Dos años alcanzó a jugar el exfutbolista Pablo Mouche (37) en Colo Colo, 2019 y 2020. Días difíciles, en que tuvo que convivir con el estallido social, primero, y la Pandemia de Covid, después.
Sería tirar el tejo muy pasado decir que el argentino se transformó en ídolo del Cacique, pero sí es válido recalcar que Mouche estuvo en momentos significativos para la institución. Ganó una Copa Chile (2019), por ejemplo, y en total jugó 55 encuentros con la alba y marcó ocho goles.
Pero destacó por sobre todo en la faceta de asistidor, en la que registró 14 pases que terminaron en gol. Uno de ellos, inolvidable, fue el que le dio a Esteban Paredes el privilegio de ser el máximo anotador del fútbol chileno, al definir un Superclásico con la U en el último minuto.

Pero el adiós no fue del todo grato. El año en que Mouche se fue, Colo Colo peleó por no bajar a Primera B, y a ese encuentro, que no jugó, llegó en un estado de máximo roce con la dirigencia de Blanco y Negro.
La tensa relación con Blanco y Negro
Han pasado cinco años desde que se fue de Pedrero y hoy Mouche, retirado del fútbol profesional, detalla junto a En Cancha Prime como la relación entre él y la regencia alba se fue desgastando.
-En el año en que te vas del club, el equipo termina peleando el descenso y salvándose en un desempate. ¿Había algún indicio de que la cosa iba hacia allá?
El partido por la salvación no lo llegué a jugar, porque, como lo dije en su momento y para que quede claro, la responsabilidad de que yo no jugara ese partido fue ciento por ciento de Blanco y Negro. Una semana antes, me comunican a mí que querían romper mi contrato, que no iba a seguir en el equipo, por esta mala relación que teníamos post pandemia, por el tema del juicio y todas las audiencias que tuve que enfrentar legalmente. Teníamos una relación muy tirante, muy desgastada, que llevó a que en los últimos diez días o dos semanas fueran muy turbias, de mucha tensión. Prácticamente estaban arreglando mi rescisión de contrato y mis formas de pago, porque obviamente me debían plata por el tema de la Pandemia. Ellos nos mandaron al Seguro de Cesantía y estuvieron más o menos seis meses sin pagarnos y después tuvimos que arreglar un periodo de pago, donde fue muy difícil de llegar a un acuerdo.
-¿Y todo eso antes de ese partido tan importante?
Blanco y Negro me manda la rescisión del contrato y todo el arreglo una semana o diez días antes, comunicándome que ya no me querían más, “para nosotros, estás fuera del club”. Entonces, en ese momento, antes del partido, yo tenía una lesión que venía arrastrando hacía un tiempo, pero obviamente, por la situación del equipo, lo del descenso, seguí jugando lesionado. Ahí sí tengo que agradecerle a Gustavo Quinteros que me dio todo el apoyo de seguir poniéndome en cancha, porque si era por Blanco y Negro no jugaba. Él se la jugó por mí, pero llegó un momento que en el último partido no pudo contar conmigo por este motivo y ayudado por el tema de la lesión; pero si él necesitaba que jugara, yo lo hacía. Fue por Blanco y Negro y no por falta de compromiso con el equipo.
-¿Intentaste hablar con Quinteros, para ver si podía solucionar la situación?
En un momento, di por perdida la batalla. Ya estaba cansado y estresado mentalmente de este tironeo con Blanco y Negro. Emocionalmente, no la estaba pasando bien y más encima estábamos saliendo de una pandemia, más todo lo que conllevó ese juicio. La gente desde afuera no se entera de las cosas que pasan día a día en un vestuario o en un club: pelando el descenso, quedaste fuera de la Libertadores, no te pagan, estás en juicio o en audiencia con la empresa. Fueron seis meses recontra estresantes. La realidad es que ya di un punto final: ya, si la quieren así, perfecto, agarro mis cosas, me voy, no juego más. ¿Quieren eso? Ok, lo lograron. Agarré mis cosas, entrené hasta el último día y después del partido me fui.
-¿Estuviste en Talca para ese partido?
No acompañé al equipo al viaje y eso sí me lo reprocho. Hoy viéndolo en frío, mis compañeros no se merecían no contar con mi presencia en el estadio o en el vestuario. No sé, de todas maneras, si Blanco y Negro iba a permitir que yo estuviera ahí, pero tampoco lo intenté. En ese momento, lo sentí así y preferí no ser políticamente correcto y no hacer como que no pasaba nada y viajar con los dirigentes como si todo estuviera bien.
-¿Quién era tu interlocutor en el club en esos momentos tan delicados?
Hablaba mucho con Marcelo Espina, que era el manager deportivo en esos momentos y también con los que manejaban el club, Harold (Mayne-Nicholls), el vicepresidente y (Aníbal) Mosa, que era el presidente. Con Mosa tenía menos relación, porque no era el presidente que me llevó al club. Sí tenía relación, pero normal, no de confianza ni tan fluida. Sí con Marcelo Espina...
-¿Excluyes a Marcelo Espina de todo el conflicto?
Si, porque él, por lo menos conmigo, se comportó 10 puntos. Es más, lo terminan echando. Imagínate que al manager deportivo, ídolo del club, poco tenía que ver porque era el que estaba en medio entre el plantel y Blanco y Negro. Poco tenía que hacer en un tema judicial. Él lo que aportaba era desde la parte deportiva, su trabajo. Pero llega un límite en que él se tenía que correr, porque las decisiones las tomaba ByN y las del plantel las tomábamos los referentes o el plantel entero, cuando teníamos las reuniones. Él sí podía aconsejar a las dos partes, pero poder de decisión no tenía mucho. Sí tenía continua comunicación con él para llevar este tema y mi representante, Darío Bombini, en ese momento, que también llevaba las riendas de una negociación, aunque sí me hubiera gustado que las tomara más fuertemente, que se involucrara más de lo que se involucró, y él lo sabe.
-¿Por qué pasó eso?
Puedo entender su parte, que lo habrá sobrepasado la situación, pero la realidad es que no me gustó eso de estar en las dos facetas: ir a entrenar y jugar al fútbol en una pandemia y tener que hacerme cargo de unas negociaciones a nivel legal y judicial con una empresa. No era mi trabajo y me hubiese gustado que se hubiera involucrado un poco más, para yo estar más relajado mentalmente.

Un conflicto que escaló...
-¿Cómo manejaste el tema mental durante esos seis meses?
La pasé mal. Fueron dificilísimos esos seis o siete meses. Más, incluso, porque la Pandemia arrancó en marzo e inmediatamente se paró el fútbol y desde el día 1 que empezó esta negociación y tires y aflojes de ByN con el plantel, no solo conmigo, sino con todos, fue muy difícil manejarlo. Además, los primeros meses era ir a entrenar muy aislados y sin jugar. Muy complicado, porque solo teníamos en la cabeza el juicio, los quilombos, las negociaciones, reuniones, las audiencias. Fueron un montón de cosas. Traté de manejarlo de la mejor manera, en el rol que asumí como referente, traté de llevar las negociaciones para el beneficio no solo mío, sino que de todos mis compañeros. Tengo el orgullo de que la mayoría me agradeció por cómo me comporté; otros, como pasa en todos lados, fueron desagradecidos, pero cada uno en su conciencia tendrá su punto de vista. Mi nivel futbolístico los sostuvieron mi cabeza, mi familia, mis amigos y mi gente querida.
-¿Te terminó pasando la cuenta el estrés en algún momento?
Me pasó factura en los últimos meses, que no los terminé como yo hubiese querido. Los dos años y dos o tres meses que estuve en Colo Colo, por esto de la Pandemia, me fue realmente muy bien, salvo los últimos dos meses. El estrés mental me pasó la factura en lo físico, porque me empecé a lesionar más de lo que estaba acostumbrado, comencé a bajar mi rendimiento en algunos partidos. No me voy a justificar como que “ay, che, bajé el rendimiento porque estaba en juicio y porque me llevaba mal con ByN”. ¡No! Lo bajé porque lo bajé nomás, pero un porcentaje grande fue por todo este trajín que venía desde marzo, casi todo un año. Por querer estar igual en cancha, con el equipo y poder cumplir y poder ayudar, jugaba lesionado o me recuperaba antes de lo debido y no llegaba al partido al cien por ciento. Me pasó factura y me hago cargo; eso fue responsabilidad mía, quizás no lo supe manejar.
-¿Y crees que quizás Blanco & Negro te las cobró por haber sido uno de los referentes, por ser uno de los que hablaba?
Estoy recontra seguro, porque antes de que pasara todo el lío, estaba en negociaciones con Marcelo Espina para renovar el contrato. Es más, para mí hubo ahí un problema de comunicación tal vez con mi representante; yo había firmado mi contrato original por un año, más uno, es decir que si cumplía con más del 60 por ciento de los partidos, de los minutos, se me renovaba automáticamente. ¿Qué pasó?: cuando a mí se me cumple ese porcentaje, me toca justo en el partido contra la U en el Monumental, ganamos 3-2 sobre la hora, con tres asistencias mías, que uno de los goles fue el de (Esteban) Paredes en el récord del fútbol chileno histórico. En ese momento, tenía una oferta para irme a jugar a Bélgica y el club la sabía…
-¿La pensaste?
Si yo como jugador, o mi representante ese momento, hubiera sido inteligente, no hubiera dejado correr ese año que me quedaba. Habría ido a ByN a presentársela y decirles: “A Pablo se le renueva automáticamente el próximo partido. Acaba de ser figura y está teniendo un torneo bárbaro. ¿No le firmamos un año más?” Porque además tenía la oferta de Bélgica. Yo le dije a mi representante que me quería quedar en Colo Colo, para jugar la Copa Libertadores, ya estábamos clasificados. Entonces, si hubiésemos sido más inteligentes, hubiéramos aprovechado ese momento, más esa renovación, y en vez del año automático habría renovado por un año más. Nos dormimos, fuimos unos pelotudos y, al otro año, en la Pandemia, yo tenía un principio de renovación para renovar por otro año, aparte del que estaba corriendo. Pero todo lo del juicio, las audiencias, la tensión con ByN fue un detonante muy grande. Gustavo Quinteros me quería, me lo dijo en la cara y yo le creo, porque no me mintió nunca. Pero la última palabra la tenía la empresa, que le chupa un huevo lo que dijera el técnico. No me quedaba salida, yo sabía que mis días en el club estaban contados.
-¿Y qué hubiera pasado si es que te quedabas en Colo Colo?
Viendo cómo le fue a Colo Colo después, que salió campeón, que hicieron una estructura, que habían descomprimido lo que había pasado. Los cambios, porque creo que Mosa se fue y después volvió, no tengas dudas que yo me hubiera retirado en Colo Colo.
-¿No te arrepientes de haber puesto la cara por el plantel como referente, por todo lo que pasó después?
¡Ni en pedo! Lo volvería a hacer…

Pablo Mouche desaprueba el funcionamiento de B&N
-¿Cómo ves la manera en que la directiva de Colo Colo manejó el tema de Jorge Almirón? Anunciaban que lo querían fuera, pero seguía ahí… Muy raro todo, ¿no?
Una relación por obligación y ¿cómo terminan esas cosas? Mal. No lo encuentro positivo por ninguna parte, pero B&N se maneja así. Tienen un directorio chico, donde ponen cada uno su punto de vista y su análisis, le dan poca importancia a lo que pueda pensar una persona experimentada a nivel futbolístico o deportivo. Le dan poco valor a lo que pueda aportar un gerente deportivo, que está preparado para ese cargo y que tiene la experiencia de haber vivido en un vestuario. Esto es un punto clave: sí es importante que un gerente deportivo sea exjugador, pero que no sea dirigente.
-¿Cómo así?
Que el exjugador se aparte de lo que es ser dirigente o empresario, pero que el gerente deportivo sí tenga que ser exjugador. Cuál es el problema ahí, que cuando al club lo maneja una empresa como B&N o una SADP, creen y tienen tanto poder, porque son lo que manejan económicamente al club, que no le dan el valor o la importancia a ese gerente deportivo. Entonces, el gerente da un punto de vista, un análisis, pero a ByN o al que sea le importa un carajo, porque como ponen la plata dicen “el club es mío”. Ellos se creen dueños de los clubes y sí, está bien, son los que de las acciones y los que ponen la plata, pero ¿hasta qué punto eres dueño? Si Colo Colo es de los socios también, Colo Colo tiene hinchas por todos lados, ¡de adónde que el club es tuyo! No tienen un límite.
-O sea, tu postura es que la última palabra sí debería ser de los dueños, pero que no escuchan a nadie para llegar a las conclusiones…
No escuchan a nadie. Se escuchan a ellos mismos y se pelean públicamente entre ellos mismos. Se cagan a palos, se matan. Se viven tirando palazos entre ellos, entonces, ¿qué puede salir bueno de todo eso? Si te van a decir que salieron campeones, con Quinteros, con Almirón, pero ¿y un club en armonía? ¿Bien gestionado?
-¿Sientes que si Colo Colo no cambia las formas en el directorio, no podrá dar el salto de calidad?
¡Jamás! No estoy diciendo que las SADP son culpables, pero depende cómo se maneja esa SADP. Si vas a una Sociedad, por ejemplo, como la de Racing de Montevideo, la que manejaba Fernando Cavenaghi. Era el gerente deportivo y los dueños eran otros y les daban el lugar y la importancia a Fernando y a su gente para manejar el club deportivamente. Entonces, depende de cómo la SADP se comporte y se maneje. Después, están las otras como ByN, que no tiene formas para gestionar a un club tan grande como Colo Colo. Capaz que vaya a O’Higgins y le vaya bárbaro o a Palestino o a Audax. Pero a Colo Colo no, porque es muy grande.