
Roberto Tomatín Rojas está tan solo semanas de terminar su aventura en Deportes Temuco, club al que llegó hace tres temporadas, para trabajar codo a codo con Marcelo Salas, actual presidente de la institución albiverde.
Ambos exjugadores de la U comandaron el proyecto del Pije durante la travesía por Primera B, aunque debido a la última mala campaña, Tomatín decidió dar un paso al costado, para así iniciar nuevos proyectos en el fútbol chileno.
En conversación con En Cancha, el exportero de 55 años recordó su paso como futbolista, donde pese a ser formado en Universidad Católica, terminó enamorándose del clásico rival, Universidad de Chile: "Quedé enamorado de la gente de la U“.
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- A mí me enseñaron siempre a odiar a la U, crecí con eso, cuando en las divisiones infantiles ganábamos, era la felicidad máxima. Pero así es la vida… Me fui de Católica, me echaron de Católica por el porte, estando en el primer equipo, habiendo salido mejor arquero en Francia, en un campeonato donde jugué contra Edwin van der Sar y arqueros conocidos a nivel mundial. Salí elegido mejor arquero en Europa, y cuando llego acá, me quedo en libertad de acción porque era muy chico de porte. Y ahí empiezo a deambular.
- ¿Le costó mucho tras su salida de Universidad Católica?
Llego al fútbol profesional a los 23 años. Después me puse a estudiar en la universidad, salgo de O’Higgins y llego a la Universidad de Chile en 1997 porque a René Orozco le gustaba mucho cómo jugaba. Tuve la fortuna de haber jugado en ese equipo, que era maravilloso. La verdad, es lo mejor que me pudo haber pasado en mi carrera: haber llegado a la U.

- ¿Se considera hincha de Universidad de Chile?
No sé si hincha, ya no me da para ser hincha, pero sí soy un reconocedor de una institución que es maravillosa. Tuve un gran pasar con su gente. Los cánticos en la espalda, el apoyo… no solo cuando atajaba. Incluso una tapada que hago en el Estadio Nacional, que salió elegida como la tapada del año, la gente prendió con el canto.
- ¿Qué es lo que más recuerda de la U?
Mi recuerdo más grande es de una cagada que me mandé. Me mandé una cagada, me hacen el gol, y con ochenta mil personas en el estadio empiezan a cantar mi nombre. Y quedábamos afuera del torneo, faltaban diez minutos. Yo pensaba: ‘¿estos hueones están locos?’. Yo pensé que iban a empezar a cantar algo en mi contra… y no, me empezaron a levantar. Ganábamos 3-1 al final. Quedé enamorado de la gente de la U, de su fanatismo, de cómo sienten, claramente la U es un sentimiento diferente.







