Pasaron ya 20 largos años, pero aquí estamos, para ayudarlo a hacer memoria. Temporada 2004 y la Universidad Católica tenía entre ceja y ceja volver a salir campeón del fútbol chileno. Claro, Cobreloa había igualado a los Cruzados en cantidad de títulos (8) y de alguna manera había que volver a desmarcarse.

Por eso, tal y como hacía por esos tiempos el Real Madrid de los Galácticos -con Ronaldo, Raúl, David Beckham, Luis Figo, Zinedine Zidane y compañía-, la UC se animaba a juntar figuras de primer nivel para volver a lo más alto del Campeonato Nacional.

A San Carlos de Apoquindo llegaron, por comenzar a nombrar a algunos, Ricardo Rojas, que venía del América de México, y Rafael Olarra, proveniente de Independiente; una dupla de centrales considerada titular en la Selección Chilena de la época.

Rubén “El Mago” Capria también firmó en San Carlos de Apoquindo, y más tarde otro talentoso, como Darío Conca, que arribó sin escalas directamente desde River Plate, al igual que Darío Husaín. Todo bajo el alero de un DT que supo salir campeón del mundo como jugador: Oscar Garré, quien posteriormente, debido a los pésimos resultados, fue reemplazado por un conocido de la casa, Jorge Pellicer.

Y entre tanto crack arribado a la precordillera, desde Europa llegó también un lateral chileno: Eros Pérez, que venía del Skoda Xanthi de Grecia. En conversación con En Cancha Prime, el exjugador cuenta detalles imperdibles de aquella recordada era en el fútbol nacional.

Universidad CatólicaEros Pérez al momento de ser campeón con la UC en 2005.

-¿Cómo recuerdas tu llegada a la Universidad Católica? En esa época el club apostó todo por salir campeón y se nutrió de varias estrellas, los llamados “Pirulácticos”.

Fue maravilloso. Yo venía de Grecia y recuerdo que en San Carlos nos tomaron los exámenes, donde tuvimos que dar algunas pruebas físicas, y el doctor (Fernando) Yáñez estaba totalmente sorprendido porque, por lo menos, en ese momento, éramos ocho jugadores que superábamos los parámetros de la Selección Chilena. Nos decían que estábamos a nivel europeo, pero de manera muy marcada, sobre todo en el consumo máximo de oxígeno.

-Otro nivel.

Imagínate, estuvimos tres campeonatos seguidos siendo primeros en la fase regular (segundo semestre del 2004 y los dos semestres del 2005), y recién al último torneo salimos campeones. Si no hubiese habido playoffs, hubiésemos sido los primeros tricampeones en la historia de la Universidad Católica, pero bueno, era otro formato. Éramos un equipo sensacional. Me cuesta recordar los partidos que perdimos, porque fueron muy pocos. Las semifinales con la Unión Española, donde caímos por penales. Ahí fallamos mucho.

-Y el 2005 se les dio el título, y nada más y nada menos que ante la Universidad de Chile.

Claro, veníamos con no sé cuántos partidos invictos ya. Perdimos la final con la U solamente en los 90 minutos, pero la ganamos en los penales. Pudimos haber sido campeones sin perder un solo compromiso, lo cual habría sido espectacular, pero los recuerdos son maravillosos, porque de verdad, al menos desde el juego, éramos un equipo galáctico. Después, en la interna, no tanto.

-¿Cómo así?

Porque era un plantel muy unido, muy coloquial. Todos teníamos barrio, cancha, éramos todos amigos. Si bien no éramos íntimos, y en más de alguna oportunidad nos pegábamos alguna patada en los entrenamientos, y hasta alguno se agarró a combos (ríe), ahí quedaba simplemente. Me acuerdo que una vez se agarraron feo el Polo (Jorge) Quinteros con Pancho (Francisco) Arrué, que eran muy cercanos, pero nunca se enteró nadie, ja. A esos dos los hacíamos pagar un asado y terminábamos todos muertos de la risa. La seriedad solamente aparecía cuando veíamos que alguien no respetaba los códigos y hacía lo que quería, o no respetaba las normas de convivencia que tenía el plantel.

-¿Cuán importante fue Jorge Pellicer en ese ambiente?

Uf, todo lo que hizo él fue extraordinario. Un conductor, un líder espectacular.

-Y raro que le hayan dado la confianza a alguien de casa. Los equipos grandes suelen mirar para fuera a la hora de elegir DT.

Bueno, se la dieron porque comprobaron sus capacidades. Mira, para que te den una posibilidad te tienen que conocer, y para que sea tan a ciegas, debe haber mucha confianza en tu trabajo. No sé si fue en el primer partido, pero sí uno de los primeros de su ciclo, Pellicer cayó feo en San Carlos de Apoquindo por 4-0. ¿Sabes lo que sería hoy perder 4-0 en San Carlos? Aún así, lo mantuvieron. Además, Jorge sacaba muchas conclusiones en partidos así.

-Recientemente te premiaron en el Claro Arena porque se cumplieron 20 años del título del Clausura 2005 ante la U y la gente te ovacionó. ¿Te sientes valorado por el hincha de Católica?

El otro día el papá de un chico que estamos formando (Agustín Aliaga), y que juega en la Católica, me preguntaba: ‘¿Por qué es tan importante el título del 2005?’ Será porque veníamos de varios campeonatos siendo primeros, pero sin coronar, o porque el Tati (Buljubasich) logró su récord de imbatibilidad, por nuestro largo invicto o porque jugábamos un fútbol espectacular... O quizás porque había una fuerza colectiva, respaldada por grandes rendimientos individuales, como el de Darío Conca, Eduardo Rubio, Pancho Arrué, Jorge Ormeño, Mauricio Zenteno, el Chapa Fuenzalida, Jaime Rubilar, Facundo Imboden.

-Tenían muchas alternativas para sacar un partido adelante.

Claro. Si, mira, en una semifinal La Serena nos iba ganando 3-1 y aparecí yo, como lateral izquierdo, haciendo dos goles. Imagínate po’. Hoy, ¿qué lateral te salva haciendo un doblete? Y eso que yo jugué lesionado ese partido. El doctor Yáñez me dijo que yo estaba desgarrado, pero yo le decía que no sentía nada. Le dije que me evaluara, que hiciera todas las pruebas antes de viajar a La Serena si quería, pero yo me sentía bien. Jorge Pellicer no podía creer que, en un fútbol reducido que hicimos, yo metiera ocho goles estando lesionado. Yo creo que esos rendimientos tan altos que tuvimos, el hincha no los olvida. El fanático de Católica no olvida que uno le haya brindado alegrías con una jugada de gol.

-Y rindieron a nivel internacional también, porque esa UC llegó a semifinales de Copa Sudamericana.

Sí. Yo recuerdo que contra el DC United (N. de la R.: jugaron equipos estadounidenses en esa edición) íbamos perdiendo 2-0 a los 10 minutos, y perdiendo bien. Ellos eran máquinas, verdaderos androides, fuertes, veloces. Logramos igualar el partido 2-2, y al final del encuentro, queda una pelota suelta que hay que disputar arriba, y me queda a mí con Ben Olsen, que en ese tiempo jugaba en la Selección de Estados Unidos. Recuerdo que me miró y yo creo que pensó: ‘Qué me va a ganar este enano’.

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-Fuiste a disputar el balón igual...

Le metí el brazo con todo y le gané el salto, se la pivoteo al Polo Quinteros y gol. San Carlos se vino abajo. Recuerdo que al Polo le preguntaron al final qué pensó en el gol y dijo que confiaba a muerte en mí, que sabía que iba a ganar esa pelota. Muchas veces uno juega por sobre sus capacidades, y si tú lo analizas, es curioso, porque siempre hay un límite, pero no, en el alto rendimiento muchas veces tú superas esa valla final y terminas dando más de lo que puedes dar, pero para eso hay que tener un fuego interno muy potente y ese equipo lo tenía. Cuando creas que no puedes hacer algo, hazlo igual. Quién se iba a atrever a saltar y ganarle a un tipo que medía 15 centímetros más que yo. Bueno, me atreví y le gané.

La UC y un camarín que vivía el fútbol a mil

-Por otro episodio que se recuerda mucho tu paso por la UC es aquel round con Gary Medel en un Clásico Universitario en 2007. ¿Qué pasó ahí?

Lo mismo que te conté que ocurrió entre Pancho Arrué y el Polo, pero acá pasó en un partido. En el caso de Gary es una discusión nomás que, claro, hay un cabezazo, un empujón, un manotazo, pero nada, quedó ahí. Él es una grandísimo jugador, ha hecho una gran carrera. Ahí la pasión con la que vivimos el fútbol nos llevó a actuar de esa forma. Fue algo irracional. Pero es curioso, porque pienso que algo de racional debe haber habido. En ese momento yo tenía más años de trayectoria, más experiencia, y él venía recién consolidándose. Claro, cuando uno comete un error tiene que reconocerlo. De hecho, en una jugada previa, yo cometí uno y levanté la mano para excusarme. ¡Me llegaron diez mil puteadas! Y no pasa nada, todos tenían razón. Después, aquí voy a tirar al frente a mi amigo Jorge Ormeño (ríe), en el gol de (Marcelo) Salas él fue quien soltó la marca por irse con la pelota. Pero ganamos el partido y Gary fue gran figura.

Eros PérezY su famoso encontrón con Gary Medel.

-Eran un camarín que vivía con mucha intensidad el fútbol, ¿no?

Sí. Mira, en el clásico contra Colo Colo en el Monumental (victoria para la UC por 3-2 en 2006), en el entretiempo, recuerdo haberme cruzado feo con Darío Conca. En el túnel que da hacia la cancha, me acuerdo que lo encaré y lo puse contra la pared. Le dije: ‘Mira, argentino cu..., me vas a dar la pelota, ¿me entendiste? ¡Me la vas a dar!’ Nos tuvieron que separar, pero con algo de miedo quedó, porque después en el segundo tiempo me dio todos los pases que no me había dado en la primera mitad. Me la daba incluso cuando no tenía que dármela (ríe).

-Igual, la peleíta con Gary Medel parece que sirvió en el clásico universitario, porque después metió dos goles inolvidables.

¿Es que te fijas cómo una acción así puede transformarse en algo positivo? Los goles que hicimos fueron maravillosos, y los dos partieron con una jugada mía por la izquierda, que tuve que dejar todo lo que había pasado atrás para enfocarme en el partido. El segundo gol es una obra de arte en el fútbol. Un ataque construido de manera espectacular. Me la dan a mí por la banda, juego con (Héctor) Tito Tapia, que controla con la marca de espalda, me la devuelve, se la paso de primera a Rodrigo Toloza y le mete un pase precioso a un Gary que rompió líneas, llegando como volante interior a posición de gol. Fue fútbol moderno: todo a máximo dos toques, fútbol asociado. No, es uno de los mejores goles que vi en mi vida desde la concepción de juego. Y cómo lo terminó Gary, ni hablar.

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