
Universidad de Chile entró al receso con la necesidad de ordenar el 2026, pero la negociación aún inconclusa con Gustavo Álvarez terminó generando una cadena de efectos que exceden con creces el futuro contractual del entrenador argentino.
Las conversaciones para alcanzar un acuerdo para su salida hoy se transformaron en un escenario que condiciona decisiones clave del club, desde la elección del nuevo entrenador hasta el diseño del próximo plantel.
Dos entrenadores a la espera
El primer daño colateral es evidente y afecta al principal artífice del proyecto deportivo: la llegada del próximo director técnico.
En el interior de Azul Azul ya existe una convicción respecto del camino a seguir y los nombres están claros. Renato Paiva y Martín Anselmi son los principales favoritos, ambos bien evaluados tras las reuniones sostenidas con la dirigencia, donde expusieron sus ideas, metodologías y visión de club.
Las sensaciones fueron positivas, pero el proceso quedó detenido en un punto clave: no se puede avanzar más allá mientras no se resuelva formalmente la salida de Álvarez, quien mantiene contrato vigente hasta fines de 2026.
Ese límite no es solo dirigencial. Así lo dejó claro Marcelo Díaz, uno de los referentes del plantel, al referirse al tema este lunes en la despedida de Walter Montillo.
“Gustavo tiene contrato por todo el otro año, cuando decidan que se resuelve en esa situación, ya podemos hablar ahí de otros técnicos. Mientras tanto, me parecería una falta de respeto y algo fuera de lugar”, señaló el capitán azul.

Álvarez retrasa el mercado de la U
La incógnita en la banca impacta directamente en el segundo gran frente: el mercado de fichajes. Universidad de Chile ha iniciado conversaciones con distintos jugadores y representantes en varias posiciones, pero todas esas gestiones están supeditadas a una decisión mayor.
El perfil de refuerzos y el tipo de jerarquía a buscar dependen del entrenador que asuma, y de acuerdo a las conversaciones previas, ni Paiva ni Anselmi tienen la misma mirada ni las mismas prioridades.
En ese contexto, cerrar incorporaciones sin un DT definido sería complicar desde el comienzo al próximo ciclo, algo que en el CDA prefieren evitar, aun cuando el tiempo empiece a jugar en contra.
El nudo de fondo sigue siendo económico. La cláusula de salida del actual entrenador es el principal obstáculo para destrabar el conflicto, y sobre ese punto también han surgido cuestionamientos desde voces históricas del club.
Francisco Las Heras lo expresó en conversación con En Cancha: “Es raro que él se quiera ir y no quiera pagar lo que está en la cláusula, porque si él llega a un acuerdo con otro equipo, perfectamente ese equipo puede hacerse cargo de la cláusula”.
La pretemporada, por ahora sin DT
Todo esto ocurre con un calendario que no da tregua. El inicio de la pretemporada 2026 está prevista para el 5 de enero y cada semana sin resolución reduce el margen de planificación del próximo cuerpo técnico.
Definir cargas físicas, evaluar el plantel, planificar amistosos y tomar decisiones estratégicas requiere el liderazgo de un entrenador que hoy no está pensando en el futuro.
Así, los daños colaterales de la negociación con Gustavo Álvarez empiezan a ser tan relevantes como el conflicto en sí. Cada día que pasa sin una resolución, complica cada vez más a la dirigencia de Universidad de Chile.
En un club que busca dar el siguiente paso e ir por el título el próximo año, el reloj avanza y los azules todavía no pueden, por fin, empezar a construir el 2026.







