Fue uno de los golpes del mercado, de esas figuras extranjeras que llegaban al fútbol chileno a mediados de los 90 -como el Beto Acosta y Néstor Gorosito en la UC y Marcelo Espina en Colo Colo- y que pese a todo a su prestigio internacional terminó no sólo totalmente identificado con los colores azules, sino que con el tiempo transformado en un hincha más.

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Leonardo Adrián Rodríguez, quien hoy cumple 54 años, llegó a Universidad de Chile en 1995

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y aunque venía de Italia, había sido mundialista el año anterior con la Selección argentina y hasta elegido como el mejor jugador de la Copa América 91, ha reconocido varias veces que

"la U es el club de mi vida".

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De hecho, una de sus postales inolvidables con el equipo azul no se dio en Chile: en 2001, ya cerca del retiro, cuando ganó el torneo trasandino con el San Lorenzo de Manuel Pellegrini,

decidió festejar el título con una polera de la Uabre en nueva pestaña ]

, un homenaje inusitado para un futbolista extranjero.

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"Es el club que amo, pasa el tiempo y se me valora más, mi imagen está tan fuerte como hace 15 años y son esas cosas que nos pasan"

, señaló el ex volante hace unos meses.

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Ídolo desde el primer minuto

Cuando el Leo llegó a la U el 95, el sueño del bicampeonato azul parecía lejano, a 7 puntos de la Católica en la cima de la tabla. Pero su presencia y su juego fueron los factores clave en una remontada memorable. Fueron sólo 13 partidos, pero sus gambetas y empuje como volante creativo era lo que se necesitaba.

Su larga cabellera se convirtió en un símbolo, y comenzó un romance total entre él y la hinchada.

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"Fue una de las decisiones más acertadas de mi vida"

, reconocía hace un tiempo. Al año siguiente, fue clave en la campaña que terminó de forma polémica

contra River Plate en semifinales de la Copa Libertadores

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. Esa noche lloró en el Monumental de Buenos Aires, de rabia e impotencia... pero también porque en menos de un año ya se sentía como un azul más. Se marchó al América de México porque el club no tenía cómo contrarrestar la oferta azteca, pero tras sólo una temporada

decidió volver a mediados de 1998.

Y su juego fue tal vez mejor que en su primera etapa: al equipo no le alcanzó para cazar a Colo Colo en otra racha increíble, pero

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pese a jugar medio torneo fue elegido como la figura del año

, con 9 goles en 17 partidos. La revancha llegó luego, con el bicampeonato de 1999 y 2000, aunque las lesiones le quitaron algo de protagonismo.

"El cariño no se puede comprar"

Hay otros extranjeros que han dejado una huella imborrable en la U, como

Sergio Vargas y Diego Rivarola

, pero mientras ellos se hicieron un nombre en Chile, la diferencia es que

el Leo ya venía como estrella. Y no sólo respondió plenamente a las expectativas, sino que las superó. 

Pero la identificación con los azules va más allá de sus tres títulos nacionales, dos Copa Chile, 138 partidos oficiales y 37 goles.

Hoy, ya sea que esté hablando en Chile, Argentina o Europa, no sólo demuestra que conoce todo el detalle del equipo, cómo le va y hasta los nuevos jugadores que aparecen, sino que siempre repite lo mismo: la U es el club de su vida. "En casi todas las encuestas la gente me elige como uno de los mejores de la historia, en muchos el mejor.

Para mí es una satisfacción enorme, pero hay algo que no se puede comprar que es el cariño de la gente"

, analizó hace un tiempo. "Voy a comer a Santiago y la gente me sigue reconociendo como si estuviese jugando en el club". https://twitter.com/udechile/status/1299000199960920066?s=20

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