
Donde estuvo, hizo goles. En la galería de los grandes artilleros del fútbol chileno, el talquino Cristián Montecinos (54) tiene reservado un muy merecido espacio estelar. Jugó en Chile, México, Colombia, Emiratos Árabes y Qatar, y en todos esos destinos la huella goleadora que dejó es imborrable.
Retirado de la actividad profesional desde 2009, Montecinos vive actualmente en Villarrica y, desde allí, atiende a En Cancha Prime, para realizar un detallado y sabroso repaso por su carrera futbolística.
Los días de gloria en Colombia, cuando en un Junior de Barranquilla indomable y en el que compartió camarín con la leyenda sudamericana Carlos Valderrama, fue campeón, goleador y elegido el mejor extranjero de la Liga. También, cuando en una campaña histórica se transformó en el primer chileno en marcar en el Mundial de Clubes, y nada menos que al Manchester United de Alex Ferguson.
Montecinos no esconde, tampoco, su estilo frontal y muchas veces polémico. Sencillamente, le gusta decir las cosas por su nombre y así lo demuestra cuando se refiere, por ejemplo, al discreto rendimiento de la Selección Sub 20 en el pasado Mundial.
Cuando a Chile, en todas sus categorías, le pena un artillero como los de antaño, Montecinos arranca esta charla con una explicación de por qué se ha ido desvaneciendo ese fundamental aspecto del juego en nuestro país: “El goleador de área se perdió en sí, porque hoy se juega mucho por los costados, en velocidad, mucho más vértigo. Y en mi época no, era más sostenido el juego, de mucho toque, de llegadas con triangulaciones, un poco más lento. Pero de que hoy se perdieron los goleador, sí, efectivamente. Ya no está el jugador de área, el Tunga (González), Juanito Carreño, Marcelo Corrales y ese tipo de jugador. Lamentablemente, por un lado, porque hoy le daría un plus a un equipo si es que tuviera alternativa”.
-Pero el gol se sigue pagando y siempre es lo que los equipos buscan. En Chile, especialmente, falta gol…
Es porque las características que buscan los entrenadores, sobre todo en las divisiones inferiores, son distintas a las que sacaban antes. Hoy no se juega con un jugador de espaldas, es muy difícil, hoy van todos de frente. Y eso, justamente, hace que jugadores como Fernando Zampedri y otros que van quedando sean tan valiosos. Quedan pocos y por eso son mucho más cotizados.
Cristián Montecinos y La Roja...
-Sorprende que jugadores de antes que eran tan goleadores no hubieran tenido tanto espacio en la Selección. ¿Cuán difícil era en esos tiempos estar ahí? ¿Por qué nunca te consolidaste a nivel de Selección?
En mi caso, hubo dos causas: una, la principal, es que yo con Nelson Acosta no me llevaba bien y él fue el técnico de la Selección muchísimos años en los que no participé por lo mismo. Y la otra fue que había dos jugadores, Iván Zamorano y Marcelo Salas, que eran los mejores, que jugaban en Europa y tenían muchas más posibilidades de jugar, por lógica. Yo tenía méritos suficientes, había salido campeón en Colombia, campeón en México, goleador en Colombia, por lo que tenía una trayectoria como para jugar en la Selección, pero para mí, la causa fundamental de no haber estado en más procesos era porque no tenía la amistad suficiente con el técnico.
-¿Tan mala relación había?
Ya veníamos con un desgaste cuando estuve en la Unión en 1991, 92, 93. De hecho, me mandó a préstamo en 1993 a Deportes Temuco, donde salí goleador de la Copa Chile y tercer goleador del campeonato. Después volví a Unión Española en 1994, jugué la Libertadores y me fui al extranjero.

-Acabas de mencionar que no tenías la amistad suficiente. ¿Con Nelson Acosta la Selección funcionaba a través del amiguismo?
Siempre, no solo en esa época. Es que, más que amigos, hay temas en que los entrenadores tienen mucho más confianza con unos que con otros. Eso es. Tampoco lo miraba mal. Aparte que tenía clara la situación. No salí bien de la Unión, producto de las discusiones que tuvimos con Nelson Acosta, entonces estaba claro que era difícil que fuera a la Selección.
-¿Te dolió eso?
Siendo goleador en Colombia, el mejor extranjero en la Liga, campeón con Junior... ¿y qué no me haya citado ni para un partido eliminatorio de Francia ’98? Y el 80 por ciento de ese plantel jugaba en Chile. Éramos como 10, 12 con suerte, en el extranjero. La lectura es fácil, me perjudicó en su momento, pero tampoco acabó con mi vida. Yo seguí mi carrera en el extranjero, hoy estoy entre los 10 máximos goleadores chilenos de la historia y eso me permitió ser una persona atractiva también para los distintos mercados donde jugué. Por eso me fui a Emiratos, a Qatar y siempre haciendo goles.
-Si en esos tiempos era difícil para un goleador como tú estar en la Selección, ¿cómo crees que sería hoy en día?
Hoy sería la papa, porque si vamos a ver la cantidad de goleadores que había en mi época, podría jugar cualquiera, un montón. Para qué nombrarlos, el Heidi (Pedro) González, o qué sé yo. Si cualquier equipo tenía un centrodelantero y era goleador. Hoy no, tres golcitos, cuatro golcitos y ahí estaríamos.
-Tu carrera fue bastante particular. Si bien estuviste en varios países, nunca te quedaste demasiado tiempo en un equipo en particular. ¿Por qué?
Sí, porque era cuestión mía. En Junior, por ejemplo, yo era ídolo y me fui porque yo pedí salir. Busqué eso. Y, tengo que decirlo, porque mucha gente en el estadio me gritó que yo era un mercenario, también necesitaba asegurar mi futuro y donde me ofrecían más, para allá iba. Sí, con un visto bueno mío, porque tampoco quería ir a cualquier lado.
-¿Y aseguraste el futuro?
Sí. De hecho, creo que debo ser uno de los pocos que tengo una vida muy tranquila en el sur. No necesito estar metido en el fútbol, trabajar en algo, vivo de mis rentas, estoy tranquilo. Entonces, creo que hice un trabajo inteligente.
Emiratos y Qatar, una experiencia diferente...
-Ya que jugaste en Emiratos Árabes y Qatar. Las cantidades de dinero que se manejan allá son difíciles de entender. ¿Tiene algún límite ese gastadero infinito que se ve por esos lados?
Se va a acabar cuando se les acabe la plata, que no creo. Ellos no tienen límites, en construcción, en muchas cosas más. En lo que son como países. Viví en Abu Dabi, en Doha, en Dubái y era una cosa increíble, todo ostentoso. Cuando me fui a jugar a Emiratos, tuve una reunión con el jeque, en Austria. Yo tenía miedo porque no tenía conocimiento de cómo era la vida allá. Creía que por allá era todo guerra, sensación de conflicto, y él lo que más me recalcó previo a firmar el contrato era que yo iba a vivir en el lugar más moderno del mundo. Yo pensaba “este me está engrupiendo, me quiere llevar”. Y cuando llego a Dubái, estoy hablando de 2001, ya era extraordinario. Imagínate lo que es hoy.
-O sea, una tremenda sorpresa. ¿Qué más te encontraste al llegar a Emiratos?
Fui el primer chileno en llegar allá. Éramos pocos latinos en general. Contrataban muchos brasileños, argentinos también… Aunque se aburrieron después de los argentinos, porque les iban a sacar la plata, se iban antes de los contratos, así que ya estaban chatos. Experimentaron conmigo y de lo que tenían miedo es que como yo venía de un país que ellos veían que era bastante frío, que si me iba a aclimatar o no. Como ya había jugado en Junior, en Santos Laguna, ya tenía un recorrido por varios países donde el calor era lo principal, así que no me costó nada. Fue un dulce que me dieron y por eso fui dos veces goleador del fútbol allá y luego me fui a Qatar, donde estuve seis meses, en una liguilla donde nos ganó el título el equipo donde estaba Romário (Al-Sadd). Hasta el día de hoy, fue uno de los mejores lugares donde pude vivir y, además, aseguré bastante mi vida. En mi caso, invertí en lo que tenía que invertir, la hice bien y vivo tranquilo.
-¿Y el choque cultural fue muy fuerte? Aunque se sabe que en Dubái, por ejemplo, hay bastante más libertad occidental…
Yo tenía mucha cercanía con el embajador de Argentina, ya que no había Embajada de Chile, y con él tuve una vida bien cercana. Yo estaba con familia y él estaba con su hija y siempre tuvimos conexión. Pero no es tan fuerte; para mí lo único complejo era cuando teníamos que dejar de entrenar para que ellos fueran a rezar. Había horarios, cuando caía la tarde, estuviéramos en cualquier cosa y ellos salían a rezar, pero eso fue lo más complicado. El resto era prácticamente 70 por ciento occidental y 30 por ciento local. No se veía una vida tan como la que existe en Arabia Saudita, por ejemplo, que es todo completamente cerrado. Doha era un poco más estricta, pero nada como que te matara la vida. Tienen muchas cosas occidentales.
-Marcaste varios hitos en tu carrera. Por ejemplo, con Unión Española ganaste en el Centenario de Montevideo (1-0 a Nacional, gol de Montecinos a los 86’). ¿Cómo te acuerdas de ese partido?
Recuerdo que llegamos al Centenario y recuerdo que la sensación de la gente era que nos iban a meter cinco. Entras a un estadio con 30 mil personas, un reducto mítico y que muchos veían como una fortaleza. El uruguayo se sabe como es, un guerrero y toda la parafernalia de esa época. Tuvimos muchos momentos malos en ese partido, pero lo supimos llevar y, finalmente, en una pelota que yo rescato y se la paso al Coto (José Luis Sierra)…
-Y que pegó en el árbitro…
¡Sí, que pegó en el árbitro! Hoy ese gol no habría valido. Pero el Coto me dio un pase profundo y corrí porque vi que había una chance de gol. Creo que tuve suerte. El arquero (Jorge Seré) falló al pensar que se la iba a tirar al costado derecho mío, porque estaba con ese perfil. Pero me salió para el otro lado; él quiso ir, trastabilló y le pasó la pelota entre las manos. Ese gol marcó un antes y un después para mí, porque luego jugamos la serie con Cruzeiro y toda esa etapa la jugué y ahí me vieron para irme a Colombia. Teníamos un equipo con siete delanteros, (José Luis) Sánchez, (Juan) Carreño, Pony (Rodrigo Ruiz), (Carlos María) Morales, Montecinos, algunos más. Había muchos para un puesto, porque siempre jugaba Carreño, entonces los que íbamos por fuera teníamos que ir cambiando. Y me tocó… Bueno, me tocó porque yo era un jugador aguerrido y quizás producto de que los uruguayos pegaban más y yo aguantaba, mis características las vio bien Acosta. Me fui apenas llegamos a Chile, cuando terminó la Copa Libertadores...

Junior de Barranquilla, el equipo invencible y las anécdotas con el Pibe Valderrama
-Ahí viene un capítulo estelar de tu carrera: Junior de Barranquilla…
El primer año que llegué al Junior salí el mejor extranjero, campeón además. Hasta el día de hoy me recuerdan. Hace un par de años fui a colocar los pies en una ventana que tienen, en un lugar maravilloso, en que solo hay 40 jugadores de toda la historia en ese monumento…
-Explique a las nuevas generaciones cómo era el Pibe Valderrama y cómo jugaba…
De hecho, él venía de haber jugado en España y Francia… y en esa época. Hizo un par de años en Europa en que fue figura y es el mejor jugador en la historia de Colombia. ¡Para qué vamos a descifrar más! Además, todo lo que genera el Pibe. El ambiente que le da al hincha es increíble. Nosotros fuimos a giras a Japón y a otros lados, porque solamente querían ver al Pibe Valderrama.
-¿Cómo era para un delantero jugar delante de Valderrama?
¡Ja! Tengo una anécdota muy buena y que él contó hace poco. De una vez que me dio dos pases y yo me farreé los goles. Después, terminamos a las puteadas, porque yo, choro también, tampoco quería que se me pasaran para el otro lado, porque después iba a ser al que iban a agarrar siempre. Así que tuve que poner ese otro lado y eso me ayudó mucho en mi vida en el extranjero. Tenía mi carácter, ¿eh? Y en ese momento me ayudó.
-¡Pero cuenta la anécdota completa! Te agarraste en la cancha con el Pibe Valderrama, y…
Yo me salí de la cancha. Hice el gol, ganamos en Cortuluá y le dije al técnico que me sacara. “Cámbieme, porque el Pibe no me va a dar ningún pase”, le dije, así que agarré mis cosas y me fui…
-¿Cómo?
Me perdí dos goles y a la tercera, él amagaba como que me iba a dar el pase y no me lo daba. Y me lo dijo en la cancha. “No te voy a dar más pase y no vas a hacer ningún gol más”. Listo, ningún problema. Me hacía como que me iba a habilitar, se daba vuelta y se la tiraba al Guatón (Iván René) Valenciano, otro monstruo… En esa, voy y le digo al técnico, Julio Comesaña, que me sacara porque el Pibe no me iba a dar más pases. “No tengo nada que hacer acá”. Me dijo que siguiera. En una de esas, Valderrama le tiró una pelota al Gordo Valenciano, le erraron, quedó dando bote, la agarro yo, me meto entre los centrales, choco con el arquero, con todo, y hago el gol. Con ese gol ganamos, así que todos nos abrazamos.
-¿Y ahí terminó todo?
Yo seguía con el profe alegando. “Sáqueme, que Valderrama no me va a dar más pase”. En una jugada, en un córner, hice como que lo iba a tirar y me fui para el camarín. Tuvo que hacer un cambio urgente y el Pibe hoy se caga de la risa y la cuenta de manera muy chistosa. En su idioma, claro. La verdad, nosotros nos íbamos agarrar a combos.
-Es que el Pibe Valderrama era harto bravo también…
Bravísimo. El Pibe, aparte, el físico que tiene y que lo mantiene hasta hoy, porque se cuida mucho, entrena. Unos brazos gigantes, todo marcado. Lo que pasa es que su melena es tan grande que no deja ver su físico. Además es alto… Bueno, al final, en el camarín nos terminamos abrazando y nos fuimos felices, porque era un partido clave para ser campeones. Era una cancha malísima y todos los equipos, en general, dejaban puntos ahí.
-Aparte de esa anécdota, ¿se llevan bien?
Tengo una muy buena relación con él. Cuando Joaquín fue por primera vez a la Selección Chilena, yo estaba justo en Barranquilla, en ese premio en que tenía que dejar estampados los pies. Obvio que estaba El Pibe también y me dice “supe que tu hijo está en la Selección. Qué bueno, que aproveche”. Y empezamos a conversar y le digo a Joaquín que le mande un video a Valderrama, para agradecerle las buenas palabras. Este otro se fue para la casa y me mandó un video desde su hogar para Joaquín. Maravilloso, ahí le mostraba, entre las fotos y recuerdos que tenía, una conmigo y empieza a aconsejar al Joaco. Le expresó lo que él sentía, pero con muy buena onda. Esas cosas son las que tiene el Pibe. Es muy humilde, el primero en entrenar, siempre era el primero en todo.

-Sigamos con los hitos. Otro titular que calzaría perfectamente con tu carrera sería: “Cristián Montecinos, el chileno que le hizo un gol al Manchester United en el Mundial de Clubes”…
Generalmente, es más apreciado afuera que acá. Todos los años, el día previo a ese gol, me llaman desde México y me recuerdan y me hacen notas sobre eso, porque fue histórico para el Necaxa. El club salió tercero en un Mundial donde el Manchester United era el campeón de Europa, en que jugamos el tercer lugar contra el Real Madrid y le ganamos. Hicimos algo histórico para un equipo humilde y por el que no apostaban en nada. Lograr eso, hacer un gol, el que mi camiseta la pidiera Alex Ferguson y que ahora esté en el museo del Manchester United es otro valor que se incorporó al gol que hice. Esas son situaciones con las que me voy a ir a la tumba y seguirán en mi recuerdo. En cierto modo, acá en Chile no le dieron el realce como debió haber sido en su momento. Hoy, tampoco quiero que lo hagan, pero me gusta recordarlas.
-¿Por qué será que en Chile se mira siempre por sobre el hombro al fútbol mexicano?
El fútbol mexicano no es más grande que el chileno, sino que es infinitamente superior en todo al chileno. En estadios, en la cantidad de gente que va a los partidos, en figuras. No tenemos nada que hacer contra ellos. Pero, bueno, quizás sea algo que en Chile se metió, no sé, en la cabeza de mucha gente antigua y ellos han ido traspasando el mito de generación en generación de que el fútbol mexicano es de medio pelo y mediocre. Por más que hoy me digan que, claro, juega ante equipos como Nicaragua o Panamá, que son quizás de un menor nivel, pero hoy esos equipos están haciendo esfuerzos. Hoy Canadá también está potente, al igual que Estados Unidos. Esa zona se ha ido potenciando y nosotros nos hemos ido para abajo.
-Tan para abajo, que la Sub 20 se comió una goleada ante México en el Mundial Sub 20...
Ahí está el nivel, de cuando trabajas en divisiones menores y te das cuenta que ese trabajo es superior…

El fracaso de La Roja Sub 20 bajo la lupa de Cristián Montecinos
-¿Cómo viste a la Sub 20?
Mal, muy mal. Conozco a Nicolás Córdova, es talquino, es una persona que igual ha estado afuera, ha ganado prestigio como entrenador en Qatar, dirigió allá muchos años. Pero creo que con su sistema hoy, para la mentalidad del jugador chileno, del dirigente y del entorno, él no está para dirigir acá. Se tiene que ir a Europa, porque allá va a encontrar todo lo que quiere; pero que no fracase, porque una cosa es la teoría y otra es la práctica. El entrenador tiene que solucionar problemas en instancias difíciles y esas se dan en el juego. Ahí es donde se nota el DT bueno o el malo. Para mí, el entrenador de la semana puede ser cualquiera, pero el de fin de semana…
-¿Cuál es esa mentalidad del jugador o del fútbol chileno que dices no es para Córdova?
Todo, pues. Si encontró que estaba todo malo, que se trabaja mal, que su teoría es que en 10 años más puede cambiar la mentalidad, pero ¿quién va a tener recursos para 10 años? ¿Quién te va a esperar 10 años? Si hoy Chile necesita pronto tener resultados. ¿Lo esperarán 10 años? Quién va a contratar a un entrenador por 8 o 10 años, si los dirigentes cambian cada tres; bueno, este (Pablo Milad) se quedó más…
-A ver, pero no queda muy claro, ¿apruebas o no el trabajo de Córdova?
Creo que no está en el lugar para plantear sus formas. Eso lo puede proponer en Qatar, en Emiratos. “Trabajen a largo plazo”, bueno, ellos tienen más tiempo. O sea, en mi época lo tenían, no sé cómo será la cosa ahora, seguro que hoy también van a querer resultados rápidos. En el fútbol, el resultado es ultra dinámico, tiene que ser ¡ya! El que no tiene resultados no puede estar en el sistema. Si no, los equipos no cambiarían de entrenador a cada rato.







