Hay jugadores que son fundamentales en la historia del fútbol chileno. Por trayectoria, por capacidades, por legado, están esos de los que es imposible prescindir.

Justamente, en esa categoría cabe el invitado de esta semana en En Cancha Prime, el legendario Héctor Puebla Saavedra (La Ligua, 10 de julio de 1955). Un todocampista que se hizo inmortal al ser pieza esencial del mejor Cobreloa de todos los tiempos; el de los ‘80, el dos veces finalista de la Copa Libertadores.

Ganó cinco títulos de Primera con los Zorros del Desierto (más una copa Chile) y su extensa carrera profesional consta de 16 años en Calama, además de los tres que estuvo en Lota Schwager, al comienzo de su camino en el fútbol (1977 a 1979).

Lejos del fútbol, tras el retiro

-Héctor, siendo un personaje tan reconocido en el fútbol chileno, ¿por qué no siguió ligado al fútbol una vez que se retiró?

Yo pensé que iba a terminar mi carrera, que iba a llegar acá a La Ligua y, en fin, “Puebla se retiró” y que todos se iban a olvidar. Pero, realmente, fue todo lo contrario, porque donde voy, a Viña, a Calama, fotos para allá, fotos para acá, un saludo. Se me ha hecho muy grata la salida del fútbol. Pero no me gusta mucho ir a los estadios ni nada de eso. Me gusta estar más tranquilo, en el campo…

-¿No echa de menos el ambiente del fútbol?

Es que uno va al estadio y pasa muchas rabias. Yo fui una figura tan importante en el fútbol y uno llega a una portería y te piden la entrada, hay que sacar entrada no sé dónde, qué sé yo, es puro pasar rabias nomás. Los partidos de Cobreloa tampoco los veo…

-¿Pero por qué no los ve?

No, no, no. Es para puro pasar rabias. Me entero del resultado después y ya. Tengo un nieto que es fanático, pero fanático de Cobreloa y él ve los partidos. Cuando toca la hora de almorzar, él está viendo y yo parto para mi pieza a dormir la siesta y chao.

-¿Será que le da algo de tristeza ver a Cobreloa porque, inevitablemente, lo compara con la época suya?

Mire, en Brasil, solo conocen a Colo Colo y a Cobreloa de los equipos chilenos. Incluso, hay una camiseta de Cobreloa en el Maracaná. Hasta me han ofrecido trabajo en Cobreloa, pero no, yo sufrí una pura vez, que fue cuando me vine. Ya no sufro más.

Un futbolista imprescindible en la historia de Chile, pero que se alejó de la actividad una vez retirado.
Héctor Puebla.Un futbolista imprescindible en la historia de Chile, pero que se alejó de la actividad una vez retirado.

-¿Cómo evalúa el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas por el cual se rige el fútbol en la actualidad?

Mal lo veo, pues. Se dejan muy pocos recursos para trabajar en las divisiones inferiores y así está el fútbol ahora. Todo ahora es comercial. Un jugador se va a probar, queda, debe ir a entrenar, volver, y el club poco aporte. Por eso los niños se aburren de tanto viaje, además la situación económica de los papás no es muy buena. Es un negocio. Y si hay un niño que sobresale, ahí está el empresario sacándole la firma al papá para que lo autorice a representarlo. Aquí me han llegado papás a consultarme y yo les digo que no tengo idea cómo se maneja el fútbol hoy con los empresarios y todo ese cuento. Ahí quedan amarrados…

-¿Y en sus tiempos, cómo era?

Ah, bueno, todo personal. Presidente-jugador o una comisión que formaba el presidente y uno negociaba solo su contrato. Más directo.

-A ver, ¿cuántos contratos negoció usted con Cobreloa?

¡Uf! Cinco o seis contratos. En esos tiempos, cuando estaba don Sergio Stoppel (ex presidente de Cobreloa) salíamos campeones y al otro día empezábamos a conversar de contrato. El mismo día se arreglaba todo el equipo. Listo. Y si pedías dos o tres años, ¿sabes qué? Saliste campeón, otro punto para ti. Claro que luego teníamos que responder a esa confianza que nos daban.

“Quizás hoy esté lejos de Colo Colo y las universidades, pero por historia Cobreloa es el cuarto grande del fútbol chileno”Más de esta entrevista“Quizás hoy esté lejos de Colo Colo y las universidades, pero por historia Cobreloa es el cuarto grande del fútbol chileno”

Héctor Puebla, un duro del fútbol chileno

-Qué increíble ver su carrera; desde 1980 a 1996 en Cobreloa. Algo así ya no se ve en el fútbol moderno…

Incluso, me llegaron ofertas de Flamengo en esos años y de un equipo mexicano, que hubiera sido simpático, porque era mi apellido, el Puebla. Pero Cobreloa no vendía jugadores, sino todo lo contrario. Compraba, para darle alegría a la gente. Cuando compraron a Mario Soto, por ejemplo, los trabajadores pusieron un día de sueldo para traerlo, que estaba en Brasil (Palmeiras).

-Chuta, la anécdota de Mario Soto en el Maracaná, cuando un jugador de Flamengo, Anselmo, entró solamente a pegarle, mandado por el técnico (Paulo César Carpegiani)…

¡Es que el Mario era terrible! Claro, en la cancha eso sí, porque afuera era un caballero. Igual que yo. Fíjese que yo era muy amigo de Patricio Yáñez, de Hugo Rubio, del Chino Caszely, pero en la cancha, hay que defender lo de uno…

-Usted también era bravo, está claro. O que lo diga Cristian Traverso, ex defensor de la U (el 12 de mayo de 1996, Puebla propinó una patada violenta al argentino, quien terminó en el hospital).

¡Ja! Ese fue mi último partido en el Estadio Nacional y el doctor Orozco (René, presidente de Universidad de Chile) me trató de matón. Es que también, nosotros teníamos a un puntero jovencito, un muchacho, que estaba debutando y Traverso lo reventó a patadas (N. de la R.: Mario Rojas). Así que venía jugando por el medio, se encontró conmigo y yo dije “aquí se la pongo nomás”. ¡La sentí toda! Me tiraron cuatro fechas de castigo.

16 años con la camiseta de Cobreloa.
Héctor Puebla.16 años con la camiseta de Cobreloa.

-En 1992, usted fue dirigido por José Sulantay, otro entrenador fundamental en la historia del fútbol chileno. ¿Cómo lo recuerda?

Como un gran amigo. Un tipo que veía el fútbol y al explicarlo lo hacía fácil… Todo lo hacía simple, era clarito y tú captabas al tiro lo que quería. Buscaba también a los jugadores indicados para su esquema de juego y por eso le resultaba. Tenía una gran visión del fútbol y por eso logró todo lo que logró. Si hablamos de la Generación Dorada, fue él quien dio la pauta.

-Usted es, entonces, de la escuela de darle a Sulantay el crédito por la Generación Dorada…

Yo creo que sí. A Bielsa acá se le dio porque había una base que venía desde José. Él llegó a ordenar la casa y ahí llegaron los resultados. Además, el presidente de esa época, (Harold) Mayne-Nicholls, le dio todas las facilidades para trabajar.

La camiseta de Maradona, una reliquia que El Ligua dejó ir

-¿Logró a nivel económico tener una vida tranquila después del fútbol, con lo que ganó en el profesionalismo?

Sí. Si no fuera así, no te estaría dando esta entrevista, porque estaría trabajando ¡Ja! Soy un agradecido del fútbol y de los consejos que me dieron, porque el fútbol, cuando estás jugando, estás siendo figura, es una burbuja. Pero después hay que mantenerlo. Hay también que reconocer a quien tienes al lado, especialmente a la señora que elegiste para pasar el resto de tu vida, eso es fundamental. Ahora estoy tranquilo, si se me antoja salir de vacaciones a cualquier parte, me voy. Viajo mucho al sur, me puedo dar esos lujos.

-Se lo pregunto específicamente por la famosa camiseta de Maradona que usted remató. Porque, de verdad, uno hacía el ejercicio que quizás el Ligua Puebla no estaba muy bien y tuvo que rematar la camiseta de Maradona…

Pero no solo fue la de Maradona, fueron como 17 camisetas que se subastaron primero y eso me permitió renovar mi auto, darnos un lujo e ir con toda la familia a Brasil. Anduvimos paseando por Río de Janeiro, en el Maracaná, para recordar un poquito los viejos tiempos. Oiga y estar ahí y ver la camiseta de Cobreloa es emocionante. Me permitió darme esos gustitos con mis hijos y mi señora. Después vino el remate de la de Maradona…

-Oiga y si con las otras camisetas se fue a Brasil con la familia, ¿qué hizo con lo que ganó con la de Maradona?

Esa camiseta se fue a México. Oiga y me sobró plata más encima, pero eso está quieto ahí, por cualquier circunstancia que pueda haber. Tranquilo nomás.

-¿No le dolió siquiera un poquito desprenderse de una reliquia tan importante?

La verdad es que no. Me dio más tranquilidad, por cómo está la cosa hoy. Y los tipos de la empresa de subastas no la podían creer de dónde tenía guardadas las camisetas, en una caja de televisores vacía, ahí lleno de camisetas. Yo les decía: “Están allí, en esa caja”; y ahí entre medio estaba la camiseta de Maradona…

La famosa camiseta de Maradona, en manos del Ligua.
Héctor Puebla.La famosa camiseta de Maradona, en manos del Ligua.

El Ligua Puebla y el título de campeón de Coquimbo Unido

-Vamos a la actualidad del fútbol chileno. ¿Qué sensaciones le causa el título de Coquimbo Unido?

Hicieron una campaña tremenda. Se lo merecen y hacía mucho tiempo que venían detrás de esto. La gente debe estar muy feliz por la primera estrella. Pasarán a la historia los jugadores que la consiguieron. Hay muy buenos jugadores, así que ojalá que en la Selección se fijen un poquito más en el campeón.

-Hubo un poco de polémica con eso, ya que no han citado a muchos jugadores de Coquimbo…

Eso es lo que pasa. Parece que no tienen más visión de Santiago para afuera. Hay que formar dos selecciones, una de la capital y una de provincia, a ver qué pasa. ¡Ja! Una vez se hizo, ¿eh? Selección del sur, que jugamos en Collao. Habíamos varios de Lota, Huachipato, Concepción, Naval…

-¿Cómo se siente ser protagonista de la primera estrella de un club?

Lo máximo. Para muchos en Coquimbo es su primer campeonato y por eso lo disfrutaron. Cuando nosotros fuimos campeones en 1980, don Vicente tuvo muchos problemas con la hinchada de Cobreloa y, ¿sabe?, ni siquiera se subió al carro para celebrar.

-¿De verdad? ¿Y por qué?

Porque en los primeros cuatro partidos que dirigió en Calama le gritaban que se fuera. Y ganando 4-0, 5-0, imagínese… Así que pescó sus cosas y se quedó en el camarín. Pero fue muy lindo para nosotros en ese entonces. ¿Le cuento algo? Después llegó a Cobreloa un volante que venía de Universidad de Chile, Orlando Mondaca, y él nunca había sido campeón y me preguntaba siempre qué se sentía… Me decía: “Puta, yo nunca he sido campeón”. Yo le contaba que era lo máximo.. Y así nomás fue, después fue campeón y estaba fascinado…

-Ya se está hablando que Coquimbo es el nuevo Cobreloa… Claro, del norte, primera estrella. ¿Cree usted que sea así?

¡Ja, ja! No, no. Nunca tanto…

-Lindo momento para ser hincha de Coquimbo, eso sí. ¿No cree?

Ahora viene la parte más difícil, porque después de lograr un campeonato hay que mantenerse, demostrar a nivel internacional, también. Conformar o mantener un buen plantel, agregarle unos dos o tres jugadores de peso, no que vayan a la banca eso sí pues. A Cobreloa, por ejemplo, llegaron Pedetti, Siviero…

-Marcelo Trobbiani…

¡Jugadorazo! Era un tipo muy especial. No te jugaba fútbol recreativo, no participaba. Por ejemplo, en pichangas así informales, no, nada. Él iba fuerte nomás. El fútbol lo llevaba, pero de una sola manera: competitivo. Ni en el tontito participaba. Pero con la pelota, era tremendo. Nos hicimos muy amigos con Marcelo. Tipazo…

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