Gonzalo Barriga dejó una huella imborrable en O’Higgins. Y cómo no, si el otrora volante vivió sus mejores momentos con la camiseta del Capo de Provincia y fue parte del histórico plantel que logró el título en 2013.
Hoy, después casi seis años de haber colgado los botines, el Ingeniero habló con En Cancha sobre su legado en Rancagua, el trabajo de Eduardo Berizzo y la reciente venta del equipo al Grupo Caliente, mostrando su preocupación por los riesgos que puede implicar para el cuadro celeste.
—Ya retirado, ¿Cómo analiza su trayectoria?
Me siento un privilegiado. Muchos jugadores luchan a lo largo de sus carreras y no tienen las oportunidades que yo tuve. Siempre estuve en clubes que peleaban por algo: torneos, Copa Sudamericana, campeonatos. Jamás viví la parte fea del fútbol, nunca jugué desde la octava posición hacia abajo. Solo viví la parte linda, y eso lo agradezco mucho.
—¿Cuáles fueron sus mejores años?
Creo que entre mi paso por Calera, Unión Española y, sobre todo, O’Higgins. En Calera llegamos a semifinales en mi primera temporada en Primera y hasta me quiso contratar la U. Pero en Unión y O’Higgins viví el impulso final para llegar a la selección. Eso fue lo máximo.
La experiencia en la Roja
—¿Cómo fue su paso por la Selección Chilena?
Fue maravilloso. Nunca imaginé que jugaría de titular. Cuando Jorge Sampaoli me lo dijo, fue como... ¡wow! Ya con estar nominado estaba feliz, pero jugar fue cumplir un sueño. Me sentí muy bien, aprendí mucho. El nivel es muy alto, todo es muy intenso.
—¿Qué le dejó esa experiencia?
Te deja huella. El entrenamiento es intenso desde el primer minuto. Si vas con mentalidad de aprender, la experiencia te mejora como jugador. También el trabajo técnico y la exigencia son de primer nivel.
—¿Cómo fue trabajar con Jorge Sampaoli?
No estuve un año completo con él, pero en el microciclo fue muy exigente. No hay favoritos: el que mejor se adapta a su juego, lo pone. Si respondes, es cercano al jugador. Exige mucho, minimiza errores. Aprendí mucho de él.

El amor por O’Higgins
—¿Cómo fue su llegada a O’Higgins y qué significó?
Llegué al club que me enamoró. Logré todo lo que un jugador puede soñar. Salir campeón con un equipo de región es mucho más difícil que hacerlo con uno de Santiago. El recibimiento fue muy bueno. Me costó salir de Unión Española, pero hablé con Sierra y Reyes y entendieron que necesitaba ese salto de calidad. Me vine feliz.
—¿Qué recuerdas del título del 2013?
Fue un proceso difícil. Tuvimos una gran primera parte, aunque se nos escapó con Cobreloa. Luego vino el segundo semestre y logramos el objetivo. Tuvimos momentos duros con la hinchada, pero nos comprometimos con ellos y con el proyecto.
El accidente en Tomé
—¿Cómo vivieron el accidente de los hinchas en Tomé?
Fue terrible. Veníamos de ganarle a Huachipato, yo hice un gol. Estábamos en el hotel y empezaron a llegar llamados. En ESPN decían que se había volcado el bus de O’Higgins, pensando que era el de nosotros. Fue impactante. No dormimos nada. Al otro día fuimos al hospital a estar con las familias. Sentimos que teníamos que estar.
—¿Eso los impulsó a ganar el título?
Sí. Berizzo nos dijo: “¿Qué más podemos hacer por ellos? Ganémosles un campeonato”. Sabíamos que teníamos un gran equipo. Era cuestión de ajustar detalles. Dependía de nosotros, y lo logramos.
El grupo humano y el liderazgo de Berizzo
—¿Qué fue lo mejor de ese plantel campeón?
El compromiso. En otros equipos, si un jugador no es citado, se molesta. Acá todos apoyaban. Ese ambiente no es común. Es mérito del cuerpo técnico.
—¿Qué aprendió de Berizzo?
Muchísimo. Una gran persona, humilde. Su equipo de trabajo también. Más que exjugadores, eran grandes seres humanos. Eso te marca.
—¿Crees que en la Selección le faltó respaldo?
Sí. Le faltó tiempo. Con los juveniles estaba haciendo un buen trabajo, pero hubo muchos cambios. Yo le tenía fe. Reemplazar a la Generación Dorada y hacer el recambio es muy difícil.
El legado en Rancagua
—¿Ha dimensionado lo que significa para O’Higgins?
Con el tiempo lo fui notando. Me quedé a vivir en Rancagua. Tengo muchos amigos hinchas del club. Me lo hacen sentir siempre, y se agradece. Yo lo vivo con tranquilidad. Fue una oportunidad de disfrutar. Ahora trato de retribuir al fútbol desde otro lado: formando, estudiando, ayudando a los jóvenes.
—¿Cuál es su mejor recuerdo, más allá del campeonato?
La inversión de la familia Abumohor. Apostaron por un buen plantel, hicimos pretemporada en México, enfrentamos grandes equipos. En Libertadores hicimos una gran campaña. Eso demuestra que se pueden hacer bien las cosas. Hoy todos quieren ser campeones con poca inversión. O’Higgins es distinto: apoya al fútbol joven, al femenino... Eso engrandece.
La venta del club y el futuro
—¿Qué opina de la venta del club al Grupo Caliente?
Lo veíamos venir. Don Ricardo Abumohor estuvo muchos años al mando. Sabíamos que algún día daría un paso al costado. Su entorno es más numérico. Él tenía un vínculo emocional con el club. Espero que el nuevo grupo lo haga bien. Han mostrado respeto, trajeron refuerzos y tienen a un buen DT como Paqui. Ojalá sigan creciendo sin perder la identidad.
—¿Cree que un grupo extranjero puede respetar la historia del club?
Ojalá que sí. Lo que pasó en Everton, Calera, San Felipe genera temor. Cambian colores, insignias... En O’Higgins hay sentido de pertenencia. Cambiar eso sería un error. La gente está muy involucrada. Si se pierde eso, habrá conflicto.
—Ese es el miedo del hincha...
Claro. Me gustaría decir que no pasará, pero no tengo certezas. He escuchado de Bragarnik, de Ahumada, pero no conozco mucho más. Solo espero que les vaya bien. Por el bien del club, de Rancagua y de todos los que aman a O’Higgins.
—¿Cómo ve a este O’Higgins dirigido por Paqui Meneghini?
Me gusta. Cuando llegó Paqui, le tenía fe porque es muy profesional en su trabajo. Le dio una estructura al equipo que no se veía hace tiempo. Ahora uno ve que, aunque le puedan hacer goles, el equipo siempre va a buscar arriba. Es un equipo dinámico, agresivo, y hoy en día no es tan fácil que le hagan goles.
Antes se sentía que el rival se podía quedar con diez jugadores y aun así te podían empatar o ganar. Hoy no es así. Hoy el equipo puede ganar como sea, con firmeza. Antes pasaba mucho que el primer tiempo era bueno y el segundo muy malo. Ahora se ve un equipo con una mejor estructura y más sólido. Me gusta lo que está impregnando Paqui: un equipo dinámico, con jugadores que juegan bien.
—¿Cree que hay cosas por mejorar en el equipo?
Sí, por supuesto. Quizás le falta un poco de pausa. Cuando hay tanta dinámica, a veces es necesario bajar un cambio, algo que hacíamos nosotros: poner la pausa y manejar los tiempos antes de profundizar.
También creo que le falta profundidad con sorpresa. A veces el equipo se vuelve muy predecible: va por la derecha hasta el extremo derecho, luego cambia por la izquierda hasta el lateral izquierdo que tira el centro. Le falta buscar otras variantes, pero creo que las va a encontrar, porque el equipo aún se está armando. Pero en términos generales, hoy en día es un equipo fuerte.
—¿Cuál cree que debería ser el objetivo de O’Higgins esta temporada?
Lo mejor que puede hacer el club en este momento es mantenerse en las posiciones en las que está y no bajar de ahí. Clasificar a la Copa Sudamericana debería ser el objetivo principal.
Si se dan algunos resultados y los equipos que están más arriba caen, tal vez se pueda pelear por algo más, pero lo veo difícil porque esos equipos vienen bien. Hablar de campeonar es prematuro; hay que ser mesurados.
O’Higgins viene de ocho años malos y este año te sorprende con una buena campaña. Bueno, cuídala. Corónala con una clasificación a un torneo internacional. Refuérzate bien y luego apunta a pelear por la Libertadores. Así se va creciendo. Pero si quieres todo de inmediato, es muy difícil.