Comenzó su etapa formativa como delantero, marcando goles en divisiones inferiores. Pero su nombre es asociado inmediatamente a la posición de lateral izquierdo, donde supo destacar a finales de los ‘90 y principios de los 2000.

Es Eros Pérez (49), recordado jugador formado en Palestino, de gran paso por Universidad Católica y hasta con una respetable trayectoria internacional, pues defendió camisetas en el fútbol argentino (Colón, Gimnasia de La Plata y Lanús), brasileño (Internacional) y griego (Skoda Xanthi).

Luego de colgar los botines definitivamente en 2011 -cuando jugaba por Ñublense-, Pérez incursionó en los medios de comunicación. Sumó experiencias en Radio Agricultura y el Canal del Fútbol, pero lo suyo, como le recalca a En Cancha Prime, es el verde césped.

Por eso ahora dedica su tiempo a su Academia de Alto Rendimiento-Eros Pérez Camino al Éxito. “Ahí preparo a los jugadores para que lleguen con mejores herramientas a buscar una oportunidad en el fútbol profesional. Tenemos chicos en Colo Colo, en Católica, en Unión Española, la Universidad de Chile, Audax Italiano, Cobreloa, Cobresal”, destaca el también entrenador.

“Nos ha ido bien y la gente nos cree, porque trabajamos de manera comprobable, no interpretable. Lo hacemos de forma cuantificada. Si un jugador viene sobrecargado de su club, por ejemplo, no puedo pretender que en mi academia siga rindiendo, sino que ahí lo que hay que hacer es descomprimir. Jamás sobrecargo a un jugador. Muchas veces conmigo llegan a recuperarse para que rindan en el partido del fin de semana“, complementa.

-Te retiraste en 2011 con la camiseta de Ñublense. ¿Le faltó algo a tu carrera?

Fíjate que quedé conforme. Yo me retiré por una lesión invalidante, que me dejó fuera por completo del fútbol profesional de un día para otro. No podía caminar, no me podía ni mantener en pie. Tenía una hernia en la zona lumbar, en la L4 y L5 (vértebras) y eso hizo que mi tren inferior estuviera totalmente dormido, no lo sentía. Lo único que sentía era dolor, un dolor insoportable. No me podía agachar ni para atarme los zapatos.

El lateral con su última camiseta en el fútbol profesional, la de Ñublense en 2011. Foto: Old Photosport.
Eros PérezEl lateral con su última camiseta en el fútbol profesional, la de Ñublense en 2011. Foto: Old Photosport.

-¿Te costó dejar el fútbol?

No. Yo recuerdo que el día que tomé la decisión fue un día en el que no quise ir a entrenar. En el calentamiento nos pidieron que diéramos dos vueltas al Bicentenario de Chillán, y la verdad es que me sentí como un perrito con distemper. Se me iba cayendo el trasero, era impresionante. Ahí dije no más, porque ya venía de dos años con dolores. No me di cuenta en su momento, pero yo tomaba medicamentos todos los días y los antinflamatorios no surtían efecto. Era terrible. La gente no sabe eso, pero a veces le exige a futbolistas que vienen conviviendo con dolores insoportables hace mucho. Uno, por razones obvias, baja el rendimiento.

-Pero quedaban algunas ganas de seguir, ¿no? Hasta te operaste.

Yo me operé tres semanas después, y al otro día de la operación, donde me instalaron placas de titanio y me hicieron una fijación, sentí que rejuvenecí 15 años. Me sentí liviano, fuerte. Después, en pichangas con amigos, volaba. Me sentía como cuando llegué a Católica. Ahí me dije: ‘¿Vuelvo o no vuelvo?’ Pero no... Yo ya había empezado a trabajar en la Radio Agricultura, donde estaba muy cómodo, porque siempre me gustaron los medios de comunicación. Llamé a Patricio Millas (hijo de Milton) para preguntarle si había alguna posibilidad, y me dijo que sí, que fuese.

-¿Y qué tal esa experiencia?

Bien. Comencé trabajando ad honorem, siempre teniendo en cuenta que había que mostrarse periodísticamente hablando, que había que demostrar que estaba capacitado para dar opiniones potentes y que fueran respetadas, con cierta capacidad de análisis. Ser un comentarista de referencia, que opinaba desde lo empírico, desde todo el conocimiento que había adquirido en el fútbol, y más encima de lo táctico, porque también había estudiado para ser entrenador. Estoy muy agradecido de Milton Millas, porque me consideró mucho desde el primer momento. Hasta tuve la oportunidad de viajar al Mundial de Brasil para cubrir el día a día de la Selección Chilena.

-¿Extrañas los medios?

No, lo pasé muy bien, lo hice encantado, porque siempre estuve ligado al fútbol además. Pero la verdad es que no hay como estar en cancha. Me encantan los medios, me encanta opinar, me encanta reflexionar y opinar, pero lo que más me gusta es la cancha. Influir en que un equipo juegue mejor, eso es maravilloso. Ver que tuve algo que ver en la evolución de un jugador hace que el pecho se me infle.

-Siempre estuviste del lado futbolístico. ¿Te sentiste raro al estar del lado periodístico?

Mira, uno siempre piensa desde afuera que estos eventos, como los Mundiales, son muy enriquecedores, desde el punto de vista que tú conoces y todo, pero la verdad es que es sumamente agotador. Nosotros nos levantábamos muy temprano. A las 5:30 o 6:00 de la mañana ya estábamos reporteando, siempre a primera hora, y nos acostábamos muy tarde, casi a las 01:30 de la mañana. Dormíamos poco, se descansaba lo mínimo. Era estar todo el día despachando, viajando a Toca da Raposa (Belo Horizonte), donde Chile concentraba. A eso agrégale el calor, el estar siempre de pie, alimentándose mal... No, era todo un tema. Pero, bueno, si nos abocamos solo a la experiencia profesional y laboral, de lo que es vivir un Mundial, fue extraordinario, fantástico.

-¿No extrañaste nunca jugar? Muchos dicen que el futbolista siente un vacío enorme cuando suena la alarma y ya no tiene que ir a entrenar.

Sabes que cuando me retiré, e incluso se lo dije a algunos medios que me llamaron, sentí que me saqué un gran peso de encima...

-¿Sí?

Sí, totalmente. En vez de sentirme mal, todo lo contrario, me sentí mejor. Ya no me sentí con la obligación de entregar el máximo. A ver, que se entienda, yo sí estaba entregando el máximo, pero ese máximo no alcanzaba para ser un jugador de élite. Al futbolista le duele reconocer eso, lo sé. Yo hoy lo veo en figuras cuando miro partidos por la tele: hay varios que no quieren retirarse, se resisten. Y la realidad es que su presente los está retirando. Lo veo en el fútbol chileno, especialmente en los equipos grandes...

-¿Nombres?

No (ríe), pero hay tres jugadores de Colo Colo, la U y Católica que ya deberían retirarse. Ellos lo saben. Yo creo que dignamente deberían decir: ‘¿Sabes qué? Ya no estoy...’ Aparte, qué más lindo que retirarse en gloria po’. Yo recuerdo que fui injustamente insultado en varios partidos al final de mi carrera, y la verdad es que no anduve bien porque ya no podía más con mis dolores.

-¿Tanto así?

Mira, yo recuerdo que en 2009, en un partido que fuimos a Talca a visitar a Rangers con la Católica, iba a empezar el partido, conmigo como titular, y ya estaba cansadísimo, muerto. Yo decía: ‘¿Pero cómo? Si me entrené bien, comí bien, descansé bien...’. Y la verdad es que no me podía ni el alma, aparecía la pubalgia, porque mis problemas de columna también me llevan dolores hacia la pelvis. Sentía hasta dolores genitales. ¿Y así tenía que marcar a tipos explosivos, que pasan al ataque y que son muy fuertes? Yo quería que el árbitro no pitara el inicio, porque estaba sufriendo física y mentalmente.

El ex UC marcando a un joven Alexis Sánchez, quien defendía los colores de River Plate. Foto: Old Photosport.
Eros PérezEl ex UC marcando a un joven Alexis Sánchez, quien defendía los colores de River Plate. Foto: Old Photosport.

Eros Pérez: “Menos mal que no firmé en Independiente”

-Te las arreglaste para jugar en Argentina, Brasil, en Grecia también, en tiempos donde no era tan sencillo salir a jugar al extranjero como ahora.

Claro. Mira, yo ya me había consolidado como jugador al final de los ‘90 y principios de los 2000, donde tuve tres temporadas seguidas muy buenas, a grandísimo nivel, en Palestino específicamente. Yo recuerdo que en ese momento el club mantuvo conversaciones con Fernando Carvallo, que estaba en Católica, con Arturo Salah, que estaba en Cobreloa, y también con Colo Colo. Imagínate, esos tres equipos me querían en sus planteles. Nunca se llegó a acuerdo por A, B o C motivos.

-Pero diste el salto al fútbol argentino.

Sí, me vino a buscar un representante argentino, porque ya me venían sondeando varios clubes de allá. Yo iba a llegar a Independiente en el 2000. Me hacen viajar, yo voy a una práctica del equipo y me dicen: ‘Eros, hoy en la práctica ellos te quieren ver’. Chuta, digo yo, ¿es idea mía o este representante quiere que me pruebe en Independiente?

-¿Y qué hiciste?

Mira, sin soberbia alguna, pero recuerdo lo que pensé: ‘¿Por qué me tengo que probar, si yo soy un jugador profesional y consolidado, a tal punto que yo en ese momento podía firmar por cualquier equipo grande de Chile?’ No, no tenía por qué probarme en Argentina. Pero, bueno, me terminaron convenciendo igual, diciéndome que me querían ver solo para constatar que estaba bien físicamente, qué sé yo, aunque yo nunca les creí del todo. Linda experiencia en todo caso, porque entrené con Gabriel Milito, (Daniel) Rolfi Montenegro, (Marcelo) Pontiroli, Mariano Pernía, un tal Diego Forlán, que después llegó al Manchester United y al Villarreal de Manuel Pellegrini. Y todo eso con apenas 22 años. Había un zurdo (Ezequiel) Amaya, que después vino a la U, y que tampoco era titular, es decir, jugaba para mi equipo en esa práctica. Le ganamos 2-1 a los titulares e hice un gol. Todos me miraban. Recuerdo que iban a asumir (la banca) Jorge Luis Burruchaga con Néstor Clausen, pero al final terminó llegando Osvaldo Piazza, que me dijo que, pese a que jugaba muy bien, no andaba en busca de un lateral izquierdo. Más encima me dijo que no me conocía y que no me había pedido. Le agradecí la sinceridad y hasta luego, me fui de vuelta a Chile. Menos mal que no firmé (ríe).

-¿Por qué?

Porque después, dos meses más tarde, llegó (Sebastián) Rozental y también Mario Núñez y les fue pésimo. Fue el peor Independiente de los últimos años, y yo no me hubiera salvado de eso.

-Pero tuviste tu chance en Colón de Santa Fe.

Sí, lindos recuerdos. Yo me devolví a Santiago después de esa experiencia en Independiente, y obviamente indignado con este representante argentino, al cual le dije que me sentí humillado, manoseado y que ya no me iba a probar a ninguna parte, porque yo ya era jugador profesional. No pasaron ni dos días y me llama para decirme que tengo que volver, porque está todo arreglado con Colón de Santa Fe.

-No...

Sí, pero no le creí nada. Como para patear el asunto le dije que me mandara, en ese tiempo, un fax (ríe). Me decía que por favor le creyera. Bueno, viajé y en el hotel, efectivamente, me estaba esperando José Néstor Vignatti, presidente del club, y llegar a Colón fue lo mejor que me pudo haber pasado. ¡Uf, lo mejor, lo mejor!

-¿Por qué?

Porque es un club de provincia muy grande, el que la lleva en Santa Fe. El Sabalero. Pasión pura, olvídate. La gente es muy, pero muy fanática. Yo salía a la calle y todo el mundo se me acercaba. Como futbolista de Colón eres un semidiós en la ciudad. No te tratan como ídolo, sino como algo más. Te respetan mucho, además, hay un trato diferente, muy distinto al que nosotros estamos acostumbrados en Chile. Me fue espectacular. Fui elegido el mejor lateral del país en los primeros seis meses.

-¿Y nunca te quedó dando vueltas la idea de llegar a Colo Colo?

Colo Colo para mi representa algo que no lo tiene ningún otro equipo, que es ese matiz de popularidad, transversalmente hablando. Se asemeja mucho, y para algunos incluso es superior, a la Selección Chilena, en términos de repercusión al menos. A mí me encantaría, y lo he pensado en más de una oportunidad, dirigir a Colo Colo alguna vez. Si me preguntas si quisiera dirigir Palestino o la Católica, que son clubes en los que yo jugué y les tengo mucho cariño, también, por supuesto, pero Colo Colo, por su connotación, es otra cosa. Es un desafío exorbitante, que supera a cualquier otra prueba que puedas encontrar, es lo más grande a nivel nacional. Muchos dicen la Selección, pero yo digo Colo Colo.

“Sin representante, hoy no tienes ninguna posibilidad de dirigir”

-Ya que tocas tu faceta de entrenador, ¿cómo evalúas la experiencia que tuviste al frente de Deportes Melipilla entre 2021 y 2022?

Yo a Melipilla lo dirigí 8 partidos. Tengo un 50% de rendimiento. Al equipo lo tomé descendido. De los 5 partidos había que ganar 4, e íbamos últimos. Era difícil, pero yo asumí. Asumí la dirección y el descenso también, porque obvio, no le voy a echar la culpa a los demás. Recuerdo un partido que perdimos 7-0 con Magallanes, y la verdad es que a mí me sirvió mucho para crecer. Es imposible no estar destruido después de eso, como que estás en el aire por dos o tres días. Ahí me dije a mí mismo, que si yo era capaz de levantar al equipo y ganar el próximo encuentro, voy a ser un exitoso en el fútbol profesional. Así fue, le ganamos 2-1 a Santiago Morning. Después de ese 7-0, lamentablemente se salvaron solo dos jugadores, pero bueno, había que tomar decisiones.

En su faceta como DT de Melipilla. Foto: Agencia Aton.
Eros PérezEn su faceta como DT de Melipilla. Foto: Agencia Aton.

-¿Y posibilidad de verte en otro equipo como entrenador?

Hasta ahora yo no tengo representante, así que es imposible...

-Claro, cuesta un poco más.

No, no un poco más, es que no tienes ninguna posibilidad. Yo llegué a Melipilla porque trabajo en el Club Canchas Oriente y la gente conocía mi trabajo. A mí me gusta mucho estudiar metodologías, refrescar conocimientos. Es muy importante ir perfeccionándose.

-¿Pero te gustaría a corto plazo agarrar con propiedad un primer equipo?

Sí, me encantaría, aunque en condiciones normales. No pido necesariamente tener que armar un equipo, porque si tu idea de juego es potente, los futbolistas se van adaptando. Hay técnicos que no dejan de tener oportunidades pese a no haber tenido éxito, y siempre tienen alguna excusa. Algunos descienden a la mayoría de los equipos que toman, y después la gente dice: ‘No, son buenos entrenadores’. Oye, para. Los buenos técnicos derechamente sacan resultados y rendimiento a los jugadores. Enaltecen un modelo de juego, y hoy no ves ningún sello en el fútbol chileno. No es un comentario de resentido, es lo que veo solamente. ¿Entrenadores que dejan descendidos a los equipos y siguen siendo contratados? Mira qué curioso.

-¿Qué te pareció el Coquimbo Unido de Esteban González esta temporada?

Hizo un año extraordinario, sin duda, pero lo que a mí me duele, de los medios en este caso, es que nadie postuló a Esteban González para Colo Colo, Católica o la U. ¿Por qué?

-Preferimos el verso de un DT argentino, ¿no?

Es que el bonito verso lo puede tener cualquiera, y más que un bonito verso, lo que hay que tener es un discurso sólido para convencer a la gente, y para hacerlo hay que tener argumentos potentes. Después viene la operacionalización, que es un término muy utilizado en el mundo de la ingeniería o los negocios, es decir, darle forma a tu idea en base al contexto, donde está tu presente, la historia del club, los jugadores que tienes, e incluso el clima, porque no es lo mismo dirigir a Cobreloa en Calama que a Huachipato en Talcahuano.

-¿Esteban González lo hizo a la perfección?

Sí, le sacó partido a todo el contexto Coquimbo, que hoy goza con una muy buena infraestructura, pero yo creo que la clave estuvo en lo físico. Ese fue el desde. De ahí empezó a construir, porque sabía que sus jugadores tienen mucho físico. Apuntó a la fuerza colectiva, y claro, después tenía a un distinto como (Matías) Palavecino, o a un goleador como (Cecilio) Waterman. Después sumó a Zavala y le sacó partidos a varios jugadores de la cantera también. Esteban demostró que con poco se puede hacer mucho. Logró convencer a los jugadores y a la institución.

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