
Para anotar: Deportes Puerto Montt, Universidad de Concepción, Cobreloa, Unión Española, Cobresal, Deportes Antofagasta, Ñublense, Santiago Morning, San Marcos, Coquimbo Unido y Deportes Iquique... Todos esos clubes del fútbol chileno han estado bajo el comando técnico de Fernando Díaz (63), desde que arrancara su carrera como entrenador, hace 25 años.
También la Liga de Quito, donde vivió episodios inolvidables junto a Manuel Pellegrini, además de la Universidad Católica de Ecuador y Municipal de Guatemala. Esa es la bitácora del Nano, un DT clásico del fútbol chileno que revisó parte de su trayectoria con En Cancha Prime.
En esta entrega, el adiestrador rememora pasos claves en su carrera. Como la final que dramáticamente perdió con Cobreloa en manos de la U en 2004; o cómo solo seis meses después se coronó campeón con Unión Española.
Evidentemente, está aún latente el recuerdo de Coquimbo Unido, sobre todo ahora que el Barbón es el monarca de Chile y cómo su alejamiento del Puerto significó un quiebre definitivo en la relación con el técnico Esteban González.
Su último club fue Deportes Iquique, desde donde salió luego de que unos barrabravas de los Dragones Celestes amenazaran al plantel que luchaba por permanecer en Primera. El recuento de Nano arranca, sin embargo, con una Universidad de Concepción que daba cátedras, a comienzos de los 2000...
“Estamos hablando de la U de Conce de 2003. El equipo de (Jorge) Valdivia, (Jean) Beausejour, (Luis Pedro) Figueroa, (Mauricio) Cataldo y otros más. Es decir, desde ese momento, que fue mi primer equipo solo y desde el principio, son 23 años dirigiendo (antes tuvo pasos breves por LDUQ y Puerto Montt). Mucha gente ni siquiera sabe ni se acuerda que yo dirigí a la U de Conce ese año y que clasificamos a la Copa Libertadores y que ganamos la tabla general, el acumulado. Después, que con Cobreloa llegué a la final. Cuando haces una mala campaña, la gente ni sabe lo que pasó antes”...

-Esa final que perdió ante la U con Cobreloa es muy recordada, la del penal del título de Johnny Herrera. Partido clásico del fútbol chileno, a estas alturas…
Después de ese gran año con la Universidad de Concepción, me voy a Cobreloa, que era el campeón. Ganamos 14 o 15 partidos consecutivos, llegamos a la final, empatamos con la U en Santiago y se nos fue el partido decisivo cuando íbamos ganando 1-0, luego nos empataron con un autogol nuestro. Y el famoso penal de Johnny Herrera que tanto recuerda la gente de la U. Era otro momento para Cobreloa. Hay una visión que tengo de ese partido, que me acuerdo perfecto: yo venía de ser ayudante de Pellegrini, de clasificar primero con la Universidad de Concepción, la final. Entro al camarín, destrozado, y veo a Fernando Cornejo, que ya no está con nosotros, y su hijo, que hoy juega ahora, haciéndole cariño en la cabeza… Lo tengo tan en la mente eso.
-Pero tremenda revancha tendría seis meses después de perder esa final…
El fútbol es como la vida, pero más rápido. Fue hermoso llegar a la final; muy triste perderla. Pero a los seis meses tuve una revancha. En la Unión Española de 2005 partimos mal, hicimos un campeonato nuevo, cambiamos los jugadores y, de repente, teníamos la obligación de ganar todos los últimos partidos para recién clasificar a los playoffs. ¡Y lo hicimos! Y vaya si no eran bravos los playoffs en ese tiempo. Tantas cosas que nos pasaron…
-Cosas como la insólita situación del arquero argentino Ignacio González, ¿no? Cuéntesela a las nuevas generaciones…
¡En eso mismo estaba pensando! Con esa irregularidad, el mal comienzo, después agarramos una rachita, pero la cosa es que llegamos a los últimos cinco partidos con la obligación de ganar al menos cuatro o algo así. El primero de ellos era con San Felipe de visita. Íbamos 0-0 y el arquero nuestro, al Nacho González, arquerazo, de la Selección Argentina en su momento, le dio la locura y tomó del cuello a (Enrique) Osses (árbitro) y lo tiró al suelo. Llegaron los Carabineros, le dieron 22 fechas de castigo.
-¿No cree que algo así era como para sacar al plantel de cualquier lucha deportiva por el resto del torneo?
Dije “sonamos”. En realidad, todos pensamos eso. Pero, no sé por qué, siempre aparece alguien y en ese momento salió la figura de Sam (Jaime) Bravo, que a principios de año estaba desechado en Unión. Venía de la Tercera División y como yo lo conocía de las formativas de la Católica, de la Sub 13 o por ahí, lo dejé en el plantel como segundo arquero. Y le tocó jugar, en una situación extrema y el tipo terminó siendo uno de los mejores arqueros del campeonato. Se logró un título espectacular, para los que vivimos eso y para Unión Española, que llevaba tanto tiempo sin ser campeón.

Un cuarto de siglo con el buzo para Fernando Díaz
-Repasando su carrera, son muchos los momentos de éxito. Llama la atención que últimamente sea un bombero para apagar incendios. Pasó en Municipal de Guatemala, en Coquimbo en su momento, en Deportes Iquique, ahora último. ¿Comparte ese análisis?
Es que ahí hago una corrección, porque creo que los técnicos tenemos que vivir todo ese tipo de experiencias. Personalmente, me gustan mucho los desafíos deportivos, cuando me llaman y me dicen “está complicada esta cosa”. Salvar a Coquimbo fue una cosa, pero al final clasificamos dos veces a copas internacionales y peleamos el título también, estando yo. Con Unión Española, formado el plantel 2019 y llegamos a octavos de final de Copa Sudamericana y estuvimos mucho tiempo punteros. Con Municipal en Guatemala, terminamos primeros y clasificamos a la Concachampions. Obviamente, en la carrera, hay momentos en que tienes que levantar a un equipo, en otros, armarlo, pero en general he tenido todas esas experiencias. Salvo alguno, he tenido la oportunidad con muchos de clasificar a copas internacionales: Liga de Quito, Cobreloa, Unión Española dos veces, Ñublense, Municipal, Coquimbo. Otros como el mismo Coquimbo o Santiago Morning, que salvé. Son diferentes desafíos y experiencias. Ojalá uno siempre esté en un equipo grande, pelee arriba y tenga las armas para jugar como quiere, pero la realidad de las carreras es sacar rendimientos y arreglárselas para sacar tus objetivos. No estoy encasillado en dirigir equipos que se salvan.
-Las buenas, las malas…
Son las experiencias que uno ha vivido. A veces uno acepta desafíos porque lo hizo alguna vez y le resultó, pero también aumentan el estrés que vivimos. Aunque ya estamos acostumbrados a eso.
-Analicemos episodios puntuales. Unión Española 2019. ¿Por qué fue tan polémico ese paso? Llegó como gerente técnico, luego asume el puesto de entrenador, cuando se va Martín Palermo…
Todo el mundo sabía que yo iba a dirigir después. Tenía que organizar a Unión Española, lo mismo que otros habían hecho antes. Pero ahí pasó un tema directivo, problemas con el entrenador, con el que yo tenía otro tipo de relación, porque yo no estaba metido en el primer equipo. El club decidió cambiar, porque el equipo estaba cerca del descenso, a dos puntos, y optaron por pedirme que yo ayudara a zafar del descenso, para después seguir más adelante. Y así fue, tal cual, no hay mucho más. Lo que pasa es que después, como siempre, empiezan las especulaciones, los mismos técnicos que se empiezan a defender porque salieron, pero no hubo nada más.
El sentimiento por el título de Coquimbo Unido
-¿Cómo ha vivido el título que recién ganó Coquimbo Unido?
Como un reconocimiento al pueblo de Coquimbo. Me parece muy bien. Tuve momentos muy bonitos allá, la gente me trató de manera espectacular. Es gente esforzada que apaña siempre, hasta en los momentos más duros y estoy hablando del periodo en que estuve, cuando nos salvamos del descenso, en el último minuto del último partido. Nunca hubo un reproche a los jugadores ni al cuerpo técnico, siempre fue solo apoyo. Después, cuando fuimos mejorando y tuvimos buenas campañas, se generó un lazo muy bonito y que hasta el día de hoy lo tengo. Pero cuando uno está en esta profesión, separa: “ya, listo, se acabó esto” y me preocupo de lo que viene y lo que vendrá.
-¿Qué pasó en 2024, que fue tan evidente el declive entre la primera rueda y la segunda? ¿Bastó con que se fuera Luciano Cabral para que el equipo bajara tanto?
Se hacen algunos cambios, llegan jugadores como Elvis Hernández, Toto Fernández, Alejandro Camargo, varios que se quedaron. Manteniendo una estructura y jugando una copa internacional, que en su momento lo conversamos también con la gente que estaba a cargo, porque hay una estadística que dice que en los últimos años, salvo los equipos grandes, todos los que han jugado copa internacional, salvo dos, han estado comprometidos con el descenso o bajaron. Los únicos que no han tenido problemas han sido Palestino y Coquimbo del 2024. Eso significó que el equipo perdiera el campeonato, se mantuviera arriba, bajara en la segunda rueda, estuviera en zona de copas, pero al final no se pudo. Ahora, se logró el campeonato, también seguramente influyó que no hubiera copa internacional este año. Yo estuve dos años y medios bastante buenos y feliz.
-Le insisto con la pregunta de Luciano Cabral. ¿Fue el gran detonante?
No sé. Ya ha pasado tanto tiempo. Obviamente, jugadores como ese cambian a un equipo. En ese momento, quise traer a (Matías) Palavecino, pero no se pudo. Él era el titular inicialmente en 2024 y después fue Cabral, que se ganó el puesto.
-¿Es cierto que hubo un quiebre en el camarín en ese Coquimbo y que eso terminó por detonar su salida?
No.
-¿Cómo quedó la relación con Esteban González?
Dije lo que iba a pasar. Nunca he hablado de él, dije solo lo que yo iba a hacer (N. de la R.: el 24 de noviembre de 2024, Díaz declaró que le quitaría el saludo a González, luego de que este último asumiera en el primer equipo coquimbano). Hoy, no me parece correcto hablar sobre él ni sobre nadie, sobre todo en un momento tan feliz como el que están pasando. Yo sigo mi vida y tengo claro lo que voy a hacer… Es como ha sido toda mi carrera. Hay momentos buenos y momentos malos, personas con las que uno se une y otras con las que se desune y uno sigue adelante y la vida es así nomás. No soy de las personas que se alegra porque le vaya mal a alguien con quien haya tenido diferencias, sino todo lo contrario. Sigo mi vida y qué bueno que le vaya bien.

Un momento muy complicado en Iquique
-Su último desafío, en Deportes Iquique, terminó con muchos problemas por el incidente que vivió el plantel con los barrabravas del equipo…
Cuando llegué a Iquique dije: “Nos vamos a salvar en la última fecha del campeonato”. Incluso, hablé del último tercio, por lo que ya había vivido. Sacando cuentas, por lo experimentado en Coquimbo, por cómo estaban los resultados en Iquique, tenía y tengo el convencimiento de que habríamos zafado en el último tercio, que era justamente antes de que pasara el tema de las amenazas de los barristas, cuando decidí no seguir. Justamente entonces era que llegaba ese momento. Nosotros veníamos descontando puntos, en una segunda rueda en la que estábamos en la mitad de la tabla, por los buenos resultados de local, que nos daban la expectativa de que, con los partidos que jugábamos en casa, zafábamos: O’Higgins, Serena, pero eso quedó inconcluso, porque para mí hay cosas más importantes, como los principios y valores. Uno no puede permitir ciertas situaciones.
-¿Le afectó mucho al plantel el incidente con los barristas?
Cuando pasan estas cosas, el técnico pierde el control emocional de los jugadores. No estás, pierdes esa convicción de poder zafar, por temor, por molestia o por desidia, incluso, después de algo como lo que pasó con los barristas. Es algo que no puede permitirse y que no me daba la seguridad de poder pelear por salvar a Iquique del descenso, porque la cabeza del jugador estaba en otro lado. En ese instante, estábamos a tres, cuatro y cinco puntos de la salvación, que era bastante factible y yo estaba convencido de hacerlo.
-¿Cómo puede pasar algo así en una institución de Primera División?
Es algo que tiene que estudiarse, porque no es primer grupo de jugadores ni primer técnico que les pasa. Con el tiempo, averigüé algo que si yo hubiera sabido antes no hubiera tomado ese equipo. Pasó en el periodo de Miguel Ramírez, cuando el público entró a la cancha y los castigaron con cuatro partidos, pero también había ocurrido cuando iban cuartos en el campeonato, que también fueron a molestar. Pasó con Miguel Ponce, con Miguel Riffo, en sus periodos, que también fue bastante heavy. Lamentablemente, yo no sabía y por eso lo conté, porque tienen que conocerse esas situaciones; son los mismos tipos los que van, que se repiten una y otra vez y todos saben quiénes son. Esa gente cree que favorece al club, pero nadie va a funcionar mejor con temor.
-¿Se tomaron bien en el club su salida tan repentina?
Cuando le planteé esto mismo a Cesare Rossi (presidente de Deportes Iquique), me entendió perfectamente y salí muy bien con él. Nada qué decir…







