¡Y soltaron a Brayan!

El arquero quería irse al extranjero hace años y hubo un par de intentos fallidos. Esta vez resultó, aunque con un suspenso y maltrato demasiado largo. Podrá seguir en la Selección Nacional y jugar la Copa Libertadores con Peñarol. Los sueños no son gratis.

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Brayan CortésEn Peñarol deberá luchar por mantener la titularidad en la Selección. Foto: Felipe Escobedo
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Recién al cierre de la semana, se resolvió la situación de Brayan Cortés. La incertidumbre duró demasiado y para el jugador era dolorosa. La opción de salir del país a los 30 años y en busca de lo que podría ser el inicio de una consagración internacional era demasiado prometedora como para dejarla en un suspenso exagerado. Y hay muchas razones para hacer de su paso a Peñarol una posibilidad maravillosa. Más aún, seguir en Colo Colo era un suplicio.

Siempre Cortés ha declarado que su sueño es jugar en el extranjero. A comienzos de 2024 pudo ir a Estudiantes y a fines se repitió con un par de clubes (hasta se daban nombres para sucederlo en el Cacique: Matías Dituro, Gabriel Arias y Keylor Navas estaban en la carpeta alba para reemplazarlo). No funcionó la posibilidad y a comienzos de este año firmó nuevamente con los albos, con un aumento sustancial de su remuneración.

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Este hecho hizo que la Garra Blanca lo atacara con la máxima dureza, quedando debilitada la relación con los dirigentes y la hinchada. Atrás quedaba su notable marca de cuatro campeonatos con la valla menos batida: 2021 (26 GC), 2022 (17), 2023 (29) y 2024 (21). O sea, recién, pero la memoria futbolística es muy corta.

El drama para el golero sólo se intensificó con el paso de los días y sus relaciones y perspectivas empeoraban. Después de tantos éxitos, estaba en la banca y acercándose los compromisos del seleccionado, en los que no podría participar si no es titular en su club. Perder la Selección y la Copa Libertadores (que jugaría por Peñarol) era demasiado duro.

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Y en este punto entra a tallar, Jorge Almirón.

El entrenador del club también fue maltratado cuando el presidente, Aníbal Mosa, lo despidió públicamente para más tarde “abuenarse” con él en un abrazo de una falsedad más monumental que el estadio. Desde entonces es claro que el DT ha estado comportándose en modo piloto automático, con decisiones no siempre entendibles en las formaciones, en los cambios, en todo. Fue demasiado indignante lo que vivió y eso lo enfermó. Seguro que a Almirón no lo inquietaba la situación que vivía Brayan Josué, el iquiqueño que llegó al arco albo en 2018.

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¿Por qué los casos de maltrato se dan tanto en Colo Colo?

Lo sufrió un entrenador histórico, como aconteció en 1986 con Arturo Salah. Había sido Jorge Vergara, el discutido dirigente albo, el que había propuesto para la banca del Cacique al joven exjugador retirado hacía apenas cuatro años y entrenando a los cadetes de la Católica. La actuación de los hinchas contra el nuevo técnico fue más que maltrato. Fue, como se escribió, “una recepción hostil que bordeó la crueldad”. Se llegó a temer por su vida y su salida del estadio debía ser secreta. “Yo sabía lo que me esperaba”, dijo Salah. Y fue campeón, dejándole un plantel muy profesional a Mirko Jozic.

Hay que decir que no sólo Colo Colo ha maltratado a los suyos, sino que, a su vez, el club ha sufrido maltratos internacionales. Imposible olvidar lo de 1989 en Copa Libertadores.

Fue cuando Sol de América y Olimpia se enfrentaron y decidieron cerrarle el paso a los albos con un resultado que los clasificaba a ambos y dejaba fuera al chileno. Ese final debía ser 5-4. Y así terminó.

Un escándalo de talla mundial. Imagínese que el jugador Alejandro Cano se acercó al arquero Almeida para disculparse porque casi le hace un gol que cambiaba el resultado mágico... En la tribuna, el dirigente Osvaldo Domínguez hacía chistes mientras a su equipo lo llenaban de goles (era el padre del actual presidente de la Conmebol).

El maltrato alcanzó también a un presidente del club. Un gran presidente, como fue Héctor Gálvez. Colocolino de tomo y lomo, llegó a la presidencia en 1969 y ahí estaba cuando el club ganó el campeonato de 1972 y llegó a la gran campaña en la histórica Libertadores de 1973. En 1975 consiguió la inauguración del estadio albo en Pedreros, que luego sería el Monumental, y al año siguiente, en medio de muchas situaciones inadmisibles, fue sacado de la presidencia por la dictadura para que asumiera un grupo económico.

Lo de Brayan Cortés, entonces, no es nuevo. Al contrario, casi siempre hubo algún herido en las asperezas albas. Obviamente, no es solamente en Colo Colo donde hay casos de maltrato. También los hay en otros clubes que no tienen la resonancia alba. Pero de que los hay, los hay. Ahora el iquiqueño puede sentirse feliz. Gracias a la porfía de Diego Aguirre, el exgoleador y hoy DT de Peñarol, que lo pidió desde el comienzo. En el traspaso (préstamo por cien mil dólares y opción de compra no obligatoria de un millón doscientos mil), Cortés pierde 30 millones de pesos mensuales (que se ahorra Colo Colo), demostrando que no era el dinero lo que motivaba. Era un sueño. Y los sueños no son gratis...

Así, Cortés entra a Peñarol por la misma puerta que abrió Carlos Giudice en 1930 y por la que también pasó Elías Figueroa, hasta hoy gran ídolo “carbonero”. Y es el segundo iquiqueño, después de Christian Bravo, de breve paso por el club.

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