Juan Abarca, recordado por ser parte del plantel de Universidad de Chile que conquistó la Copa Sudamericana en 2011, hoy vive una etapa distinta en el fútbol profesional.
Con 36 años, el defensor defiende los colores de Provincial Osorno en la Segunda División y disfruta de una vida más tranquila en el sur del país, lejos del ruido de las grandes ciudades, pero rodeado de naturaleza y un entorno que lo hace sentirse en casa.
En conversación con En Cancha, el zaguero repasa cómo ha sido su adaptación a Osorno, su presente en el club, las dificultades que ha debido enfrentar tras una compleja lesión y sus proyecciones de retiro. Además, habla sobre el futuro que imagina lejos de las canchas, sus estudios como director técnico, el amor por el campo heredado de su padre y los negocios que ha ido construyendo para la etapa postfutbolística.
“Hay personas que muchas veces les gusta la ciudad grande, la capital, donde tienes todo. Pero yo soy de San Vicente de Tagua Tagua, donde hay campo, naturaleza, animales, y acá me encuentro con un poco de eso, más el valor agregado de los paisajes y la naturaleza”, parte diciendo a En Cancha.
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Sus primeros meses en Osorno
— Juan, cuéntame cómo va la vida por allá en lo personal, cómo te trata el sur de Chile.
Mira, la verdad que súper contento en el tema de vivir. Acá la ciudad me recibió súper bien, los hinchas, todos, ningún problema, agradecido de ese cariño. La ciudad, muy adaptado. A pesar del clima y la lluvia, yo viví varios años en Concepción, entonces estaba un poco adaptado a eso. Me gusta el sur, me gusta el verde, la naturaleza, la libertad. No soy mucho de ciudades grandes como Santiago, sino que me gusta mucho Osorno, porque tiene muchos lugares alrededor: a media hora, una hora, hay lagos, playas, muchos lugares turísticos.
— ¿Y desde lo deportivo?
Me siento muy a gusto acá, tanto en la vida como en el club y lo que respecta a mi trabajo. Fue una buena decisión haber tomado esta propuesta cuando me la hicieron. Sí, debo reconocer que lo pensé mucho, pero no me arrepiento, ha sido una bonita experiencia hasta el día de hoy.

— ¿Cómo se da esa opción de llegar a Osorno, estando en Primera B? Quizás bajas un poco de categoría, pero sigues en el fútbol profesional. ¿En qué pensaste para tomar esa decisión?
—Mira, yo estaba en Rangers, cuando terminé ahí estaba la posibilidad de seguir o no, pero vino el cambio de administración y se esfumó un poco. Después, en vacaciones tuve dos opciones para ir a Primera B, pero como se dice, en la puerta del horno se quema el pan, y así pasó con una de ellas.
Mientras tanto, como siempre en los veranos, estaba trabajando con mi papá, que es agricultor y vende al por mayor. A mí me gusta mucho el campo, así que le ayudo en sus cosechas. No estaba tan preocupado por el fútbol: si salía algo que me gustara, lo iba a tomar. En Segunda División sí me habían llamado, pero yo quería Primera B.
Además, estaba estudiando, haciendo el curso de técnico. Soy amigo de Diego Bielkiewicz, goleador y capitán de Osorno, con quien compartí en otro club. Él me empezó a hablar del club: me decía que era ordenado, que trataban de hacer las cosas lo más profesional posible pese a la división. Y yo lo confirmo: el presidente cumple al día, algo muy valorable en Segunda División.
La ciudad también es futbolizada, si haces una buena campaña va mucha gente al estadio. Eso me empezó a trabajar la mente. Investigué, pensé en la ciudad, en todo, y al final me dije: “me gustaría ir”. Y se dio. No lo tenía en mente al principio, pero terminé cediendo y no me arrepiento de estar acá.
—¿Cómo analizas estos meses en Osorno? ¿Qué conclusiones sacas de este primer semestre?
Ha sido un año un poco complejo en lo deportivo. El año pasado tuve una operación en el tendón, se me complicó, y me ha costado retomar lo futbolístico. Este año tuve algunos problemitas con el antiguo entrenador, entonces ha sido difícil, pero siempre apoyando a los compañeros.
La experiencia también sirve fuera de la cancha. Este año ha sido complejo, pero sigo teniendo el cariño de la gente. Me levanto todos los días con ganas de ir a entrenar, con una sonrisa, disfrutando de estar acá.

El retiro y cómo ve su vida después del fútbol
—¿En algún momento pensaste en dejar el fútbol?
La verdad que no. Cuando terminé en Rangers y vine a Osorno, al principio no lo extrañaba mucho porque estaba ocupado con mi papá, disfrutando de otras cosas. En mis 19 años de carrera nunca había estado más de tres semanas en mi casa. Siempre contratos, vacaciones cortas, incluso tuve la oportunidad de salir un par de veces al extranjero.
Estar un mes o más en la casa me hizo recordar mi niñez, cosas que me gustaban y que por el trabajo no podía hacer. Entonces no extrañaba tanto el fútbol, pero cuando me reinserté en la actividad me di cuenta que sí lo necesitaba: quería volver a entrenar, correr, estar cansado, adolorido, sentir esas sensaciones.
Hoy, bordeando los 37 años, sigo con esas ganas de jugar uno o dos años más, si mi físico y Dios me lo permiten. Me siento bien, más allá de la operación. El día que me levante y diga “tengo que ir a entrenar”, será mi último año o mis últimos meses. Porque la idea es disfrutar lo que uno hace, no sufrirlo.
— ¿Pesa estar lejos de la familia?
Sí, es complicado. Pero como te digo, 19 años de carrera profesional, más los que tuve que pasar en cadete -yo me fui a los 15 años de la casa de mi padre- ya uno lo hace de costumbre. Pero sí, quiero volver a mis raíces y disfrutar lo que a mí me gusta. También dedicarme a algunos negocios, cosas que uno ha ido armando con el tiempo para prepararse ya el día que tenga que despedirse de esta actividad.
- ¿Cómo planificas tu vida después del fútbol?
Uno planifica cosas, pero después uno tiene que ir viviendo el día a día. Y a veces esa planificación va teniendo algunos ajustes, indudablemente, pero no he cambiado mi visión y mi convicción. Primero, quiero volver a San Vicente. Yo ya me titulé como técnico, pero no me gusta mucho el tema adulto; me gustaría trabajar en el área formativa, ya sea en equipos de la zona como General Velázquez, Colchagua, O’Higgins, etc., para poder devolverle al fútbol lo que me regaló en experiencias.
— ¿Y planes fuera del fútbol?
También me dedico al tema de los bienes raíces... Me encanta eso. He tenido la posibilidad de poder invertir y tengo una pequeña corredora. Empecé hace dos años y ya la empecé a manejar poco a poco haciendo el ensayo y error, por decirlo así. Y lo otro también es el tema con mi padre, ayudarlo en el campo. No es para ganar sueldo ni nada, solo ayudarlo y compartir ese tiempo que a lo mejor desde los 15 años no hemos podido tener. Es algo que nos gusta a los dos. El campo, la siembra, los animales. De los tres hermanos, soy yo el que se maneja más en eso, al que le gusta más. Si me toca estar a cargo de eso, quiero estar preparado. No quiero decir “chuta, me quedé con estos tres vehículos y no sé ni encender el motor”.