
El ex futbolista y hoy director técnico Cristián Leiva es una pieza clave en la historia reciente del fútbol chileno. No solo comandó procesos en divisiones inferiores de todas las categorías de la Selección Chilena -mundialista sub 17, de hecho- sino que además formó parte de algunos de los cuerpos técnicos más importantes en los registros de nuestro medio, como los de Jorge Sampali, Juan Antonio Pizzi y Reinaldo Rueda.
El Flaco es el invitado en esta edición del podcast La Pizarra de..., conducido por el premio nacional de periodismo Danilo Díaz.
Cristián Leiva en La Pizarra de...
-Antes de iniciar la grabación, estábamos hablando de Miguel Ángel Russo, quien falleció. ¿Él te hizo debutar?
Me dolió mucho, porque hoy después de muchos años, que ya voy a cumplir 50, creo que Miguel me marcó la vida. Yo, formado en la U, me iba a préstamo a Linares, que estaba el Car´e Pato (Horacio) Rivas allá, y él decide vernos a todos, en la Copa Ciudad Santiago que se realizó en febrero de 1996. Jugamos con Ferrocarril Oeste, Defensor Sporting y la Católica y allí jugamos todos los que estábamos en observación.
-¿Y cómo te fue?
Me acuerdo que fui titular en el partido contra Católica y me fue bien. Él decidió dejarme en la U y eso me cambió la vida, porque de estar con mi bolsito en Linares al plantel 96 de la U…
-¿Qué tenía Russo en la banca? Porque Víctor Hugo Castañeda, por ejemplo, dice que era un entrenador muy vivo…
Hoy, con esto que hay demasiada información a la mano… Para mí, era un técnico adelantado, porque ya utilizaba en ese entonces un bolso grande en que llevaba videos, VHS en esa época. La revisión de partidos, anticiparse a los hechos. Él venía de la escuela de Estudiantes, hijo de Bilardo (Carlos, entrenador argentino), y un poco marca esa diferencia. Extrañamente, nosotros veíamos que siempre estaba anticipándose a los hechos. Trataba, en la Copa Libertadores, de estar con los detalles, conocía a todos los rivales, tenía mucha información. Los análisis eran certeros, cada charla era precisa…
-¿Eran cortas o largas esas charlas?
Lo de él era en el tú a tú. Hoy en día yo soy entrenador y nunca perdí el contacto con él. Gracias a Dios siempre tuve muy buenos entrenadores, don Arturo Salah, que lo tuve en las inferiores de la U y luego en Huachipato. Uno se ve reflejado en esas personalidades y luego cuando tomé la decisión uno marca la referencia de los técnicos que uno tuvo para adquirir buenas costumbres y evitar las que no comparte. Don Arturo fue uno de los grandes mentores y Miguel Ángel, por ese tú a tú, te llegaba mucho. Siempre preocupado, de tu familia, de tu entorno, de tu día a día, y eso marca una diferencia.
-Aplicas lo que viviste con esos entrenadores en tu carrera profesional…
Si, gracias a Dios, hoy en día mantengo eso con todos los alumnos que tuve. “El Profe Leiva, el Profe Leiva”, me dicen… En la Selección me tocó estar con los sparrings, ayudante de Sampaoli, de Pizzi, de Rueda, en la parte del tú a tú, de la persona. Si bien ellos son grandes entrenadores los tres, participábamos en el día a día y tanto con el jugador como con el entorno. Hoy, ser un entrenador se trata más de ser un conductor. Antiguamente, los técnicos entrenaban solos, sin ayudante, y hoy tú ves un staff. En la Selección campeona de la Copa América 2015 éramos ocho entrenadores, ¡ocho! Sampaoli, Beccacece, Paqui Meneghini, Matías Manna, Desio, Nico Diez, Cristián Leiva... Eso es trabajar en la elite y eso significa lo más alto. Todo era lo mejor: los mejores rivales, amistosos. Nosotros tuvimos un 86 por ciento de rendimiento positivo. Las cosas no son casualidad cuando se hacen bien.
Cristián Leiva, un DT tecnológico
-Te has caracterizado en tu carrera por ser un DT muy apegado a las nuevas tecnologías. Edición de videos, análisis ¿Siempre te llamó la atención ese mundo?
Yo soy un entrenador que está en el medio, entre las nuevas tecnologías y lo empírico. A veces, entre esos dos mundos, existe una lucha. Defiendo a la gente que no jugó al fútbol, también a la estudiosa, y a la que ve esto como su vida, como su experiencia, que transmite eso sin tener tanta tecnología, pero que a la vez fueron grandes entrenadores. Hay muchos casos, como el de José Sulantay, una eminencia en la observación, una persona que viene de lo empírico, de la vida, de la lucha. Y luego, está la gente nueva, que se va ganando espacio. Por eso, para mí, donde uno finalmente aterriza esto es en la pelota y hay muchas historias sobre eso…
-¿A ver? Alguna que quieras compartir…
La contaba Reinaldo Rueda, cuando era entrenador del Flamengo. Practicaban en el Maracaná, llegaron los GPS, los rolls, el camión con la utilería, todo perfecto… Se miraban las caras, porque estaba todo listo y faltaban las pelotas. Al final, no puedes hacer un entrenamiento sin la pelota, entonces, lo esencial en lo que veo como el fútbol es el balón. Todo parte ahí y, luego, vienen las tecnologías, las metodologías, que hoy todos hablamos de metodología, y esas cosas…

-Se dice que el gran tema con los entrenadores hoy en día es cómo manejar los grupos, porque la información está toda ahí. ¿Coincides?
Totalmente. Hoy, el entrenador pasa a ser el conductor de un grupo de trabajo de mínimo 30 personas. Hablaba con Ricardo García, analista de Ecuador y que tuvo un gran trabajo acá en Chile, y me dice que juegan contra Estados Unidos y tenían ocho analistas. Que jugaron contra Dinamarca y no cabían en la cabina. Son grupos de trabajo muy grandes.
-Y trabajan de forma inmediata, porque tienen que ir mandándole información a la banca. Por ejemplo, al entretiempo, ya tienen que tener los videos. ¿Es así?
Hoy hay que marcar el equilibrio entre la información, que todos sabemos que es poder, y la forma de canalizarla a los jugadores. A veces hay una exageración de información y eso ¿qué provoca? Que el jugador se bloquee. Ahí también hay una clave: hay que ser certero, porque a veces el jugador necesita relajarse, estar mentalmente bien. Uno de los aspectos importantes del juego es lo sicológico, que tiene un papel tan importante como la técnica hoy en día. Por eso tiene que haber esa sensibilidad por parte del entrenador. A veces necesitas mucha información y otras no tanto. Ese es el grado de conducción que hoy debe tener un técnico.
-El entrenador debe entender esas contingencias, entonces…
Por eso no es lo mismo dirigir en Primera División que a jugadores de 13, 15 o 20 años. Afortunadamente, estuve en todas las selecciones, la 15, la 17, ayudante en la 20, en la 23 y en la Mayor y todas son distintas. Los procesos, las edad, quién vivió antes, quién después. Qué grado de aprendizaje tiene el jugador, necesita más, menos, de dónde viene, qué entrenador tuvo previamente. Hace 10 años que estoy haciendo clases y vengo llegando de un curso en Honduras, que el Profe Rueda me llevó a hacer una capacitación de análisis tecnológico allá. ¡Me trataron como una eminencia! Después hice para un congreso de entrenadores tres módulos donde hablamos de tecnología de entrenamiento, del uso de la tecnología. Y otro módulo de cancha, de dirección del entrenamiento. Me sentí muy cómodo, era un país que no conocía y con un fútbol del que uno va aprendiendo. El fútbol se juega en todos lados, pero de manera distinta.
El recorrido de las selecciones menores
-Como uno de los máximos conocedores del fútbol joven de Chile, ¿Cuánto influyó el estallido social y la pandemia en esta Selección Sub 20 que jugó el Mundial? Porque es un equipo que estuvo prácticamente sin competir…
Y lo otro para agregar: la Sub 20 es una edad impar, porque los chicos de hoy son año 2005. Las pares son la 15, la 17. Nosotros lo que hacíamos antes era adelantar esos procesos con los sparrings. Así, por ejemplo, la categoría 95 fue la primera de sparrings, después lo mismo con la 97. Así, para no perjudicar ni a la 15 ni a la 17, que estaba Hugo Tocalli en ese momento, adelantábamos los procesos. Hoy, todos esos jugadores son de la Selección Adulta. A los trabajos de la 20 les adelantábamos dos o tres años. Y acá me hago cargo de cuando estuve yo, entre 2012 y 2019. Hoy son todos seleccionados. También hicimos un trabajo maravilloso con la categoría 2002, que lo iniciamos en la 15, que luego lo continuó muy bien Hernán Caputto, con un maravilloso sudamericano, lo hace perfecto y luego lo termino yo jugando un Mundial. Hoy tenemos de ese proceso a ocho jugadores de la Adulta.
-Te tocó tomar ese equipo para el Mundial en pleno estallido social y cuando uno ve esa generación aparecen Vicente Pizarro, Lucas Assadi, Gonzalo Tapia, Alexander Aravena, Daniel González…
Vicente Reyes, que ese fue otro tema. Sin llamarle oficina de scouting, nosotros hicimos scouting, porque les abrimos la puerta a cuántos…
-Pablo Milad dice que ahora se creó el scouting…
¡Ja! Eso nosotros lo hacíamos siempre. Yo traje a Vicente Reyes, a Willy Chatiliez le abrimos las puertas de la sub 15. Nosotros recibíamos información y Ricardo García, que fue quien descubrió a Miiko Albornoz y a un montón de jugadores, mediante sus aplicaciones, cruzaba los datos de las nóminas de otros países. Les estudiaba el apellido a los jugadores y así llegamos a un montón de futbolistas que hoy están ahí. Siempre lo hicimos. Sebastián Beccacece fue uno de los que impulsó traer a Ricardo García y mientras grababa hacía ese trabajo que hoy podríamos llamar scouting…
-¡Pero es que eso era!
Hoy yo creo mucho en estos grupos de trabajo. A mí que me tocó trabajar con los tres cuerpos técnicos de la Selección entre 2012 y 2020 y hay algo muy positivo que uno siempre trata de hacer en los cursos de entrenadores. Primero, que hagas tu trabajo. Afortunadamente, yo tuve estudios sobre computación que me permitieron editar y enseñarles a editar a todos. Me preguntabas recién desde dónde venía eso, imagínate que desde los VHS que les hacía a los jugadores de Coquimbo Unido, les vendía los goles…
-Como un pituto…
Claro, porque todos querían sus goles. Estamos hablando de 2006, 2007. Nicolás Crovetto, Mario Aravena, Carlitos Carmona, salieron todos esos jugadores con videos. En ese entonces, después ya me familiaricé con eso, así que luego, cuando fui entrenador, ya estaba capacitado para hacer un análisis, generar en una pantalla. Todas esas cosas me fueron ayudando y posicionando en un cuerpo técnico. A lo que yo iba: realizar tu trabajo, pero también tiene que ver lo otro: yo era analista, pero también era el entrenador de los sparrings, les ayudaba a los demás para que el objetivo final todo calce…
-Volviendo a ese Mundial. Esos jugadores que mencionábamos ya dieron el salto, son todos de Selección, pero debe haber sido difícil asumir en ese momento, con la situación social que vivía el país…
Siempre los tuvimos cerca. Digo nosotros, con (Fernando) Marinelli y Tato (José Alvarado, PF) en el proceso de la 15, que es uno en que se trata de terminar de formar, junto con los clubes, siempre hay que tratar de aunar. Cuando se dio la posibilidad de la 17, nosotros ya los habíamos trabajado en la categoría anterior. Por eso no lo dudamos, aunque yo venía recién llegando de la Copa América en Brasil, que habíamos salido cuartos. Sebastián Moreno (ex presidente de la ANFP) me invita, me da la posibilidad, y no lo dudé en ningún momento. La posibilidad de dirigir un mundial es única. Veíamos que Chile desde 1993 que no hacía un gol en un Mundial Sub 17 fuera de Chile. Como eran jugadores que ya conocíamos, tuvimos la oportunidad de decirle al Presidente “ok, asumimos la responsabilidad, pero estos chicos necesitan roce internacional”. Así que planteamos que íbamos a jugar con Brasil, con Argentina, iremos a Europa. La única petición que hice fue jugar partidos de alto roce.
-¿Y se cumplió?
Fuimos a España, jugamos contra la filial del Real Madrid, nos recibieron muy bien. Hicimos un intercambio, porque justo la Adulta también tenía compromisos en España, así que entrenamos con ellos. Llevamos a estos jugadores a tener otro roce. En el Mundial, jugamos al inicio con Francia, que terminó llegando a la final, perdimos 2-0, pero en el primer tiempo fue un partido muy reñido, en el que Alexander Aravena mete un tiro en el palo. Nos cobraron un penal y terminamos perdiendo. Después le ganamos a Haití, que les hicimos 4, y luego disputamos con Corea el paso a la siguiente ronda. Se pusieron 2-0 y luego descontamos. Pasamos nosotros por ser terceros y por amarillas, por sobre Holanda, que teníamos el mismo puntaje. Luego, enfrentamos a Brasil, con quienes habíamos jugado amistosos.
-Ese equipo collereó con Brasil…
Uno siempre busca como entrenador la identificación con una forma y la mía es tratar de jugar mano a mano, siempre voy a buscar el arco rival rápidamente, sin tanta posesión, pero sí con mucho ataque directo. Si soy capaz de ser superior al rival, recién ahí tener la posesión. Y esos momentos, que nosotros buscamos, el equipo se soltó y estuvimos ganado 2-1. Después nos cobran un penal, 2-2, y en el segundo tiempo, buscando dejar afuera a Brasil en su mundial, nos hacen el gol al final. Fue una bonita experiencia, los chicos salieron aplaudidos, la gente, los medios, vieron eso. ¡Nos faltó Mundial!

-¿Cómo viste la evolución de ese grupo? ¿Llegaron a la Adulta los que tenían que llegar? ¿Te sorprendió alguno que llegara u otro que se quedara en el camino?
En estos procesos formativos, me di cuenta que el jugador chileno es un eslabón al que no puedes dejar suelto en ningún momento. Al jugador chileno hay que exigirle. Me tocó ahora recién estar seis meses en Argentina, en Colón de Santa Fe, y la idiosincrasia de los jugadores es distinta. Nosotros los chilenos tenemos muy buenas cualidades técnicas, tácticas y físicas totalmente trabajables. Pero luego, en el aspecto sicológico, es donde tenemos que estar muy cerca del jugador. Somos muy de afecto. El chileno, en todo, no solo en el fútbol, trata de generar ese afecto y, a veces, a partir de eso se toman la mano…
-Garrote y zanahoria, como lo hizo Mirko Jozic en Colo Colo, en su momento…
Lo hizo Mirko, lo hizo Marcelo Bielsa en la Selección. Sampaoli, Pizzi, Reinaldo Rueda… Lo que uno trata de hacer es no perderle la pisada al jugador chileno y darle exigencia, porque el jugador chileno rinde, pero tienes que tenerlo cerca. Hay que fomentar el aspecto afectivo. A mí me toca hablar mucho con scouts y me preguntan “profe, usted que tuvo a este jugador, ¿qué recomienda?”… Claro, en los videos lo ven todo, pero luego yo analizo la interna. Por eso yo hasta el día de hoy no dejo de hablar con los jugadores que tuve, porque con el fin de encontrar la máxima expresión de un futbolista uno tiene que llegar a la interna, a la familia, a como duerme, si tiene novia o no. Cuando tenían 15 años yo les preguntaba cómo andaban con las pololas y ninguno tenía. Hoy, a los 22 años, les vuelvo a preguntar… Son procesos. Yo les recomiendo que se preocupen de formarse técnica, táctica y sicológicamente. Prepárense para esto y, luego, cuando estén consolidados, pueden hacer lo que quieran. Uno les recomienda que busquen esa línea.
Nicolás Córdova bajo la lupa del Flaco Leiva
-¿Cuál es tu evaluación de lo que pasó con la Selección en el Mundial Sub 20 que se jugó este año? ¿Es la realidad de nuestro fútbol joven?
Nicolás Córdova aceptó las condiciones. El escenario y el diagnóstico estaban hechos desde después de la Pandemia, entonces sabía a lo que venía. Él venía haciendo un muy buen trabajo con todas las selecciones, Con la 15, la 17, incluso una 16 habían formado, y cuando viene el momento de tu Mundial en casa, pasa lo de Ricardo Gareca y ahí lo ponen a Nico en la Selección Adulta. Yo dirigí mundiales y en ese momento no hay nada que se pueda dejar al azar. Estas a la vista de todos, tienes que manejar todos los detalles, todo el país está pendiente. Entonces, a un mes del Mundial, en tu casa, te ponen a dirigir a la Selección Adulta. Mira, cuando Sampaoli, Pizzi o rueda, tenían que hacer una nómina… yo, hasta el día de hoy, tengo guardados todos los análisis de los jugadores, los minutos, imágenes, de cada jugador seleccionable. Y no estoy hablando de los 23 que van convocados, sino de 60. Si queríamos presentarle un jugador al técnico, teníamos que darle las imágenes, había una línea que seguir…
-Francis Cagigao dijo que no había nada de eso…
Le voy a pasar a Cagigao los cinco discos duros que todavía tengo guardados. Yo me presenté una vez con él y todo era desinformación.
-¿Te dijo algo cuando le presentaste todo ese material?
En un momento conversamos de la realidad del fútbol chileno. Yo se lo hablé a Pablo Milad, porque el llega en agosto y me voy en septiembre, así que tuvimos una conversación. No pensábamos igual y terminé yéndome a Iquique…
-¿En qué crees que Nicolás Córdova acertó y en qué se equivocó en el proceso mundialista? Porque sus declaraciones siempre generaron mucha polémica…
Es muy difícil para uno hablar de los colegas, porque todos cometemos errores. Esta es la profesión más complicada, porque nos equivocamos siempre. Cada vez que hay una pérdida, el culpable será el entrenador y las estadísticas muestran que los técnicos perdemos más veces de las que ganamos; es la dinámica nuestra. En lo que quiso decir Nicolás Córdova, claramente se equivocó, porque después se hizo una caricatura de las métricas y desde el año 2014 que existen las plataformas de medición, que te entregan los informes de 29 páginas de un partido. Esas son métricas, números que uno utiliza para tomar decisiones.
-Te tocó estar con Jorge Sampaoli. ¿Cómo definirías su trabajo? ¿Qué fue lo más relevante que dejó en la Selección?
Con él comencé a trabajar en la U en 2012. Creo que una de las cosas que él más transmite es la fortaleza del mensaje que tiene, que es muy potente. Trata de llevar al jugador a su máxima expresión en una cancha. Él era capaz de convencer a un puñado de jugadores de una idea y ellos iban a muerte con esa idea. Ningún jugador de esa época, de los que fueron consolidados y que logramos ese título de 2015 que piense lo contrario. Y eso venía desde 2014, con lo que pasó en el Mundial…

-En el vestuario hablaron (después de quedar eliminados en penales ante Brasil)…
Fue un juramento y nos hizo creer que se podía. Por eso siempre seré de la idea de llevar a los jugadores a la máxima expresión, siempre y cuando la competencia sea a ese nivel. Al jugar un partido con equipos que en el papel son inferiores, vas a tener más posibilidades de ganarles, pero no te van a desnudar en tus falencias.
-Te puede servir para ir agarrando funcionamiento para el próximo partido…
Ver a un equipo de Chile que no presione, es otro Chile. Al menos en el que yo viví, una de las ideas en el aspecto defensivo era la presión inicial, que era ir a buscar al rival desde el inicio. Tuve 99 partidos en la Selección, tengo los análisis y todo, y una sola vez, en el partido con Colombia en Barranquilla, se intentó y como que los jugadores se miraban entre ellos y “no, vamos a presionar”, si Chile es eso. Yo no concibo a un Chile que no presione…
-Partido que iban ganando 3-0 en el primer tiempo y terminaron empatando a 3…
Después, estamos todos de acuerdo en que no se puede presionar todo el partido, que hay que estar preparados físicamente, sicológicamente. Pero, la mejor forma de estar preparado sicológicamente, es llegando a esos niveles.
Un equipo que quedará en la historia
-¿Cuáles fueron las diferencias entre el equipo del Mundial de Brasil 2014 y el de la Copa América 2015?
En esto tiene que ver mucho el conocimiento que tienen los rivales con Chile. Lo que fuimos a hacer, primero en las eliminatorias y luego en el Mundial, fue una sorpresa para todos. Tuve acceso a conversar con otros analistas, porque en este medio nos conocemos todos, y claro el Chile de las Eliminatorias y el del Mundial fue un equipo que sorprendió. La forma, lo directo, el tema de la presión, la dinámica…
-Un Chile muy cercano al de Sudáfrica…
Muy bielsista desde la naturaleza, desde las bases. En la adaptación a los sistemas. Jugadores muy tácticos, inteligentes. Sabemos que la táctica es muy importante pero a la hora que el equipo rival se adaptó, ahí aparece la libertad, la inteligencia, la dinámica de los jugadores, el conocimiento. Eso fue evolucionado. Luego, del Mundial a la Copa América, hay semejanzas dentro de la base. Posteriormente, seguimos evolucionando al 2016, que al principio nos costó con Pizzi, cuando tuvimos tres derrotas consecutivas –Jamaica, México y Argentina en la Copa- y ya estaban pidiendo la cabeza del entrenador. Allí hubo un remezón dentro del mismo cuerpo técnico.
-¿Qué pasó en el partido con Bolivia? Porque la historia cuenta que en el entretiempo Juan Antonio Pizzi habló con mucha dureza en el camarín…
Claro, eso pasó. En ese momento había desesperación en el grupo de trabajo, porque te faltaba el resultado… Es normal para un entrenador, porque uno busca la forma de remecer al equipo. Para los jugadores no fue lo correcto y ahí hubo una reflexión después y eso fue importante, porque llegó el momento límite, el partido con Panamá, que era matar o morir, y al final, hubo esa sensibilidad entre el técnico y los jugadores o entre los mismos futbolistas entre ellos, esa conversación necesaria para que el equipo pudiese reflejar la idea base hacia el resultado. Fue categórico, contundente… Bueno y después vino el partido con México.
-Ese partido con México, el 7-0, es quizás la mejor actuación de Chile en cualquier partido…
Para los que somos amantes del juego, quizás hay otros mejores, pero para los resultadistas… Cada vez que llegamos les hicimos goles, pero como expresión de juego, hay un partido, con Alemania en Stuttgart (derrota por 0-1) que fue mejor. Yo lo tengo en cámara táctica, la nuestra, y me pongo a mirar ese tipo de partido en una pantalla gigante. Lo he visto 25 veces y siempre encuentro algo distinto. Es una delicia para tu cultura táctica. La relación que tenían, por ejemplo, (Mauricio) Isla con (Alexis) Sánchez. O la de (Gonzalo) Jara con (Gary) Medel, la línea de cuatro, el arquero con sus defensores.
-¿Charles Aránguiz?
Una maravilla. El conocimiento que tenía con Marcelo Díaz, con Arturo Vidal, con Jorge Valdivia. Nosotros siempre hacíamos la comparación entre lo que entrenábamos y lo que jugábamos, porque el análisis es ese. Y, luego, lo que tiene la naturaleza del jugador que creo que es una de las cosas a las que uno insta a los entrenadores jóvenes: darle libertad en ciertos momentos. Los jugadores tienen que tener libertad en la base, a los 14 años tienen que tenerla. Creatividad para jugar. Después de los 14, ya ir variando…
-En esa línea y lo decía Fernando Carvallo hace algunos días, hoy el fútbol formativo tiene carácter recreativo y no competitivo, que hay muchas categorías. ¿Cómo estructurarías el fútbol joven?
Lo que pasa es que hoy la locura por ganar es una equivocación. Para un técnico que no jugó al fútbol, que viene del INAF y que nosotros le hacemos clase, la única manera de proyectar su carrera es ganando. Le toca dirigir a chicos de 8 o 9 años, que es una etapa de iniciación todavía. Dejar a un niño de esa edad afuera y que no juegue el fin de semana, ¿qué se logra con eso? Frustrarlo y cuántos de esos llegan al profesionalismo, en 30 equipos. Primero vamos a formar, luego les vamos a exigir, sí, a generar exigencia, pero donde realmente el chico aprenda y pueda competir de buena forma. Vamos a tener de 13, 14, la edad de los fundamentos, pero no le voy a dar fundamentos a un chico de 7 años. Él ahí tiene que disfrutar. ¡Cómo le vas a decir a un chiquito tan pequeño que en el uno contra uno toque la pelota! “Juegue a dos toques”… Lo matas. Uno de mis grandes amigos es Juanma Lillo, ex ayudante de Guardiola, y cuando hablamos de la naturaleza, de lo que buscan los europeos en los sudamericanos, es esa picardía. Y si a los 7 u 8 años, que es cuando los chicos se familiarizan con la pelota, nosotros les pedimos que jueguen a uno o dos toques, lo único que estamos haciendo es matar la naturaleza. Anda a mirar el baby fútbol que juegan en Argentina: todos los niños gambeteando, pisándola, hasta los 8 o 9 años. Si no haces eso, después a los 14 van a ir a gambetear y se van a caer porque no tienen la base.
-¿Y eso lo viste en este mundial sub 20?
En este Mundial pasó algo especial: los mejores jugadores no estaban. Por un tema de edad, porque a los 20 años ya están fuera. Hoy a los 17 años ya marcan diferencias y están en los mejores equipos y valen lo que valen por eso. Por eso uno llama siempre a que los equipos nacionales tengan infraestructura, equipos multidisciplinarios, el trabajo sicológico, de la nutricionista, que les enseñen a los chicos y que les den la posibilidad. Porque cuántos de los chicos tienen la posibilidad de tener un desayuno en un preentreno y un postentreno. Si eso no te lo da el club, imposible. Hay clubes que sí, como Coquimbo, Iquique, O’Higgins, la U, pero la idea es que lo tengan todos.

-Sigamos viendo partidos puntuales. El que se jugó con Holanda, en el Mundial de Brasil. Se podría haber planificado mucho ese partido, pero Arjen Robben era imparable…
Lo hablamos mil veces con Gonzalo Jara. Teníamos el historial completo de Robben, teníamos 157 imágenes del mismo enganche que hacía. El problema no era el enganche, sino cuándo lo iba a hacer. A mí me tocó seguir a Holanda y hasta el último momento no sabíamos cómo iba a jugar, porque iba cambiando. Depués termina (Dirk) Kuit jugando de lateral volante. Para nosotros era fundamental ese partido para poder zafar de Brasil; yo había ido a Recife a ver el México-Croacia, pensando en que el rival iba a salir de esa llave, con la confianza que le íbamos a ganar a Holanda y, claro, terminamos contra Brasil.
-Más partidos históricos. España, el campeón del mundo, en el Maracaná, y Brasil en el Mineirao. ¿Cómo se prepararon para esos momentos tan especiales?
Son dos partidos que marcan la historia. Difíciles. Para el del Mineirao yo estaba en Río de Janeiro, lo vi en un bar, porque terminado ese duelo se jugaba Uruguay versus Colombia. Fue complicado digerir el resultado, me quedé llorando, por el esfuerzo. Había estado dos meses fuera de Chile, porque me fui el 2 de mayo, para ver la preparación de todos los equipos antes del Mundial y de allí me fue a Brasil. Sentí el golpe de la eliminación y me puse a llorar. El esfuerzo, en general, de todos. El equipo de trabajo era inmenso. Por eso salió el juramento y cuando veníamos de vuelta la posibilidad de la Copa América era sí o sí. Afortunadamente, con la historia en la mano, fue lo más maravilloso que pudo haber pasado.
Un momento amargo con Deportes Iquique
-Vamos al medio local. Cuando bajaste con Deportes Iquique, esa era un equipo que jugaba bastante bien. Tanto así, que la gente los fue a recibir al aeropuerto…
Es que nosotros bajamos por la tabla ponderada, no por el año. Como idea, como expresión de fútbol, eso generó en el ambiente de la ciudad una identidad con el equipo. Nosotros le ganamos en el Monumental al Colo Colo de Quinteros, ellos peleando el título. La U nos empata con un gol de Ángelo Henríquez en el último minuto. A Calera, que estaba peleando la punta con Católica, le ganamos con un hombre menos. Partidos claves en que mostramos una identidad y eso hasta el día de hoy la ciudad nos hace ver eso. A mí me tocó quedarme ahí…

-Te costó afianzarte en la B…
Me costó por la diferencia de categoría. La base de jugadores, que rápidamente nos habíamos afianzado. No pudieron seguir Aveldaño, el Zanahoria Pérez. Bruno Gutiérrez, que jugó conmigo y después nunca más. Hans Salinas, Zenteno, que al año siguiente se retiró. Lorenzetti, que sí se quedó, pero estaba al borde del retiro. No pudimos armar un equipo y tuvimos mala suerte, porque perdíamos los partidos en el último minuto. Perdimos tres partidos consecutivos y después los ocho siguientes los remontamos, después otros tres seguidos. Es lo que nos pasa a los entrenadores; hoy no existen los procesos, hay que ganar. Ahora aprendí que hay que formar ganando. Hay que atreverse a poner a los jóvenes también…
-¿Y crees que los entrenadores en Chile confían en los jóvenes?
Hay que buscarlo siempre. Darles ese empujón de confianza. Hay varios entrenadores que lo hacen, como Jaime García, que es una de sus cualidades. Lo hizo también Miguel Ramírez en Unión Española, en una situación difícil. En Chile hay que atreverse.
-¿Cómo defines y cómo analizas el paso de Sampaoli por la U que termina con la obtención de la Copa Sudamericana?
Creo que ahí se ve la importancia de Sebastián Beccacece en esa U. A mí me ha tocado ver muchos entrenadores preparar partidos y Beccacece, y a la luz de los resultados 14 años después, era admirable cómo preparaba el día a día. Porque la Selección es una cosa y el club otra, no es lo mismo. Se generó esa mentalidad en los jugadores, de mostrarles lo que tenían que hacer en una pizarra. Y ahí entra esta imagen de Jorge Sampaoli, después de haber sido tricampeón con la U, ganar la Sudamericana, y llegar a la Selección, clasificar al Mundial. Faltó la vuelta de él a Chile; se debe un espacio. Yo creo que la imagen que hay de Sampaoli en Chile es distorsionada, porque él tampoco ha hablado. Uno lo conoce por completo, en la parte profesional, en la humana, y disfrutamos mucho, con resultados. En algún momento, tendrá que volver a Chile.
-¿Qué te dejaron Juan Antonio Pizzi y Reinaldo Rueda?
Liderazgos totalmente distintos. Juan Antonio es una persona que me ayudó mucho, me pasó a otra etapa, porque con él ya era parte del cuerpo técnico, junto a Manuel Suárez. Fuimos partícipes en el día a día, de la Copa Centenario. Hay una imagen que no se me borra nunca: hace el gol el Gato Silva, cambian el plano y en ese plano salimos todos los del cuerpo técnico abrazándonos, acordándonos de los momentos duros que vivimos y con una alegría inmensa. Le agradezco mucho el espacio que me generó. Y, después, nosotros nos farreamos a don Reinaldo Rueda, que le tocó lo más difícil, la situación social, la pandemia…
-El recambio…
Pero el recambio lo veníamos haciendo. No podíamos jugar y el medio seguía presionando. Los rivales y, al final, cuando se va estábamos cuartos. El merecía más tiempo. Primero, una persona de unos valores tremendos. Claro, está lleno de personas con valores, pero me refiero a
valores en el fútbol. El cuidado, el respeto que tenía con todos. Los jugadores, la hinchada, los dirigentes, la prensa… El respeto, que es la base de todo, don Reinaldo lo tenía muy claro…







