La Selección Chilena perdió dramáticamente con Argentina en la tercera fecha de la Copa América Femenina que se disputa en Ecuador. Dolió en La Roja, principalmente por la manera en que se dio la caída: en los últimos 15 minutos de partido, la escuadra albiceleste dio vuelta el partido y el tanto del triunfo llegó en los descuentos.
También es un golpe duro por lo que viene. Ahora, el equipo de Luis Mena debe vencer a Ecuador y a Uruguay, los dos rivales restantes, para instalarse en la segunda ronda y, si bien se trata de adversarios abordables, el margen de error se redujo bastante.
Por otra parte, dando por descontado que Argentina le ganará a Perú, a la Albiceleste le bastaría un empate con Ecuador en la última fecha para cerrar como primera del Grupo A. Chile, entonces (sí y solo sí gana los dos partidos que faltan), remataría segunda y chocaría con la inmensa Brasil en semifinales… Complicadísimo.
¿Por qué perdió Chile? Cada quien tendrá sus claves. Que Argentina asestó dos golpes duros, en momentos críticos del partido y a través del juego aéreo. Que La Roja se derrumbó físicamente en el segundo tiempo. Que Chile tuvo oportunidades claras para ponerse 2-0 (un tiro en el palo de Rosario Balmaceda, un remate elevado de Yessenia López en el área) y las desaprovechó. Todo eso es atendible.
Pero hay un factor que, a la hora del balance, podría haber cambiado el curso del encuentro: en el primer tiempo y con La Roja arriba por 1-0, la jueza del partido, la colombiana María Daza, dejó sin sanción dos claros penales a Mary Valencia. Es verdad, echarle la culpa a la jueza de una derrota es algo tan antiguo como el fútbol mismo y, por lo general, cae más en la justificación fácil que en el análisis serio.
Sin embargo, que la Copa América Femenina, un torneo clase A en relevancia, clasificatorio para Juegos Olímpicos y que determina al monarca de una confederación por cuatro años, se juegue sin VAR desnuda una verdad indesmentible: el fútbol femenino de Sudamérica sufrió una involución tremenda con este torneo, que en nada hace justicia a los tremendos avances que se habían logrado en las dos ediciones anteriores (Chile 2018 y Colombia 2022).

La molestia absoluta de Yanara Aedo por la falta del VAR
Tras el partido con Argentina, Yanara Aedo manifestó públicamente el fastidio que hay en el plantel nacional por la ausencia del video arbitraje. Y el reclamo de la campeona de Copa Libertadores con Colo Colo no es una simple excusa por lo ocurrido en el partido ante Argentina, sino que apunta a las deficiencias organizativas generales de la Copa América.
“Es una falta de respeto que no haya VAR. La Eurocopa se juega en paralelo y para nosotras es una vergüenza verla y luego ver la Copa América. En el partido pasado, no se nos cobra un gol legítimo y qué bueno que haya ido por televisión abierta, para que se vieran los dos penales que no nos cobraron. Con VAR cambia mucho las cosas. Altera todo, para ellas, para nosotras, para todas las jugadoras. Es una falta de respeto gigante. Para la organización, que se pongan las pilas, porque somos jugadoras igual que los hombres”, disparó la futbolista chilena con más presencias en La Roja (111 partidos, desde el 4 de noviembre de 2010).
Y tiene razón la temuquense. Que un torneo de esta magnitud se dispute sin algo tan globalmente instaurado como el VAR no tiene ninguna explicación, salvo la intención manifiesta de la Conmebol de ahorrarse unos pesos a costa del fútbol practicado por mujeres.
No hay justificación que valga. ¿Hace cuánto que se usa el VAR en el Futfem? Esa respuesta tiene incluso fecha precisa, 9 de abril de 2019. Curiosamente, la Selección Chilena fue protagonista del primer partido con VAR para el fútbol femenino en la historia: en Alkmaar, Países Bajos, la Roja se enfrentó con la Oranje Leeuwinnen y la FIFA utilizó ese encuentro como prueba para la implementación del videoarbitraje femenino, con miras al Mundial que luego se jugaría en Francia.
Por otro lado, Independiente del Valle es un equipo que habitualmente juega en copas internacionales, por lo que su estadio, sede de la Copa, tiene implementado el sistema; era cosa solamente de habilitarlo. Claro, eso significa asignación de recursos y es ahí donde la Conembol prefirió mirar para el lado.
No solo el VAR es en lo que queda al debe la Copa América 2025. Aedo también criticó un episodio que ha generado bastante disgusto y que grafica la muy deficiente organización de este torneo. “Lo dijo Brasil: no puede ser que calienten en un mismo lugar y que no puedan entrar a la cancha”…

¿A qué se refería la capitana de Colo Colo? El miércoles recién pasado, en el Estadio Gonzalo Pozo Ripalda, la sede donde se juega el Grupo B, se vivió un hecho insólito. Las selecciones de Brasil y Bolivia tuvieron que calentar en un espacio, común, cerrado, y no sobre el césped del recinto. Impresentable, sin dudas, y, como siempre se acota en estos casos, impensado si es que este fuera un torneo de hombres.
Copa América 2025: una tremenda involución
Los dos episodios apuntados por Yanara Aedo exponen que la organización de esta Copa América es deficiente. Y, si se le compara con los dos torneos que la precedieron, se llega a la conclusión de que el futfem sudamericano ha sufrido una involución importante respecto de los estándares que venía exhibiendo.
Es obligatorio realizar un repaso histórico de cómo la Copa América había crecido exponencialmente con cada una de las ediciones. Y, para ello, consignar que desde el primer torneo, en 1991, hasta 2006, en el continente se disputaba el Campeonato Sudamericano Femenino. Con todas las federaciones en un estatus amateur, salvo Brasil, era obvio que habría deficiencias. Más aún en una época en que el fútbol practicado por mujeres era invisible para las autoridades de la Conmebol y el certamen se realizaba solo por exigencias de FIFA para encontrar a los representantes zonales en los mundiales.
Se denomina Copa América Femenina desde 2010 y las dos primeras ediciones con ese nombre también se jugaron en Ecuador. Pese al nuevo aire que se le intentó dar con ese bautismo, las copas de 2010 y 2014 fueron también, a lo mucho, amateur.
Y hay anécdotas que grafican las pellejerías que pasaban las selecciones en estas citas. En la Copa América de 2014, por ejemplo, Chile experimentó un torneo desastroso desde el punto de vista organizativo. ¿Qué tanto? El debut de La Roja fue ante Argentina en Loja (1-0 para Chile, con gol de Francisca Lara) y, para preparar ese encuentro, el equipo que entonces entrenaba Ronnie Radonich tuvo que sortear las más increíbles dificultades.
La organización dispuso de un lugar de entrenamientos en un recinto militar, sin las más mínimas condiciones para recibir a una selección. Cuando el equipo llegó a la primera práctica, la cancha estaba ocupada por… ¡ovejas! Sí, el cuerpo técnico tuvo que arrear a los animales para poder arrancar con la sesión. El problema es que, una vez despejado el césped, este había quedado lleno de caca de los mamíferos ovinos, por lo que entrenar allí era imposible…
¿Otra? Tras ganarle a Argentina, La Roja jugaba su segundo compromiso ante Bolivia, en Cuenca. Partido programado para muy temprano en la mañana, en el estadio Alejandro Serrano Aguilar de esa ciudad. Chile llegó, como se acostumbra, una hora y media antes del pitazo inicial. El bus dejó a la Selección afuera del recinto, en una calle que circunvala el estadio. Sin seguridad, sin nada; algunos funcionarios de la delegación chilena tuvieron que hacer parar el tránsito, para que las jugadoras pudieran cruzar la transitada arteria. El estadio estaba cerrado y el empleado que atendió tras los golpes en la puerta ni siquiera sabía que ahí se disputaba un partido internacional. Fue a preguntar (las jugadoras afuera del estadio, a la intemperie) y regresó luego de unos 10 minutos, con la llave que abría el candado… Así de precario era todo en esa época.
Chile 2018 y Colombia 2022: la Copa se consolida
Todo cambió para la Copa América de Chile 2018, jugada en la Región de Coquimbo. La FFCh se quedó con la organización del certamen, tras ganarles la postulación a las dos principales candidatas: Colombia y Paraguay.
Para el torneo, la dirigencia chilena, encabezada en esa época por Arturo Salah, tiró toda la carne a la parrilla y organizó una Copa nunca antes vista en Sudamérica. Lugares de entrenamiento de primer nivel, los mejores alojamientos de la zona (de hecho, los mismos usados para albergar a las Selecciones en la Copa América masculina de 2015) y hasta detalles como una campaña de marketing especialmente pensada para resaltar el certamen. El resultado fue óptimo: estadios llenos, incluso para partidos en que no jugaba Chile, transmisiones televisivas con audiencias estelares y, en definitiva, un torneo del más alto estándar.

Colombia replicó ese formato para 2022 y la Copa, nuevamente, fue un éxito rotundo. A la buena organización y a una difusión propia para un torneo clase A, el certamen de 2022 agregó un factor adicional: por primera vez, se jugaría con un formato de clasificación final y final. Antes de eso, se utilizaba la misma programación de los campeonatos juveniles: grupos y cuadrangular final. Ahora, hubo duelos muere-muere en las instancias superiores, por lo que se le dio el valor agregado de una final continental.
Todos esos avances parecen haber quedado en el olvido para 2025. Estadios pelados, sin una imagen corporativa visible, fallos organizativos vergonzosos; sin VAR, sin nada digno de destacar. Por todos los logros obtenidos en los últimos ocho años, la Conmebol (o el Comité Organizador Local, quizás) da varios pasos en falso que hacen que el Futfem retroceda a una época que nadie quiere recordar.