adaptarte?
En lo personal, viví tranquilo en Calama. Tenía mi departamento, y con los compañeros salíamos a comer o compartir. Se formó un grupo muy sano, muy lindo, comandado por una persona por la que nos jugábamos todo como Nelson Acosta.

- ¿Significó mucho para ti Cobreloa?
Para mí, Cobreloa fue uno de los clubes más grandes en los que jugué. En Chile sin duda es grande y a nivel sudamericano es muy conocido. La presión siempre estaba ahí. La vara era alta, y eso te obligaba a dar lo mejor de uno.
- ¿Meditaste mucho aceptar la oferta de la UC?
En su momento se habló de que Cobreloa quería comprar mi pase, y la verdad es que estaba muy esperanzado con quedarme, firmar tres o cuatro años con el club. En ese momento era joven y quizás me faltó la valentía de decir: ‘quiero quedarme acá, no me quiero ir’. Me sentía cómodo, con la ciudad, con el técnico, con mis compañeros, y estaba siendo importante. Pero también llegó la oferta de Católica, que jugaba una copa internacional, y entendí que era una buena vidriera. Era un paso importante hacia lo que yo aspiraba.







