El asunto está oleado y sacramentado: O’Higgins de Rancagua deja de ser propiedad de la familia Abumohor, tras 20 años de gestión. Fue en 2005 cuando el ex presidente de la ANFP adquirió el club y, bajo esa administración, los celestes consiguieron su primera y hasta la fecha única estrella en la Primera División de Chile, en 2013, además de lograr otros significativos hitos, como la implementación del Monasterio Celeste, un complejo deportivo de altos estándares, que alberga a todas las divisiones del club.
Pero Abumohor ya es pasado y quien toma las riendas no deja de generar suspicacias, no solo en la Sexta Región, sino que en todo el mundillo futbolero chileno. “Hemos llegado a un acuerdo para el traspaso de la propiedad del club a un grupo de reconocidos inversores deportivos en la industria del fútbol, conformado por Matías Ahumada, Christian Bragarnik, Jorge Alberto Hank y Jorge Reina”, comunicó oficialmente la institución rancagüina.
Entre esos nombres, destaca con luces propias el de Bragarnik. Es un protagonista que se repite. Unión La Calera, San Luis de Quillota, Fernández Vial, Audax Italiano incluso, y ahora O’Higgins. Todos clubes chilenos que, de alguna u otra forma, están vinculados al representante de futbolistas argentino.
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Pero ¿quién es Christian Bragarnik? ¿De dónde viene este personaje que, vez que aparece en la noticia, enciende alertas? “Hay un claro conflicto de interés en el grupo comprador”, escribió en su cuenta de X el senador Matías Walker, uno de los principales impulsores de la reforma a la Ley de SADP y quien tiene una lucha declarada por separar a la ANFP de la Federación de Fútbol de Chile. ¿Por qué tantos reparos? A estas alturas, a Bragarnik ya se le puede apuntar como el niño símbolo de la multipropiedad en el fútbol chileno, uno de los principales vicios que quieren atacar los legisladores y que por muchos es algo que recurrentemente se cita para explicar la crisis terminal por la que atraviesa la actividad en Chile.
Del videoclub al mundo…
La historia de Christian Bragarnik es singular y tiene mucho de aquello de “estar en el lugar preciso en el momento indicado”. Fue futbolista, pero a un nivel que no da como para hacer una gran historia de eso. Jugó en equipos de muy bajo orden, como Almagro y Comunicaciones, donde hizo las divisiones inferiores, JJ Urquiza y, finalmente, Yupanqui, donde se retiró a la temprana edad de 28 años.

Era volante central, un 6 clásico, por así decirlo, pero el anecdotario cuenta que en el último partido que jugó, en 1999, lo hizo como centrodelantero. No marcó ningún gol, eso sí, en una victoria por 7-2 de su equipo, Yupanqui, sobre Atlas.
Como la Primera D en Argentina tiene bien poco de fútbol profesional, Bragarnik se dedicaba a otras actividades, aparte de jugar a la pelota. Estudiaba leyes, también, y pasaba las mañanas atendiendo un videoclub que era propiedad de su madre. Ahí, en ese espacio que hoy forma parte de la arqueología urbana, es donde arrancó con el imperio que hoy lo tiene transformado en uno de los empresarios más poderosos del fútbol internacional.
“Cuando jugaba, grababa todos los partidos y empecé a hacerles trabajos a los representantes. Editaba los videos; como tenía un video club, tenía la ventaja de haber editado otro tipo de cosas. Al tener una buena videoteca, llegué a tener más de 10 mil partidos y los representantes me pedían la edición de esas jugadas. Los jugadores, en ese entonces, se vendían por videos. Empecé en 1992 con eso”, narró el propio representante en una entrevista con el periodista argentino Juan Pablo Varsky.
Y en esas funciones estaba, en las propias de atender un sitio de renta de películas, cuando llegó la oportunidad que le cambiaría la vida. En Comunicaciones había conocido al futbolista Mariano Monrroy, cuyo padre se acercó al videoclub para pedirle a Bragarnik que le editara un compacto con las mejores jugadas de su hijo.
El hoy reconocido representante lo hizo y además guardó una copia para otro cliente que algo tenía que ver con el fútbol mexicano. Apenas unos meses después, Monrroy fue vendido al Irapuato por 400 mil dólares y, como eje primordial del traspaso, apareció Bragarnik.
El fondo de inversiones propietario del Irapuato también era dueño de Gallos Blancos del Querétaro, club que al poco tiempo contrató al “empresario” que había llevado a Monrroy a México con tan buenos resultados. En apenas unos meses, Bragarnik se había convertido en presidente del elenco queretano. Allí comenzó todo.
En México, hizo muy buenas migas con Jorgealberto Hank Inzunza, personaje que también aparece como uno de los nuevos compradores de O’Higgins de Rancagua. Es hijo de Jorge Hank Rhon, una de las más influyentes y a la vez polémicas figuras públicas de México. Fue alcalde de Tijuana, entre otros cargos, y es propietario de los Casinos Caliente, uno de los principales de México.
Los Hank son propietarios de Xolos de Tijuana y el progenitor en varias oportunidades ha sido acusado de asuntos ilícitos, como lavado de dinero y contrabando. Incluso, de vínculos con el crimen organizado. Aunque nunca se le ha probado nada... Bragarnik se ha referido a estas situaciones, respecto de su amigo Jorgealberto, principalmente. “Su padre es una de las personas más influyentes de México y por ahí hubo un tema en que se encontraron unas armas en su casa (según los reportes, algo poco: 88 armas de fuegos largas y cortas y 9 mil cartuchos de munición). Salió absuelto”, dice en la entrevista con Varsky.

El Grupo Caliente llega a Rancagua
Bragarnik se mueve con habilidad. No aparece como “El Dueño”, pues salvo en excepciones, en las listas oficiales se le apunta con otra figura y, de esa manera principalmente, le hace el quite a la multipropiedad. Siempre es el asesor, el “vinculado a”, el consultor. Esta vez llega el Grupo Caliente a hacerse cargo de O’Higgins.
En tierras aztecas, este conglomerado es el propietario de Xolos (Liga MX) y Dorados de Culiacán (Expansión), además de un equipo de béisbol y otro de football americano. Además, hasta hace solo una semana, también poseía el Querétaro, adquirido por el empresario estadounidense Marc Spiegel.
De hecho, respecto del cuadro de Sinaloa, Bragarnik tiene una curiosa anécdota, cuando jugó un rol clave para que a esa institución llegara como entrenador nada menos que Diego Armando Maradona.
Según palabras del propio empresario, fue el 10 quien se le acercó y le dijo: “Le diste la posibilidad a Ariel Holan, que tenía un palo de hockey, y no me la vas a dar a mí”. Maradona revolucionó a todo el estado, desde septiembre de 2018 a junio de 2019, donde llegó incluso a disputar dos finales. El arribo del Diego al noroeste mexicano fue gracias a Bragarnik.
El imperio de Christian Bragarnik es vasto. El Elche de España acaba de sellar el ascenso a la Primera División. El conjunto de Alicante es desde 2019 del argentino, a través de una de sus sociedades (tiene el 90 por ciento de propiedad).
En Argentina, en tanto, pese a no ser el dueño formal, “tiene muy buena relación” con Defensa y Justicia. El Halcón consiguió sus dos títulos internacionales (Copa Sudamericana y Recopa) desde que Bragarnik aparece vinculado con la institución. Además, es cercano a Ferrocarril Oeste y Godoy Cruz.

Dicen en Paraguay que, pronto también, tendrá otra “relación cercana” con Sol de América, uno de los cuadros tradicionales de ese país.
Y, en nuestro país, ya está dicho. Entre 2015 y 2018 fue presidente de Unión La Calera, mientras que ha tenido cercanía con Fernández Vial, San Luis, Audax y, ahora, O’Higgins. Pero solo está relacionado, asesora, guía, ofrece experticia; no es el dueño, ya que eso caería en la multipropiedad y eso en Chile está muy mal mirado y no está de ninguna manera permitido.