El nuevo estadio de Universidad Católica, un lujo para el club y el fútbol chileno en general, se levanta en el mismo terreno donde antes se erigió la fortaleza en que el equipo de la Franja consolidó su fútbol y logró una comunión especial con su hinchada.
Si bien la inauguración de San Carlos de Apoquindo y también el primer partido oficial frente a Deportes La Serena, fueron derrotas, el primer triunfo cruzado en esa cancha, 3-0 frente a Fernández Vial, abrió un camino lleno de goles, triunfos y títulos. Pero ojo, la historia no comienza el 4 de septiembre de 1988 en el amistoso frente a River Plate, sino que varios años antes, cuando los dirigentes del Club Deportivo Universidad Católica deciden volver a tener un estadio luego de haber perdido Independencia a principios de los ’70.
“La Universidad decidió venderlo y de la noche a la mañana nos quedamos sin cancha, así que desde ese momento comenzamos a proyectar dónde construir el estadio”, recuerda Manuel Díaz de Valdés, dirigente cruzado de la época.
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El primer plan fue en el Parque Metropolitano, frente a donde estaba Santa Rosa de Las Condes, hoy terreno de la embajada de Estados Unidos. “Era un proyecto muy moderno que incluso consideraba un transporte monorriel desde el estacionamiento hasta el recinto mismo. Sin embargo, la municipalidad de Vitacura fue inflexible y a pesar de nuestros esfuerzos no nos concedió el permiso”, evoca Díaz de Valdés.
Por eso comenzaron a mirar a la cordillera, al amplio terreno en que proyectaban instalar todas las ramas deportivas. “Hicimos un largo trabajo de convencimiento de las autoridades y los vecinos, integrándolos en el proyecto e invitándolos a ser parte de las ventajas que tendría el tener el club ahí. No se trataba solamente del fútbol profesional, la invitación también incluía tenis, atletismo, aeromodelismo, rugby, hockey, un sector para picnic, club house, etc.”
Un frío insoportable
Mientras se hablaba con los vecinos, los planos avanzaban y tomaba forma la campaña entre socios y simpatizantes de todo Chile para levantar el estadio. El plantel profesional de la UC ya entrenaba y concentraba en San Carlos de Apoquindo, en lo que hoy es el Centro de Formación.
“Estábamos recién instalados allá arriba y como hacía frío en las noches nos apretábamos todos alrededor de la estufa y la tele. Una vez se nos achurrascó el televisor porque lo dejamos mucho rato al lado de la estufa, no nos habíamos dado cuenta”, recordó Osvaldo Hurtado en una entrevista para el libro ‘Raíces Cruzadas’.

El mismo Hurtado contó que en esa época, cuando llegaban a entrenar, miraban con ansiedad cómo avanzaban las obras del recinto en que serían locales. “Cuando ya estaba casi listo, no nos aguantamos y nos metimos a jugar. Hicimos una pichanga contra los obreros de la obra. El problema es que el pasto estaba recién sembrado, así que nos llegó un tremendo reto.”
Finalmente, el estadio estuvo listo para ser inaugurado el 4 de septiembre de 1988, frente a River Plate, que venía con César Luis Menotti como director técnico y Daniel Passarella como capitán. El triunfo fue para los argentinos y el primer gol lo anotó Claudio Borghi, en un partido que la UC pudo tener un mejor resultado, sin embargo, el ímpetu de los jugadores fue determinante.
“Antes del partido Alfonso Swett nos dijo que el que hiciera el primer gol iba a tener una placa recordatoria. Nos volvimos locos. Todos quisimos hacerlo, así que en ese partido le pegábamos a la pelota casi desde la mitad de la cancha”, ha recordado más de una vez Juvenal Olmos, quien a la postre marcaría la primera anotación de los cruzados en su nueva casa frente a Fernández Vial y sería el primer técnico en levantar la copa del Campeonato Nacional jugando de local en San Carlos, el 2002.

Haciéndose fuertes de local
Ese primer título en la propia cancha cruzada demoró 14 años en llegar, porque hasta el 2011 la Católica no jugó todos los partidos de local en su estadio. “Había un compromiso con la municipalidad y los vecinos de no llevar partidos de alta convocatoria al estadio”, cuenta Díaz de Valdés.
Hubo intentos, como dos encuentros con Colo Colo en 1997 y 1998, más un amistoso con Universidad de Chile; sin embargo, la localía para los clásicos no se pudo consolidar y la Católica hizo de local en el Estadio Nacional, Santa Laura o fuera de Santiago, incluso celebrando campeonatos en algunas de esas canchas.
“Creo que si hubiéramos jugado todos los clásicos en nuestra casa, tendríamos más títulos”, dice Cristián Álvarez, el jugador que más partidos disputó en la precordillera con 205. Una opinión que es secundada por Díaz de Valdés y por Juan Tagle, actual presidente de Cruzados, quien además recuerda cómo se logró llevar a los rivales más tradicionales al estadio: “Después de esa dura derrota con Universidad de Chile en que fuimos locales en el Estadio Nacional el 2011 (la UC perdió la final de vuelta por 1-4 frente a su clásico rival, luego de ganar la ida por 2-0), le dije a los demás miembros del directorio que en San Carlos esto no hubiera pasado. Podríamos haber perdido, pero no por 4-1, y muy probablemente no se nos hubiera escapado el campeonato”.

Ese año comenzó la campaña ‘Locales en San Carlos’, en la que dirigentes, jugadores e hinchas buscaron traer al estadio cruzado los partidos con los clásicos rivales. “La intendenta del momento, Cecilia Pérez, que es hincha de la U y muy futbolera, nos ayudó mucho”, recuerda Tagle, quien además rememora todo el trabajo que hizo el club, con hinchas voluntarios incluidos, para que el recinto cumpliera con todas las exigencias de las autoridades y fuera aprobado.
Sin el hito de asegurar la localía en la precordillera, la UC probablemente no hubiera logrado las campañas que le permitieron ganar su primer bicampeonato el 2016 y ser el primer tetracampeón de torneos largos, entre el 2018 y el 2021.
“El 30 de abril de 2016, ese partido frente a Audax que íbamos perdiendo, pero que logramos dar vuelta y ser campeones, fue gracias al público. Por eso se habla de la 11 de la Gente (como se conoce el título número 11 entre el público cruzado), porque fueron los hinchas los que empujaron y lograron dar vuelta el resultado”, asegura Juan Tagle.

Díaz de Valdés lo confirma y dice que “se produce una comunión muy especial entre los jugadores y la gente cuando un equipo juega siempre en su estadio. Los asistentes se transforman en un jugador más y eso el rival también lo siente”.
Y desde la óptica de los jugadores, Cristián Álvarez recuerda que “jugar en San Carlos con el estadio lleno era muy especial. Se producía algo mágico en la cancha y a nosotros eso nos motivaba mucho, especialmente en los clásicos y en los partidos de Copa Libertadores y la Sudamericana”.
Para el Huaso, un partido inolvidable fue el que vivió el 2002 en la final del campeonato frente a Rangers, cuando los de la Franja ganaron 4-0 y los jugadores e hinchas vivieron juntos el primer título de la UC que se dio en San Carlos de Apoquindo.
Años después esa cancha vivió las vueltas olímpicas del 2010, 2016 y 2020, pero también fue el terreno en que se cimentaron los campeonatos de 1997, 2005, Apertura 2017, 2018, 2019 y 2021, y, no se puede dejar de mencionar, la campaña que llevó a la UC a la final de la Copa Libertadores el ’93.

Los nuevos tiempos que se avecinan
Encuentros inolvidables hay muchos: la consecución de la Copa Interamericana en 1994; el 10-1 a Palestino ese mismo año; los siete goles de Luka Tudor a Antofagasta; las goleadas a Colo Colo el 2011 y a Universidad de Chile el 2019, y muchos otros. Por esos pastos pasaron jugadores formidables como Alberto Acosta, Gerardo Reinoso, Mario Lepe, Nelson Parraguez, Néstor Gorosito, Sergio Vásquez, Fernando Zampedri, José Pedro Fuenzalida y varios más.
Hubo también visitas ilustres como el ya mencionado River Plate, Boca Juniors, Independiente, Sao Paulo, la Selección de México y el Ajax de Louis Van Gaal. Por supuesto, hubo goles para todos los gustos, siendo Rodrigo Barrera el máximo anotador en ese recinto, con 68 conquistas. El partido que concitó más asistencia fue el encuentro ante Cobreloa en 1992, cuando llegaron 20.936 personas.
Ese empate ante los del norte fue un anticipo de lo que comenzaría a ocurrir, ya que al protagonizar los campeonatos nacionales año a año y participando recurrentemente en torneos continentales, la base de hinchas de la UC comenzó a crecer y San Carlos muchas veces quedó chico.

Ya en los ’90 hubo proyectos e ideas para remodelar el estadio, incluso antes de que la concesionaria Cruzados tomara el control del fútbol profesional de la UC. “Cuando nosotros comenzamos a jugar más en torneos internacionales y nos tocaba visitar estadios afuera, nos dimos cuenta que el nuestro, si bien nos encantaba y se veía muy bien el fútbol, era muy básico en términos de camarines, ubicaciones para los medios, el marcador, el audio; teníamos sólo dos camarines y no podíamos hacer un preliminar, por ejemplo. Todo se podía mejorar. Entonces cuando asumo como presidente en junio de 2016, de inmediato empezamos a evaluar una modernización del estadio. El 2017 creamos la comisión y hasta ahora llevamos ocho años trabajando en el tema”, explica Tagle.
Si bien el aforo del recinto aumentará en 6.000 plazas - de 14.000 a 20.000 asistentes-, la nueva capacidad del estadio es el resultado de una evaluación que se hizo en términos de impacto urbano y expedición de los accesos. “Sabemos que habrá partidos que tendrán mayor demanda, pero esa cantidad de gente nos permite mantener el equilibrio con el entorno y asegurarnos que venir a nuestro estadio siga siendo una buena experiencia”, apunta Tagle.
Universidad Católica se prepara para entrar a una nueva etapa en su historia, inaugurando el estadio más moderno de Chile, que no sólo albergará al fútbol del primer equipo cruzado, sino que también importantes eventos.
Sin embargo, el desafío deportivo es mayúsculo: superar lo que se logró en ese mismo terreno entre 1988 y 2022: una localía temible y pocas veces vulnerada, que habla de 448 triunfos, 129 empates y 95 derrotas, con 1.591 goles a favor y 676 en contra.