El nombramiento de Cristián Aubert como nuevo presidente de Universidad de Chile tras la renuncia de José Luis Navarrete, aunque sorpresivo, vino a cerrar un largo ciclo de incertidumbre en las altas esferas de Azul Azul.
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Cuando Carlos Heller renunció a la presidencia de la U en marzo de 2019 lo hizo porque quería disminuir paulatinamente su exposición pública, ante las amenazas de muerte que él y su familia habían comenzado a recibir por los malos resultados del equipo.
El dueño del Grupo Bethia no quería ceder el control accionario del club del cual es hincha desde niño, pero sí ir comenzando a delegar funciones y poder de decisiones. No era casualidad entonces que se reactivaran de inmediato los contactos para "contratar" a un directivo de éxito comprobado como Harold Mayne-Nicholls.
Y si unos meses antes la primera oferta era para la vicepresidencia, tras su renuncia Heller veía en Mayne-Nicholls a alguien capacitado para poder cederle el poder ejecutivo de la U. Al final, no lograron llegar a un acuerdo económico y el expresidente de la ANFP terminó en la vereda contraria, en un cargo similar, pero en Colo Colo.
Era su segundo intento fallido: tras dos años y medio en la dirección ejecutiva de Azul Azul, en diciembre de 2018 había renunciado Pablo Silva, uno de sus colaboradores más confiables en Bethia.
Sin mayores opciones y cansado de los ataques de los hinchas, Heller tuvo que recurrir a la opción más segura y cercana para sucederlo, José Luis Navarrete, otro hombre de su confianza. Pero el plan a largo plazo seguía siendo el tener a un "profesional" en la posición, incluso si eso significara tener al primer presidente remunerado en la historia de Universidad de Chile.
Un viejo conocido
Mientras el nuevo presidente comenzaba a ordenar la casa, Carlos Heller seguía trabajando en su plan, y recurrió a un viejo conocido como Aubert. Aunque al comienzo no eran aliados -Aubert trabajaba de la mano del bloque Valdés-Yuraszeck e incluso fue clave en la llegada de Jorge Sampaoli, mientras Heller apostaba por Diego Simeone- conocía perfectamente su capacidad para liderar un proyecto de esta magnitud.
Sin mucha publicidad, en marzo le ofreció el cargo que dejó vacante el exministro Jorge Burgos en uno de los seis puestos en el directorio que controla accionariamente. Y en la concesionaria sabían que el retorno de quien fue gerente general durante la mejor época de Azul Azul era sólo un paso intermedio.
Aunque Navarrete sumaba más éxitos que errores como presidente, ya desde fines del año pasado empezaba a sentir el desgaste de la posición. Pero para entonces ya estaba todo encaminado para que Aubert fuera su sucesor. Como apuntan en Azul Azul, es probable que el traspaso del mando se hubiese dado en la junta de accionistas de abril, de no ser por la contingencia por la pandemia del coronavirus.
Pero cuando el "presidente de la transición" comunicó su alejamiento indeclinable la noche del miércoles, Heller de inmediato acomodó las piezas y posicionó en la presidencia a alguien del perfil que estuvo buscando durante casi dos años.
Y según cuentan ahora en la concesionaria, a fin de cuentas una opción mucho mejor que las anteriores: a diferencia de Mayne-Nicholls, con Aubert la U tiene ahora un líder que conoce perfectamente la idiosincrasia de la institución, con llegada con los referentes y, mejor aún, que ya demostró buenos resultados deportivos y económicos.