Traigan la cabeza de Jorge Almirón

Colo Colo aplicó con tardanza la fórmula más lógica para paliar la crisis. Pero todos sabemos que no será suficiente. Quien lo suceda tendrá la peor de las herencias. Y la caja de fondos está vacía.

Jorge Almirón Al entrenador albo solo le falta recoger sus cosas y despedirse del Monumental. (PEPE ALVUJAR/PHOTOSPORT/PEPE ALVUJAR/PHOTOSPORT)

Descomprimir fue el verbo utilizado por Jorge Almirón para explicar la tan anunciada salida de la banca de Colo Colo. Demasiado tarde, evidentemente, para una debacle evidente que no resistió más análisis después de la despiadada humillación que le propinó la Universidad Católica a domicilio. A partir de ahora vendrá el complejo ejercicio de negociar una indemnización que es justa pero dolorosa para el Cacique, que deberá echar mano a la caja fuerte para compensar al argentino, quien hizo uso de su derecho a reclamar lo que le pertenece.

Almirón pasará a la historia como la víctima propicia para todos los males de un año horrible, donde se cometieron todos los errores que precipitaron la crisis. Coincidió con la petición violenta e innecesaria de su cabeza por parte de la Garra Blanca, porque su suerte ya estaba echada.

El entrenador colaboró con entusiasmo con decisiones inexplicables que mantuvo con tozudez, agravada hasta el límite en la planificación contra Universidad Católica. Sacar a Claudio Aquino y Francisco Marchant de la formación inicial sólo pudo ser corregido cuando el desastre de Fernando de Paul estaba consumado.

El mal manejo del grupo y su encapsulamiento tras el quiebre con Aníbal Mosa contrastan con su mejor versión del 2024, pero no será primera vez que a un técnico se le enredan los papeles, sobre todo en medio de la crisis institucional del Centenario.

Una vez puesta la lápida -cara y tardía- vendrá el momento de los cambios. La lógica apunta a un interinato, toda vez que en la billetera alba sólo quedan los papeles de la deuda. Héctor Tapia es la variante lógica, con el riesgo que todo interino vinculado con el club debe sufrir. Asumirá con una herencia pesada y, seguramente, en un camarín encabritado y comandado por un muy disperso Arturo Vidal. La carga no vendrá ni fácil ni grata. Y aunque ya estuvo en ese lugar antes, lo de Tapia requiere de un esfuerzo gigante, toda vez que su mano derecha, Daniel Morón, está castigado, marginado y en permanente amenaza de salida.

Como ocurre en estos casos, no tendrá solidaridad del plantel. Ni de una hinchada que sigue haciendo lo posible por enturbiar el destino. El clamor generalizado para que se fuera Brayan Cortés les devolvió frente a la UC una realidad dolorosa a los colocolinos, que además no tuvieron misericordia para subrayar cada error de su reemplazante.

Como ya está dicho, la caída libre parece no tener final, y la tortura cada vez se hace mayor. La llama de la pira donde arde la gestión de Almirón puede acallar a la plebe por un rato, pero si no hay liderazgo claro e inmediato desde el banco, el pozo puede ser más hondo, oscuro y mal oliente. Porque esto, es de toda lógica advertirlo, no se ha acabado.

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Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2001, comentarista de TNT Sports Chile y Chilevisión. Conductor en ADN Radio.