En su afán por revertir una complicada derrota de Universidad de Chile ante Deportes Limache, Gustavo Álvarez tomó una decisión tan audaz como cuestionada: llenar el frente de ataque de Universidad de Chile con sus cuatro centrodelanteros.
Con Lucas Di Yorio y Nicolás Guerra desde el inicio, y con los ingresos de Rodrigo Contreras y Leandro Fernández al minuto 60, el técnico azul apostó por una delantera inédita que terminó generando más ruido que soluciones.
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La arriesgada decisión de Álvarez
La U caía por la cuenta mínima en Quillota y el DT intentó una reacción ofensiva total. Sin embargo, lejos de generar peligro constante, el equipo se volvió más predecible y desordenado en campo rival.
Los delanteros, todos acostumbrados a ser referencia de área, se estorbaron en vez de complementarse. Las posiciones se superpusieron, nadie encontró su espacio y la ofensiva se nubló al igual que Estadio Lucio Fariña de Quillota
El punto más crítico se vivió en una jugada del segundo tiempo, cuando Nicolás Guerra y Rodrigo Contreras protagonizaron un tenso intercambio verbal luego de una descoordinación en ataque.
Guerra esperaba la pelota en el área y no leyó la jugada que buscaba el Tucu quien lanzó un pase en profundidad. La pelota se perdió tras la línea de fondo y ambos futbolistas se reclamaron mutuamente con evidente molestia.
La discusión no pasó a mayores, pero evidenció la incomodidad que reinaba entre los atacantes azules. Lejos de reactivar al equipo, el experimento terminó por sepultar las chances de una remontada.
Limache aprovechó el caos y sentenció el duelo con un contragolpe letal. Álvarez, que hasta ahora había sido elogiado por el manejo de minutos, sobre todo en el ataque, se aproblema justo antes de enfrentar su partido más importante del semestre en Brasil por Copa Libertadores.
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