Hace ya varios años que Víctor Hugo Castañeda (62) está radicado en La Serena. Cuenta que va cada vez menos a El Naranjal, ahí cerca de San Vicente de Tagua Tagua, donde nació y se crio. “Hace poco fui porque vino de visita a Chile mi tío Gerardo, el que jugó en Colo Colo en los ’70. Tiene 80 años y nos reunimos todos los Castañeda. Pero no voy mucho para allá”.
El exentrenador de Universidad de Chile sabe que vivir en la Cuarta Región le trae el beneficio de habitar una ciudad tranquila durante casi todo el año, pero también costos: estar alejado de Santiago, donde cualquier profesional en Chile, incluido los entrenadores, pueden mostrarse.
“Hace tiempo que no dirijo y de verdad que me gustaría volver a hacerlo”, dice Víctor Hugo. “El fútbol es mi pasión, pero no estoy dispuesto a hacer renuncias o a aceptar cosas que atentan contra mis principios para tener un trabajo. Para eso, mejor me quedo como estoy. Viendo y comentando fútbol”.
-¿A qué hay que renunciar o qué es lo que debe aceptarse para tener trabajo?
De partida, hay que tener un representante que te mueva y yo no lo tengo ni lo quiero tener. Además, hay que estar dispuesto a trabajar con dirigentes que toman decisiones en base a motivaciones económicas, sin sentido futbolístico, y sin consultar a los que saben.
-¿Así está hoy la estructura administrativa del fútbol chileno?
Claro. Los dirigentes tratan el fútbol como si fuera un retail. No quieren invertir en el trabajo de los menores y el resultado es lo que vemos hoy: un torneo que puede ser entretenido a veces, pero de bajísimo nivel y una Selección Nacional que no pudo reinventarse tras su éxito eventual.
-Vamos por parte. Usted dice que los dirigentes toman las decisiones sin consultar a los que saben. ¿En qué se nota eso, por ejemplo?
En que hoy, cuando eligen a un entrenador, escuchan a los representantes y ellos tienen sus propios intereses. Y hasta los jugadores hoy tienen voz a la hora de elegir un entrenador…

-¿En serio? ¿Le consta que los jugadores tienen opinión?
Claro, pasó en Universidad de Chile y ahora está pasando en Colo Colo. Es evidente. Los futbolistas cada vez tienen más injerencia en la contratación de los entrenadores. Y eso pasa porque los dirigentes no saben o porque quieren hacerse amigos de los futbolistas. Y ahí está el problema: un dirigente no puede ser amigo de un futbolista. Debe ser su jefe.
-Eso habla de una crisis de liderazgo…
Por supuesto. Y eso lo vemos a todo nivel dirigencial en el fútbol chileno. Empezando, claro, por la ANFP y el Consejo de Presidentes. Todos sabemos que 15 o 16 personas son los que hoy manejan la actividad a través de la multipropiedad de clubes. Y la cabeza de la ANFP y de la Federación carece de liderazgo para guiar y proponer.
Los entrenadores, sin voz
-Uno puede estar de acuerdo con lo que usted dice, pero, ¿no cree que ya está bueno de diagnósticos y que es hora de proponer soluciones?
Claro, pero ¿cómo intentar darlas si los que dirigen el fútbol le consultan o hablan con quienes no son expertos?
-Los entrenadores deberían tener una voz a través del Colegio de Entrenadores, por ejemplo…
Seamos claros: el Colegio de Entrenadores no existe, sino que subsiste. No tiene voz ni fuerza para establecer siquiera un diálogo entre los propios entrenadores. ¿Cómo podría entonces hacer propuestas? Yo sé que puedo parecer antiguo, pero más que un organismo gremial, lo que se requiere es un organismo técnico, como la antigua UTN (Unidad Técnica Nacional) donde se puedan hacer propuestas para el trabajo en las divisiones menores, los sistemas de campeonatos, los procesos de Selección.
-¿No cree que ahora que un ciclo está por morir es el momento que la dirigencia nacional llame a los entrenadores a una mesa de trabajo amplia?
Dígame usted, ¿cuándo una mesa de trabajo -de lo que sea- ha tenido resultados en Chile? Todas terminan peor de lo que empiezan…”
-Si no es viable, ¿qué propone usted, por ejemplo, en el tema de las divisiones menores?
Primero, invertir en infraestructura, porque hoy algunos clubes tienen canchas horribles para que entrenen sus chicos. Luego, establecer un sistema de torneos nacionales donde todos jueguen contra todos y no en forma regional. Por último, que los entrenadores que trabajen a ese nivel sean efectivamente formativos.
-¿Se están aplicando hoy modelos de trabajo modernos en la áreas formativas?
Desgraciadamente, lo que se está aplicando en la mayoría de los clubes es un solo modelo: el de la mecanización. Y ese es una de las razones por las cuales no tenemos luego jugadores de nivel competitivo.

-¿Hay mucha teorización a nivel formativo?
Claro. La mayoría de los entrenadores de divisiones menores tratan de establecer ciertos dogmas. El fútbol de posesión, el guardiolismo o la escuela portuguesa de Mourinho es seguida por ellos y se intenta replicar acá.
-¿Y eso es un error, según usted?
Claro, porque al niño y al joven se le coarta la posibilidad de crear, de tomar decisiones. Mire usted: ¿cuántos jugadores que inventan algo han salido en Chile en los últimos años? Muy pocos. Y no es todo. Hay un error grande al tratar de instaurar un modelo de juego español o portugués: olvidarse que estamos en Chile, y que no somos españoles o portugueses. Somos otro tipo de jugador.
-¿Qué tipo de jugador es el futbolista chileno? ¿Se puede caracterizar o darle una imagen?
A mí modo de ver el futbolista chileno es relativamente bueno técnicamente, no muy disciplinado en lo táctico y físicamente no muy potente, pero sí con capacidad aeróbica como para correr y desplazarse bien.
-¿Sabrán esto los que toman las decisiones?
No creo, porque acá cuando alguien está enfermo, un dirigente en lugar de llamar un médico llama a un mecánico.