México constituye un caso de estudio en el fútbol internacional. Por una parte, en tierras aztecas siempre han existido esas ínfulas de grandeza: se autoperciben como un equipo enorme, poderoso, dominante y no por nada hay orgullo por el autoimpuesto apelativo de “El Gigante de la Concacaf”.
En contrapartida, la visión que se tiene del cuadro azteca en Sudamérica es radicalmente opuesta. Por estos lares, no se ve al Tri como una súperpotencia; no de las peores, pero definitivamente abordable. Además, siempre se les ha considerado como “agrandados”; ganan un par de partidos y creen que conquistaron el universo.
¿Quién tiene razón? Hay argumentos para lado y lado. Sí, México es una selección que ha sabido de triunfos a lo largo de la historia. Más allá de los 13 títulos en Copa Oro, cuentan con éxitos en Copa Confederaciones (1999), Juegos Olímpicos (2012) y Mundial Sub 17 (2005 y 2011); nada mal.
Por otra parte, también es cierto que los amigos al sur del Río Grande suelen apuntar más alto de lo que la prudencia aconseja. Basta un puñado de buenas presentaciones para que ya casi haya que saludarlos haciendo reverencias; se suben por el chorro muy rápido, sin dudas...
México recibe un tremendo baño de humildad de parte de Sudamérica
La pelea México-Conmebol, sobre todo hoy en la era digital, es picante. “Clasificamos siempre al Mundial”, dicen por allá; “Si jugaran eliminatorias en Conmebol no lo harían”, replicamos por acá. “Gigantes”, claman en el norte; “Mechico”, responde el sur.
Este sábado, con datos concretos en la mano, Sudamérica le dio un tremendo baño de humildad -y realidad- a la contraparte mexicana: dos triunfos categóricos e inapelables que, al menos por hoy, dan la vitoria por KO a este lado del mundo.
Primero, Argentina derrotó claramente por 2-0 al Tri en los cuartos de final de la Copa Mundial Sub 20. No terminaban de lamentarse en suelo azteca por la eliminación, cuando llegó el segundo mazazo: en Arlington, Texas, lugar que debería ser un feudo inexpugnable para los mexicanos, ya que Estados Unidos siempre ha sido una casa donde juegan como locales, Colombia los goleó por 4-0, en un amistoso adulto.
Desazón total. La Conmebol, esa Confederación que para los mexicanos no representaría mayor conflicto en caso de un frente a frente, les pintó la cara, en dos categorías diferentes y con apenas unas horas de separación.
Como era de esperar, el futbolero azteca está enfurecido y pide la cabeza del DT de la Adulta, Javier El Vasco Aguirre. ¡Cómo es posible ser humillados de esa manera por un equipo sudamericano! Las explicaciones del entrenador no hacen más que confirmar que quizás por esos lados tienen el tejo un poquito pasado a la hora de la autovaloración.
Dijo el entrenador que este tipo de partidos, ante rivales dígase “buenos”, son los que realmente sirven. “Quiero esto. A mí me sirve de poco ganar 4-0 a Serbia, eso puede confundir y esta es una realidad”. ¿Serbia? ¿De verdad es Serbia lo que se les viene a la mente como equipo malito? Bajemos un par de cambios, hermanos mexicanos.
Cuando a México la soberbia le pasó la cuenta
Sobre todo lo ocurrido por la Sub 20 debiera ser un llamado -uno más- a la mesura para los futboleros aztecas. El equipo jugaba bien, tenía valores destacados y ofrecía harto en el Mundial. Pero, hasta ahí nomás llegó: lo agarró Argentina, 2-0 y adiós.
¿Cuántas publicaciones en México hablaban de una posible final? Varias. No es primera vez que les pasa. Muy recordado es lo que ocurrió en el Mundial de Corea y Japón 2002: al Tri le tocó jugar en segunda ronda con Estados Unidos, la Madre de Todos los Partidos, como fue catalogado ese encuentro a ambos lados de la frontera.
Todos y cada uno de los programas mexicanos, diarios y revistas, especulaban sobre cuál era el rival más conveniente en cuartos de final. Pero, ¡oh sorpresa!, los de las Barras y las Estrellas le dieron un baile a México y para la casa.
El otro ejemplo, uno muy cercano y muy satisfactorio. Copa América Centenario 2016, Santa Clara, California. México llega a jugar contra Chile en los cuartos de final. “Pan comido”, dijeron los aztecas, ya que esta vez, sí o sí, avanzaban de ronda ante una Roja que miraron por sobre el hombro.
El 7-0 nunca, jamás en 500 años, se lo sacarán de la cabeza. “Está bien ¿y saben por qué está bien? Porque México no reventó la pelota. Está muy bien, porque México no sabe, no tiene ni idea con quién está jugando"...