Universidad de Chile vivirá desde este viernes un duelo distinto. No se juega en la cancha sino en los escritorios de la Conmebol en Asunción, donde el club presentará sus descargos para intentar frenar una sanción que podría marcar el futuro deportivo e institucional de la escuadra laica.
Ahora, con la herida fresca de los incidentes en Buenos Aires —19 heridos azules, más de cien detenidos y un partido suspendido por violencia brutal—, el club debe convencer a la Conmebol de que no corresponde aplicarle un castigo severo en lo deportivo.
La fórmula de la U en Conmebol
Según información de En Cancha, la dirigencia azul viajó este viernes a Luque para presentar sus decargos. La estrategia de defensa descansa en varios puntos clave. El más importante de ellos tiene que ver con que la U no era organizadora del encuentro.
Además, la línea argumental tendrá respaldo normativo. El artículo 8 del Reglamento Disciplinario de Conmebol establece la “responsabilidad objetiva” de los clubes sobre sus hinchas, pero al mismo tiempo delimita que el organizador del partido tiene “deberes indelegables en seguridad”.
En este caso, Independiente era el anfitrión. La propia Confederación, al suspender el partido, reconoció la “falta de garantías” en Avellaneda, lo que abre espacio para desplazar la responsabilidad.
Otro eje apunta a la ausencia de resguardo. Azul Azul insistirá en que la policía argentina y el club local no protegieron correctamente a las hinchadas, ubicando a los azules en la bandeja superior y a los locales justo debajo, pese a que el informe de inspección del día previo (MD-1) había recomendado dejar sin público esa zona.
Además, el argumento sostendrá que la barra visitante ya evacuaba cuando ocurrieron las agresiones más brutales. La dirigencia azul buscará reforzar este punto con videos y testimonios de periodistas en cancha que registraron la retirada de los hinchas azules antes de la irrupción violenta de los locales.
El cuarto pilar es precisamente la magnitud de las agresiones: golpes con palos, desnudos forzados, caídas desde altura y un hincha en estado crítico. La U pretende convencer a la Conmebol de que no se puede aplicar el mismo criterio disciplinario, pese a reconocer la responsaibilidad de su hinchas en el inicio de los enfrentamientos.
En ese sentido, en la dirigencia del Romántico Viajero aceptan que al club le caigan sanciones ejemplares, como castigo a la hinchada para próximas visitas o multas económicas. Sin embargo, según su defensa, no corresponde, en ningún caso, un castigo deportivo y deberían clasificar a cuartos de final tal como lo marcaba el resultado de la serie antes de la suspensión.
Por último, la delegación universitaria también fue afectada. La institución chilena fue víctima de un escenario caótico, parte del staff técnico fue atacado, al igual que el camarín y el bus. En Avellaneda no hubo garantías.
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Horas claves en Luque
En su defensa, presentada este jueves, Independiente argumentó que los incidentes fueron ocasionados por la parcialidad de Universidad de Chile, y que las macabras escenas que sucedieron después, tuvieron lugar cuando el partido fue cancelado, por lo que no deberían tener incidencia en la definición del resultado del partido.
En paralelo, la U intentará aprovechar el apoyo político. Pablo Milad, presidente de la ANFP, realizó gestiones con Alejandro Domínguez, timonel de Conmebol, para subrayar la condición de víctima del club chileno.
De momento, Conmebol mantiene abiertas las posibilidades de sanción: desde una multa económica, sanciones de aforo o ser directamente descalificados de esta edición de la Copa Sudamericana.
Eso sí, la Comisión Disciplinaria de la Conmebol se tomará su tiempo para tomar una determinación, ya que según se informa desde Paraguay, “el fallo recién va a estar entre diez y quince días”.