
El boxeo mundial está de luto. Figurativamente hablando, claro está. Este martes, Terence Crawford anunció su retiro, asegurando que ya no tenía “nada más que probar”.
“Bud”, ciertamente, tiene un punto. A los 38 años, sus registros impactan, posicionándolo como uno de los mejores boxeadores de las últimas décadas, y con credenciales incluso para postularse como el más grande de todos los tiempos.
A fin de cuentas, se va invicto (42-0) y como el único campeón indiscutido en tres categorías distintas en la era de las “cuatro divisiones”, es decir, ostentando al mismo tiempo todos los cinturones de las organizaciones que rigen a la actividad desde 1988 -Asociación Mundial de Boxeo, Consejo Mundial de Boxeo, Federación Internacional de Boxeo y Organización Mundial de Boxeo-, con un total de 18 títulos distintos, en cinco pesos diferentes.
La guinda del postre la dio en septiembre, cuando derrotó con una pasmosa claridad a Canelo Álvarez en Las Vegas, pese a tener que subir dos categorías para enfrentar al mexicano, algo que es más fácil decirlo que hacerlo (Nota de la Redacción: es dificilísimo, y ni se diga ganar).
Pero es muy probable que, si algo supo de ese combate, fue la derrota del azteca, y cómo el mayor “fenómeno” mediático de los últimos años caía otra vez en un evento de primer nivel, poniendo en duda de nuevo su validez como gran campeón. Es más, es muy probable que tampoco haya escuchado nunca hablar de Crawford, pese a los logros que ya le resumimos.
Otro escenario muy posible es que, si de algo se ha enterado del boxeo mundial en las últimas semanas, es del circo mediático que se vivió este viernes en Miami. Por un lado, el excampeón de los pesos pesados Anthony Joshua, por el otro, el YouTuber Jake Paul, que terminó desplomado en la lona en el sexto asalto.
Un combate que repartió casi 174 millones de dólares y que fue visto por cerca de 90 millones de personas alrededor del mundo, cifras con las que solo pueden soñar los mejores boxeadores del momento, que solo pueden ver a la distancia, y con cierto dejo de envidia, lo que genera un personaje que, si bien ha demostrado talento dentro del cuadrilátero, sigue siendo primariamente una personalidad de redes sociales.

Y ahí radica el gran problema que está enfrentando el boxeo actual, donde las figuras más virales -y por ende, más famosas y millonarias- se llevan la mayor cantidad de luces, mientras los “mejores”, los verdaderos campeones, se tienen que contentar con un rol secundario y un reconocimiento que cada vez se aloja más solo en un nicho específico.
“El Monstruo” japonés que quiere conquistar al mundo
2026 promete ser un año clave para el boxeo, con varias “súperpeleas” que se están fraguando, o que al menos aparecen en el futuro probable. El problema es que muchas de estas no tendrán ni cerca el grado de exposición que están generando los combates de Jake Paul -ni se hable del “show de horrores” que fue su combate contra un Mike Tyson de casi 60 años en el que se temió por la salud (y hasta la vida) de “Iron Mike”.
Pero pese al repentino retiro de Terence Crawford, son muchas las figuras que están brillando en este momento en el concierto internacional.
Partiendo por el segundo mejor “libra por libra” del momento, y ahora, por defecto, el mejor: Naoya Inoue.
Un verdadero Dios pagano en Japón, “El Monstruo” tiene un impactante registro de 31 victorias sin derrotas, y ha ejercido un dominio soberano entre los pesos más livianos, primero en Gallo y ahora en Pluma, quedándose sin rivales como campeón indiscutido.
Contrario a la tendencia actual, Inoue pelea varias veces al año. Este 2025 ya combatió tres veces -le ganó por nocaut a Kim Ye-joon en enero y al estadounidense Ramon Cárdenas en mayo, y por decisión unánime a Murodjon Akhmadaliev en septiembre- y el próximo 27 de diciembre enfrenta a David Picasso.
Lo más cercano a un “nuevo” Manny Pacquiao que hay en la actualidad, por su mezcla de potencia y fiereza en contraposición con su tamaño y contextura física. El gran problema es que la gran mayoría de sus veladas son en su país natal, con los contratiempos horarios que eso representa para una exposición más global. De hecho, once de sus últimas doce peleas -contando la venidera contra Picasso- fueron en Japón, con la única salvedad de Cárdenas, que se produjo en Las Vegas.

¿Qué le queda al “Monstruo”? A los 32 años, todavía está en el peak de su carrera, y es probable que busque volver a subir de peso, en esta caso al Ligero. Y eso lo pondría en rumbo de colisión con Shakur Stevenson, campeón invicto del Consejo Mundial.
Considerado uno de los mejores peleadores técnicos de la actualidad, pese a su récord invicto (24-0) ha tenido que combatir siempre a su chapa de “fome” (de hecho, a los 28 años aún no tiene un apodo establecido). Mote que empezó a dejar atrás con su demolición de Josh Padley en febrero y que puede volver a enterrar con su combatazo ante Teófimo López del 31 de enero, una de las mayores citas confirmadas del próximo año.
Si vence, empezará a correr la cuenta regresiva para el inevitable duelo ante Inoue, y que debería darse en una de las catedrales del boxeo estadounidense.
Eso, para pesar del público japonés, que lleva años esperando por el choque de su ídolo nacional contra el otro ícono actual de su boxeo, Junto Nakatani. “Big Bang” también sigue invicto (31-0) y este 2025 simplemente se dedicó a cumplir con sus defensas obligatorias para retener el cinturón del Consejo Mundial en Peso Gallo (todos nócauts), ganando tiempo para tomar una decisión.
Se cree que, con 27 años, finalmente se decidirá por subir para retar oficialmente a su compatriota, quien entonces tendrá que tomar una decisión. ¿Inoue se mantendrá en Pluma para aceptar el desafío o subirá a Ligero para apuntar a Stevenson y a la postergada fama planetaria?
Pase lo que pase entre ellos, en las próximas temporadas deberíamos tener al menos un par de mega-combates en el horizonte. Y que, ojalá, podrían posicionarlos en el primer plano deportivo que hace tiempo merecen.
Y ojo que, por debajo, viene Jesse Rodríguez. Más conocido como “Bam”, a los 25 años ya tiene tres cinturones en los Súpermosca con una marca de 23-0, venciendo esta temporada a otros dos que llegaban invictos, Phumelele Cafu en julio y Fernando Martínez en noviembre, ambos con nocauts brutales que transformaron al texano rápidamente en el nuevo fenómeno norteamericano.
Su próximo objetivo será convertirse en el rey indiscutido de su peso, enfrentando a Willibaldo García Pérez, en fecha todavía por confirmar. Y si gana, como se espera, empezará a poner su mirada en los japoneses.

Congestión de estrellas en los Mediopesados
Subamos un poco en peso, donde hay otra pléyade de figuras que están pasando inadvertidas para muchos, pese a ir construyendo poco a poco carreras legendarias.
Excluyendo a un Canelo que no sabe qué hará tras su humillante derrota ante Crawford -de hecho, lo más probable es que le pidiera una revancha, algo que ahora quedó obviamente descartado- en los Wélter está David Haney. Aunque “El Sueño” perdió la condición de indiscutido por líos burocráticos, sigue invicto (33-0) y en noviembre disipó las dudas que había dejado en 2024 con un convincente triunfo sobre Brian Norman (nocaut en dos rounds). Ahora, parece decidido a recuperar todos sus cinturones, apuntando sucesivamente a Rolando Romero, Mario Barrios y Lewis Crocker.
La categoría con más estrellas en este momento es lejos el Mediopesado. Hoy, la gran figura es Dmitry Bivol, que en febrero le ganó por decisión dividida a Artur Beterbiev en una de las peleas del año, para colgarse tres de los cuatro cinturones. No ha combatido desde entonces, por una lesión en la espalda que lo hizo pasar por el quirófano, pero el ruso tiene los desafíos a la vuelta de la esquina.
Partiendo por la tercera parte de su trilogía contra el ucraniano-canadiense, quien a los 40 sigue siendo tan peligroso como en sus mejores tiempos, menos móvil pero igual de potente. “El Conejo” está ad portas del retiro, pero volver a conquistar los títulos que perdió podrían hacerle retrasar la colgada de los guantes. Sin embargo Bivol, con apenas una derrota en 25 combates, sería el favorito en caso de enfrentarse nuevamente.

Y en paralelo está David Benavidez, el “Monstruo Mexicano” que no ha sido derrotado en 31 peleas y al que, ya casi míticamente, Canelo Álvarez nunca quiso enfrentar.
Dueño del cinturón del Consejo Mundial, este año tuvo dos victorias impactantes y resta por verse si esperará al ganador definitivo entre Bivol y Beterbiev o si subirá otra vez de peso hasta el Crucero, donde el campeón indiscutido, Gilberto “Zurdo” Ramírez (48-1), espera hace tiempo por un rival a su altura.
Mientras, se ha tenido que conformar con combates en Medio Oriente y en escenarios secundarios de California, donde puede atraer más público de su natal México.
Lamentablemente, solo un promotor muy hábil -o con buen olfato boxístico- podría ser capaz de llevar a cualquiera de ellos a una de las arenas principales en Estados Unidos, disminuyendo el potencial impacto que alcanzaría un choque entre todas estas estrellas, que siguen relegadas a las revistas especializadas y las conversaciones de eruditos.
La paradoja de Usyk: sin rivales ni desafíos
Por último, encima de todos literal y figurativamente, el rey incuestionable de los Pesos Pesados: Oleksandr Usyk.
“El Gato” solo peleó una vez este año -ganándole, otra vez con claridad, a Daniel Dubois- y sencillamente ya no tiene nuevos desafíos. En los últimos años derrotó dos veces a todos los otros cracks de la división, como el antes imbatible Tyson Fury, que se terminó retirando, o el mismo Joshua, que como una extraña forma de volver a los primeros planos no le quedó otra que medirse ante Jake Paul.
Aunque sigue siendo poco reconocido en el mundo occidental, sus logros rivalizan (y hasta superan, en ciertos aspectos) a los de otras leyendas de los Pesos Pesados, incluyendo a los mismísimos Muhammad Ali y Rocky Marciano. Nada mal, considerando que hace solo cinco años dio el salto desde los Wélter y se le sigue considerando como demasiado “pequeño” para la categoría (mide 1,91 en un tiempo donde sus oponentes suelen superar los 2 metros).

¿Qué puede hacer ahora? Por un lado, seguir usando su plataforma para pelear por los derechos de Ucrania tras la invasión de Rusia y, por el otro, encontrar algún nuevo oponente. El otrora temible Deontay Wilder, que ya está casi retirado, podría ser el oponente más marqueteable, sobre todo considerando que la pelea podría darse en Estados Unidos, un país en el que no combate desde 2019; es decir, desde antes de su reinado.
Sería un evento lleno de luces, pero con poco de competitivo, por lo que más esperanzador es que alguien “suba” para hacerle frente. Ahí, por edad, Bivol (34) y Benavídez (28) serían los rivales soñados, pero no cabe duda que tendrían que apurarse. Usyk ya tiene 38 años y el mayor temor es que tenga que terminar diciendo adiós tras un par de temporadas más sin escollos de calidad, y sin poder volver a mostrarse en los grandes escenarios.
Y su caso ejemplifica justamente el tema con el que empezamos. Durante décadas, probablemente más de un siglo, el “Campeón de los Pesos Pesados” era más que un simple título boxístico. Quien ostentaba esa chapa era una personalidad global, y uno de los seres humanos más famosos y reverenciados del planeta.
Pero Usyk, por su nacionalidad y su extraordinario dominio de la competencia, se está desperdiciando pese a tener los mismos quilates que otras leyendas de este deporte. Lo mismo está pasando con Naoya Inoue y le ocurrió a Terence Crawford, mientras ven como un YouTuber, apoyado por sus millones de followers, les roba protagonismo y se ha transformado en la cara de este “boxeo versión siglo XXI”.







