Pregúntele a cualquier allegado al fútbol chileno cuántos pulmones tiene el mítico exfutbolista de Cobreloa Héctor Puebla y la respuesta será automática: “uno, como todo el mundo”...

A tal nivel ha llegado ese mito urbano, que asegura que la leyenda loína habría contestado eso en una entrevista cualquiera después de un partido, que el asunto ha alcanzado alturas impensadas. Casi al nivel de que el Puro Chile fue elegido el segundo mejor himno del mundo detrás de La Marsellesa o el supuesto concierto que Pink Floyd planeaba dar en el Valle de la Luna...

El Ligua se ha ganado con propiedad su lugar en la historia grande del fútbol chileno. Pieza fundamental en el Cobreloa inmenso de los ’80, ganador de cinco títulos de Primera división con la camiseta naranja. Seleccionado chileno durante largos años, además; un grande por donde se le mire.

El “Siete Pulmones”, le decían, por su asombrosa capacidad aeróbica y es esa la primera interrogante que el recordado exfutbolista despeja en una íntima conversación que tuvo con En Cancha Prime. Un chascarro que lo ha acompañado por siempre y que, créase o no, también es replicado en otras partes de América Latina, por supuesto con otros protagonistas.

Pero, ¿realmente lo dijo alguna vez? El Ligua Puebla responde: “¡Ja! Se ha hablado mucho de esa entrevista, de la cual, sinceramente, no me acuerdo. Lo acepto, en todo caso, si es que lo dije en alguna ocasión. Pero, de verdad, de corazón, no me acuerdo haber dicho esa frase”.

-Fíjese que es un mito de tal magnitud, que en muchos países de Latinoamérica tienen a un futbolista que, supuestamente, dijo eso… En Argentina, por ejemplo, se la atribuyen al Mostaza Merlo…

A veces, nos juntamos algunos jugadores y sacamos esos dichos. Con el Murci (Francisco Rojas), que también dicen por ahí que dijo algo chistoso, o con otros muchachos, y ahí yo salgo al baile, que habría dicho que tenía un solo pulmón, como todo el mundo. Pero, realmente, no lo recuerdo. Si alguien tiene esa declaración, bien, lo aceptaría.

Del Biobío a la leyenda de Calama...

-Otra cosa curiosa sobre su personaje futbolístico es que su apodo, “El Ligua”, está prácticamente incorporado a su nombre y no muchos reparan en que sea efectivamente oriundo de La Ligua. Es como los casos de, por ejemplo, Papudo Vargas o Arica Hurtado…

Yo empecé a jugar fútbol aquí en La Ligua, desde muy niño, como todos los grandes jugadores, desde abajo. Después de haber salido del servicio militar me fui a probar a Lota Schwager y conocí a una persona que es mi papá futbolístico, don Vicente Cantatore. Él me dejó en Lota y estuve tres años allí. Después fui transferido a Cobreloa. En esa época, lo único que quería era llegar a la Selección Chilena y luego tuve la suerte de estar 10 o 12 años como seleccionado, en que conocí a figuras tan importantes como Don Elías Figueroa, Carlos Caszely, Pollo Véliz, Gustavo Moscoso. El fútbol me dio mucho y conocí personas maravillosas.

-Qué importante fue el éxodo de futbolistas desde el Biobío a Cobreloa en esos tiempos…

Empezó don Andrés Prieto, cuando se llevó a Luis Ahumada a Cobreloa, el año en que nació el club, en 1977. Después partieron Víctor Merello, Raúl Gómez, Eduardo Jiménez. Ya, luego de unos años, Juan Páez y yo. Varios de Lota nos fuimos a Cobreloa.

-Se han escrito mil y una páginas de ese Cobreloa de los ’80, pero cabe la pregunta: para usted, ¿es definitivamente el cuarto grande de Chile?

Actualmente, no, está lejos de Colo Colo y las universidades. Pero, por la historia, por los resultados que logró en esa década, definitivamente, sí. Ningún equipo había ganado en Uruguay y Cobreloa lo hizo, a Nacional, a Peñarol. Jugar dos veces consecutivas la final de la Copa Libertadores, no caben dudas que está entre los cuatro grandes del fútbol chileno.

Cuando jugaba en el invencible Cobreloa de los ochenta.
Héctor Puebla.Cuando jugaba en el invencible Cobreloa de los ochenta.

Cobreloa vs. Colo Colo: un clásico de siempre en el fútbol chileno

-Los clásicos con Colo Colo son los que siempre salen ahí en la conversación. ¿Cuál de todos es el que más recuerda?

¡Ja¡ Fueron tantos… El del ’92, por ejemplo, cuando ganamos 1-0 y a final de año fuimos campeones. Le hice un golazo a Marcelo Ramírez, desde la izquierda. Juro que le pegué al arco, pero nunca imaginé que la pelota se iba a meter ahí. Generalmente, todos eran partidos ajustados, muy aguerridos, con mucha fuerza en el mediocampo. Eran verdaderos clásicos. Además, siempre esos clásicos los jugábamos a estadio lleno.

-Y, en cierta medida, Cobreloa tenía de hijo a Colo Colo en esos años…

Colo Colo respetaba mucho a Cobreloa y todavía, como que se quedó en esa historia. Fuimos el único equipo que dimos la vuelta olímpica en el Monumental. El clásico sigue…

-La verdad era que en esos tiempos ustedes arrasaban con todos los equipos que visitaban Calama…

Por la capacidad que teníamos, los trabajos que hacíamos. Lo único que quería la gente, el trabajador de Chuquicamata, era que Cobreloa ganara. La gente lo exigía y a nosotros no se nos pasaba por la mente que pudiéramos perder un partido en Calama. Nos preparábamos muy bien, porque sabíamos que todos los fines de semana al frente tendríamos a un rival que quería ser el que le ganaba a Cobreloa en Calama. No podíamos aceptar eso, así que los apretábamos arriba, no los dejábamos salir, a los marcadores de punta los hacíamos correr falsamente, a los delanteros también.

-¿Usted cree que con la preparación física que tienen los futbolistas en la actualidad, Calama hubiera sido tan imbatible como era en ese entonces?

Es que ahora hay otros factores. Por ejemplo, en esos años, el último vuelo que llegaba a Calama era el viernes, entonces los equipos tenían que esperar el sábado y jugar el partido el domingo. Ahí se resentían, porque sentían la altura. Hoy no, pueden llegar el mismo domingo, jugar y regresar. Antes, no existía ese sistema de vuelo. Hace poco estuve en Calama y de verdad que se siente. Llegué el viernes y jugué un partido el domingo y se siente estar un día más…

Los inolvidables clásicos de los ochenta entre Cobreloa y Colo Colo en Calama. En la foto, el loíno Washington Olivera es marcado por Lizardo Garrido y Eddio Inostroza.
Fútbol Chileno.Los inolvidables clásicos de los ochenta entre Cobreloa y Colo Colo en Calama. En la foto, el loíno Washington Olivera es marcado por Lizardo Garrido y Eddio Inostroza.

-Es de suponer que usted pone un pie en Calama y el mundo se viene abajo…

No tengo nada que decir del cariño de la gente. Agradezco mucho lo que me dio el fútbol, lo que me dio Calama, los socios de Cobreloa.

-Siempre queda esa sensación en el futbolero chileno de que la Selección nunca aprovechó cabalmente a los jugadores de Cobreloa, porque era raro que los convocaran, salvo a usted, evidentemente. ¿Comparte esa visión?

Fíjese que, pasado el tiempo, tuve una conversación con don Luis Santibáñez, en un aniversario en que se hizo la Selección de todos los tiempos y yo fui citado. Allí me reconoció el error que cometió al no llamar a más jugadores de Cobreloa a la Selección. Víctor Merello, Armando Alarcón, Jiménez. Habíamos muy pocos. Para España ’82, que yo no pude ir porque me enfermé de tifus, solo fueron Óscar Wirth, Juan Carlos Letelier, Mario Soto y Enzo Escobar. Don Lucho lo reconoció.

-¿Cuándo cree usted que comenzó en serio el declive de Cobreloa?

Definitivamente, cuando Codelco le quitó los recursos, mientras algunos clubes, especialmente Colo Colo, dijeron que el cobre era de todos los chilenos y no podían ayudar a un solo equipo. Antes, la compañía ponía una cantidad de plata. Ahora están todos bajo contratistas eso sí, hay pocos trabajadores de planta, aunque algunos siguen siendo socios de Cobreloa, porque sienten la camiseta, pero no alcanza para conformar planteles competitivos.

-¿Será reversible? ¿Volverá Cobreloa a ser el gigante de antaño?

No creo. Ojalá que me equivoque, pero veo difícil que vuelva el Cobreloa que hizo historia en el fútbol chileno…

La Generación Dorada, bajo la lupa de Héctor Puebla

-Hagamos un ejercicio: en la gloriosa Generación Dorada, ¿cuántos jugadores del Cobreloa de los ’80 hubieran tenido espacio? Y parta por usted, que aquí no se aceptan falsas modestias…

Yo creo que varios. Armando Alarcón era un jugador extraordinario. Eduardo Gómez, el central y el hermano, el Nene Gómez, que era espectacular. Pero hay que reconocer que a esos jugadores había que quitarles el puesto, eso sí y ahí la cosa sí que no hubiera sido nada de fácil. O sea, peleárselas a Vidal o a Medel. ¡Uf!

-Ya ¿y a quién le pelearía ahí el puesto? Porque a usted lo vimos jugar en todas las posiciones, de delantero, de central, de mediocampista…

A Medel, claro. Porque es el puesto en que más me gustó jugar, ahí de 6, de volante de contención…

-¿En el lateral izquierdo no?

Ese era el puesto que menos me gustaba jugar y fíjese que esa posición me llevó a jugar en la Selección, jugando de 4…

-¿Por qué no le gustaba?

Nah, estar pendiente de un solo jugador, por la punta, muy encerrado, no me gustaba para nada. Pero el entrenador de ese entonces, el Chueco (Miguel) Hermosilla, que en paz descanse, me dijo: “Vas a tener que jugar de lateral, vas a anular al puntero y ese puesto te va a llevar a la Selección”… Y tuvo razón…

-¿Qué jugador le trajo más pesadillas jugando ahí como lateral?

A mí me gustaba mucho marcar a Hugo Rubio. ¡Ja! Pero el pobre terminaba con las costillas todas moradas, porque lo pellizcaba. Era rápido Hugo Rubio...

abre en nueva pestañaabre en nueva pestañaabre en nueva pestaña