Casi al final de la entrevista, Julio Barroso (40) agradece por abordar temas que no siempre le preguntan: la necesaria vocación formativa que debe haber en los técnicos de las series menores y el desarrollo deportivo y social de los “chicos”, como el zaguero argentino aún les dice a los adolescentes o jóvenes.

Radicado en Viña del Mar, Barroso está dedicado a estructurar un trabajo en el club perteneciente al Grupo Pachuca orientado a generar series menores fuertes que comiencen a alimentar al Primer equipo en unos años más. No es poca cosa para un fútbol chileno dirigido por personeros que en su mayoría no ve más allá del resultado del fin de semana.

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-No sé si será uno de los mejores recuerdos de tu carrera, pero probablemente uno de los más lindos. Se cumplen 20 años del título del Mundial Sub 20. ¿Qué recuerdos son los primeros que se te vienen a la cabeza?

Veinte años...!! Primero, me sorprende el tiempo. El primer recuerdo es la nómina que incluía mi nombre dentro de los seleccionados. Fue en una selección competitiva con jugadores de gran nivel. Para mí fue un gran sueño, porque yo jugaba en Argentinos Juniors en esa época, estaba entre medio de chicos que también tenían su recorrido en diferentes clubes grandes de Argentina. Cuando la carta llegó, fue la primera noticia más linda que recibimos como familia.

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-Pablo Zabaleta y tú eran los más viejos, entre comillas, de ese plantel. ¿Qué recuerdas del rol que les tocaba ejercer, sobre todo en esa época en que no maduraban tan rápido como hoy?

Sí, con Pablo éramos los más grandes. Ya veníamos del Sudamericano y de procesos anteriores desde los 15 años convocados a la selección. En esa época a mí me tocó viajar a Toulon con la categoría Sub 20, que fue la de (Javier) Mascherano en ese tiempo, entonces teníamos buen conocimiento de cómo era la manera de manejarse en la selección juvenil que estaba (José) Pekerman. Había una línea de conducta muy importante, donde se hacía mucho hincapié a los valores de cuidar el respeto como argentinos que estaban representando al país no solo adentro de la cancha, sino afuera. Por ahí nosotros teníamos más madurez porque veníamos de estar en un equipo que cuando uno debutaba lo hacía con jugadores grandes, de recorrido, y era bravo incorporarse en ese tiempo. Entonces fue más fácil ayudar a todos los chicos que fueron extraordinarios en su comportamiento.

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-¿Con qué momento se queda: la final del Mundial Sub 20 o el gol que le marcó a Colombia en el minuto 90 en octavos de final?

Jodidísimo... el otro día estaba mirando el gol a Colombia y está difícil elegir. Obviamente, soy más colectivo que individualista, porque en el éxito colectivo también luego destaca el individual. Me quedo con la final, porque ganarla nos terminó otorgando esa medalla que es un privilegio.

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Uno de sus momentos más felices de su exitosa carrera: abrazado por Pablo Zabaleta, luego de anotar el gol del triunfo sobre el cierre del partido.
Julio Barroso y el gol a ColombiaUno de sus momentos más felices de su exitosa carrera: abrazado por Pablo Zabaleta, luego de anotar el gol del triunfo sobre el cierre del partido.

La deuda de no haber llegado a la Selección Mayor de Argentina

-Hiciste todo el proceso de la 15 a la 20 y cuando uno hace todo ese proceso internamente dice bueno, en algún momento me va a tocar la mayor, y tu no pudiste jugar. ¿Cómo lo tomaste?

Siempre le di la vuelta porque una vez que uno termina un proceso de Sub 20, lo que más anhela es jugar en la Selección Mayor. Me tocó también ser sparring de (Marcelo) Bielsa cuando dirigía Argentina. Tenía muy buena consideración conmigo. Me enseñó un montón, le gustaba cómo jugaba de central. Pero si tendría que volver atrás es cuando a los 20 años me compra Boca Juniors. Y voy a un equipo en el que obviamente era muy difícil jugar. Lo agarró (Alfio) Basile, ganó varios títulos y la verdad que los chicos, salvo Fernando (Gago), no tuvimos oportunidad. Tal vez quedarme en Argentinos Juniors o haber tenido un proceso de jugar en Primera más tiempo, porque con Argentinos Jrs. jugué en la B, hubiese mostrado las capacidades que mostramos en el Mundial. Siento que eso fue más que nada. Pero bueno, Dios sabe por qué no se dio.

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-Jugaste en Boca y Racing siendo muy joven, y después vas a Europa, al Lorca de España. ¿A nivel de expectativa fue muy duro volver de Europa en tan poco tiempo?

No, porque volví a Boca. Me quedé un año más, aproximadamente, para luego venir para Chile. Jugué en algún partido con (Carlos) Ischia como técnico, con el Coco (Basile) en alguna gira, pero no jugué como para tener esa continuidad que buscamos todo. Dije bueno, capaz que se da, pero terminó resultando más contraproducente, porque después ese año prácticamente jugué más en Reserva que en Primera.

-¿Y cómo fue ese cambio de pasar a jugar en la Bombonera al Nelson Oyarzun de Chillán?

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Fue un cambio grande. A mí me tocó vivir un montón de cosas muy prontas en Argentina; el Mundial; entré en un Boca-River, cuando Gary Medel hizo los goles; jugué un Estudiantes-River, Estudiantes-Gimnasia, en un Racing-Independiente. Son tesoros que me quedan, porque no todo fue ingrato lo que viví en Argentina. Pero, como digo, en la vida a veces hay que bajar dos escalones para subir tres. Y lo tomé así. Sabía que no venía jugando, que no tenía continuidad y venir a Ñublense tenía su atractivo, porque me ofrecieron volver a mi posición natural, que era de zaguero central. Me reconquistó volver a tener esas ganas de mostrarme como central, que era lo que hice en Argentinos Juniors. Gracias a Dios, para mí y el club fue positivo, porque después se dio lo de negociar y salir con una venta. Cuando uno al club le deja cualquier tipo de cosa, no solo un título, y aporta a la economía, también es bueno.

Las clases de zumba con Jorge Garcés y el estilo Berizzo

-¿Qué recuerda del técnico Jorge Garcés, un personaje del fútbol chileno? ¿Qué se te viene a la cabeza?

Cuando llegué no conocía a nadie en Chile, tampoco a Jorge, que había dirigido la Selección. Siempre me reía por su elegancia, su manera de ser, tan relajado. Un tipo súper amable, respetuoso y hasta gracioso. Una vez en la pretemporada con Ñublense, nos llevó a una clase de zumba con una profesora que terminó bailando zumba con los chicos. Yo no lo había vivido nunca. Pero bueno, él tenía su estilo.

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Con el equipo rancagüino consiguió su primer título en Chile.
Julio Barroso en O'HigginsCon el equipo rancagüino consiguió su primer título en Chile.

-¿Qué buscaba con esa clase de zumba?

Y no sé cuál era el trasfondo. Capaz que lo sé, pero no me atrevo a decirlo, porque por ahí, qué sé yo, vio algo físico o tenía que ver más con otra cosa. Dejémoslo ahí (ríe).

-Tu paso por O’Higgins fue algo muy potente, porque el equipo sale subcampeón y después, campeón, el primer título en la historia para Rancagua. ¿Qué tuvo ese plantel para ganarle a los grandes?

Tuvo un trabajo durísimo a nivel físico. Si bien Eduardo (Berizzo) juntó piezas, ya que el club fue a buscar jugadores de diferentes partes que se consideraban proyectos, y de reunir chicos que tenían recorrido en equipos importantes en Chile, también combinó un trabajo que fue muy exigente para Chile, que por ahí no tiene una cultura tan física en el desarrollo de los jugadores. Él irrumpió y le dio una cuota de agresividad y dinámica física muy alta para ese tiempo. Éramos un grupo de buenos jugadores, sí, pero que no parábamos de correr. Era impresionante, teníamos dos o tres jugadores presionando al rival siempre. Por eso peleamos a la mejor U que he visto hasta ahora, la de (Jorge) Sampaoli. Recuerdo que en mi primer entrenamiento, por ejemplo, estaba vomitando. Ése era el límite, se arrancaba vomitando y de ahí se hacía la adaptación. No estoy exagerando nada. Nos entrenábamos a un nivel muy alto. Algunos resistieron, otros no, pero fue fortaleciendo muchísimo la mente y ahí creo que nos dio los argumentos para transformarse en la piedra del zapato para esa U que ganaba todo.

-Aquella final con la Católica debe tener un sabor especial, porque no es lo mismo ganar con un equipo humilde que con Colo Colo.

Queríamos saber cómo se vendían las entradas, porque como el Nacional era un estadio neutral, esperábamos que fuera 50 y 50. Pero Católica sacó ventaja de su rol de equipo más importante y estuvimos en un 75 a 15. Pero el 15% nuestro fue totalmente eufórico, porque llevar a tipos que nunca habían obtenido un título contra 75 que sí estaban acostumbrados, el nivel de euforia se hacía sentir un montón. Nosotros llegamos con un buen nivel de confianza. Fue realmente muy lindo todo. Después, ganar y ver a Rancagua que explotaba fue de verdad maravilloso. Hasta el día de hoy sigo pensando que un primer título para cualquier institución es algo único, un privilegio que se va a quedar siempre guardado.

-Mencionaste el nivel de exigencia, ¿qué otros atributos le viste a Berizzo y que lo sigues viendo a lo largo de su carrera?

Eduardo venía de ser ayudante de Bielsa, claramente tenía una línea muy parecida en entrenamiento, el conocimiento táctico y la estrategia para encarar los partidos. Una clave muy importante para el jugador es cuando vos tenés una estrategia clara de cómo enfrentar a tu rival, porque ya tenés muchas herramientas y no esperás a ver qué va a ir pasando. Eduardo tenía constantemente un plan, sabía como jugaba, contra quién jugaba, el análisis claro, mucho video individual que también está buenísimo para el crecimiento que él requería de cada jugador. Entonces había mucha dedicación. No fue un título ni un subtítulo de suerte, sino que de mucha dedicación. De él y su cuerpo técnico. Él tomó esa oportunidad. Como Bielsa dice en la frase de que cuando la preparación y la oportunidad se unen, el éxito está ahí, en la puerta.

¿Jugadores de casa o que otro haga el negocio?

-Sientes que en la Selección de Chile faltó que le tuvieran un poco más de paciencia.

Tanto Eduardo como muchos empezaron a vivir el proceso de esta falta de recambio de la Selección. Sabían que tenían una generación que les había brindado mucho, pero empezó a vivirse la transición de qué pasaba si no estaba tal jugador. No es de Eduardo la culpa. La culpa claramente es de todas las instituciones que le brindan jugadores a la Selección desde sus series formativas. Lo que hoy me toca trabajar y lo que veo no sé si fue solamente la falta de paciencia. Es una parte, sí, pero el tema de las herramientas de recambio, como a muchos, le pasaron la cuenta.

-Muchos jugadores y entrenadores afirman que, salvo los grandes y algún otro club, el fútbol chileno no tiene las inferiores que debiera tener, pese a que el nivel del futbolista chileno es técnicamente bueno. Pero que faltan infraestructura, herramientas y temas físicos que lo termina padeciendo la Selección.

La palabra es sin preparación. Así de simple. El talento está, todo chico, como me decía un entrenador, es un diamante en bruto. La función de la formativa es pulir la técnica, la táctica, la parte física, la parte mental. Hay cosas que son infraestructura y otras que son preparación. Uno tiene que saber, si vamos a enseñar la técnica a los chicos, cuál es la correcta, cuál es el correcto control, cuál es el correcto pase, cuál es la técnica de la pierna inhábil. Yo hice un gol con pierna zurda y me encanta ese gol porque tuve un formador que me tenía pateando con la pierna inhábil la mitad del entrenamiento. Yo podía jugar de central con un metro 75 porque tuve un formador que me ponía una hora trabajando la técnica con salto. Si no sabemos cuál es la importancia de medir a un chico con índices biométricos, antropométricos, no vamos a mejorar.

El jugador de Colo Colo con el trofeo de la Copa Chile tras vencer a Everton en la Copa Chile 2016.
Julio Barroso campeónEl jugador de Colo Colo con el trofeo de la Copa Chile tras vencer a Everton en la Copa Chile 2016.

-Y eso es parte de una estrategia formativa, lógicamente.

Hoy tienes que saber hacia dónde va el club, si quiere jugadores de casa o que otro haga el negocio. Creo que eso es lamentable cuando vos tenés la oportunidad hacerlo porque está el material. Estuve cinco años en la Selección Argentina y estuve de los 9 hasta los 18 años en Argentinos Juniors, que era un semillero. Todo esto, además de ser ex jugador, trato hoy de enseñarlo. Pero hay mucho desfase, hay chicos de edad para jugar fútbol profesional que no se encuentran en condición para hacerlo. Hay tres o cuatro clubes que pueden ofrecerle jugadores a la Selección Sub 20 jugadores. Hay una problemática grande que si no se soluciona se va a seguir padeciendo este mal llamado ‘Vamos a esperar una Generación Dorada que se levante’, no que la formemos.

“Las series menores deben tener técnicos con vocación”

-Cuesta creer que hasta los clubes grandes tengan ese déficit a la hora de formar jugadores.

Creo que hay que tener vocación en la series formativas vocación y entender que la vocación es un llamado. Si vos estás en la formativa para ganar títulos y tu escalera para que te asciendan y ser un entrenador de un equipo profesional, hay algo que está mal. Si bien el sueño de ser entrenador de Primera, no digo que esté mal, en cada serie tiene que haber alguien con vocación. Cuando yo estaba en el Club Parque, en la época de Argentinos Jrs., estaba Ramón Madonni, un formador de grandes figuras que han pasado por el fútbol argentino. Él trae a Carlos Tévez de Fuerte Apache. Recuerdo que no solo a Carlos, a un montón de chicos que tenían carencias, iba y les compraba un sándwich en el buffet del club. Y era un tipo que ganaba el sueldo mínimo con Argentinos Juniors. Pero como él veía un talento, les brindaba todo lo que podía hacer, además de entrenarte, que era un genio haciéndolo. ¿Pero en qué me quedo? Que finalmente terminó siendo contratado por (Mauricio) Macri en Boca Juniors y lo lleva como el mejor formador de Argentina y le quintuplica el sueldo. Pero él nunca dirigió para que su sueldo fuera aumentado. Lo hizo por vocación. Él amaba ver a un pibe que pateara bien, era su única búsqueda. Entonces, claro, es un desafío volver a encontrar a la gente que disfrute ver a un chico crecer, en lugar de ‘sí, ganamos el fin de semana’. No importa si el pibe patea bien o patea mal.

-En Argentina pasa mucho que a los técnicos de inferiores se les pregunta más cómo salieron el fin de semana que cómo jugaron. ¿En Chile pasa eso mismo?

El resultado no lo podemos desligar del fútbol, está claro. Un buen proceso formativo automáticamente te acerca a ganar campeonatos. Pero para mí tiene más valor entregar a uno, dos o tres chicos en Primera División el próximo año. Llegué a Everton y evaluamos a 45 chicos. Jugué 27 partidos, roté constantemente el plantel, para que los chicos tuvieran la oportunidad para mostrarse y definir el proceso, si continúan, si son potenciales para Primera. No me quedo solo con los once que me hacen ganar. Si lo hago, soy un egoísta y a ese chico le quito la ilusión, el sueño. Yo me tomé el tiempo de decir no, no voy a jugar con el mismo equipo por el solo hecho que a mí me hace bien. Mi nombre, gracias a Dios, lo logré con mi carrera. No necesito hacerme un nombre ahora de esta manera, al contrario, quisiera hacérmelo ayudando a que estos chicos tengan la ilusión que yo tuve cuando alguien me promocionó y dijo este chico puede jugar fútbol profesional. Si no diagnostico y no veo todo lo que hay en las series de 18 y 16 años, realmente mi trabajo no tiene sentido. Estamos reestructurando al club, con el apoyo de la gente de México, para que ahora, si entramos en un proceso real, en dos o tres años más tengamos una calidad diferente del jugador, al menos de Viña del Mar.

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