Casi medianoche en Maracaná y la Selección Chilena termina su participación como visitante en las fallidas eliminatorias a la Copa del Mundo de 2026. El equipo dirigido por Nicolás Córdova perdió 3-0 con Brasil, pateó una vez al marco de Allison Becker, el golero del Scratch, pero registró una marca de adjetivos variados: vergonzosa, irritante, lacerante, brutal o inusual.
Después de nueve partidos y 810 minutos, Chile sólo anotó un gol. El descuento de Arturo Vidal ante Uruguay, en la primera fecha, cuando los orientales vencían 3-0. Si a eso agregamos que como mínimo se adicionan cinco minutos, tenemos 45 extra. En aproximadamente 855 minutos, la Roja no la embocó, sin obviar que en la Copa América del año pasado, en el estreno competitivo de Ricardo Gareca, tampoco marcó ante Perú, Argentina y Canadá.
Lo descrito nos propone una realidad dramática. Chile, con tres entrenadores, demostró ser una escuadra inofensiva, con ideas famélicas desde la partida de Eduardo Berizzo, punto de inflexión en esta debacle que nos retrotrajo a las eliminatorias de Corea-Japón 2002, cuando también fuimos últimos. En la lectura larga, la expedición a la Copa América estadounidense fue el preludio y la derrota ante Bolivia, en el Estadio Nacional, el funeral.
Caer sobre Nicolás Córdova, quien se sentó en la banca en condición de interino, a pesar de que el 27 de septiembre comienza el Mundial Sub-20, donde es el seleccionador, suena injusto y carente de rigor. Tal como sucedió cuando se fue Berizzo, actuó como bombero y resolvió un problema a los dirigentes en las visitas a Quito y Río de Janeiro.
El balance de la derrota del jueves con Brasil es que Chile no compitió. Intentó defenderse de manera ordenada, se agrupó en sus 35 metros finales, con cierta disciplina, pero corrió con desesperación detrás de la pelota. Un dato anecdótico: al efectuarse el cambio de Gonzalo Tapia por Ben Brereton, el actual delantero del Coventry estaba cerca de su banderín del corner, apoyando a Gabriel Suazo.
Una postal del partido. Con Casemiro y Bruno Guimarães instalados casi 15 metros en el territorio del cuadro de Córdova, la presión del rival se hizo insostenible. Brasil, a partir del control y pase (fuertes), siempre quedó bien posicionado y obligó a los nuestros a un desgaste feroz. Chile corrió demasiado, lo hicieron retroceder y las pocas veces que recuperaba la pelota, la opción del contragolpe era una quimera.
En la evaluación del entrenador se rescata que rejuveneció la citación y le dio la posibilidad a Lawrence Vigouroux en el arco y a Iván Román como zaguero central derecho, en una línea de tres que comandó Paulo Díaz, con Guillermo Maripán en la izquierda. No es razonable endosarle la propuesta de juego, porque ante un adversario gigante, que en el elenco titular presentó siete jugadores de la Premier League, uno del Barcelona y al capitán del PSG, campeón de la Champions, lo normal era que se diera el trámite que observamos.
Cuando atravesamos las horas más complejas que recuerde el casi centenario fútbol profesional chileno, es necesario tomar posiciones. A Nicolás Córdova lo trajeron para encabezar un proceso en el fútbol joven. Entre líneas, observamos la tentación de pasarle el buzo de la Selección adulta. A Pablo Milad y Jorge Yunge no les desagrada la idea. Resuelven un “cacho” para la etapa final de su gestión, sin compromisos relevantes en lo inmediato, mientras Córdova no lo descarta: en ninguna de sus intervenciones manifestó que volverá de manera exclusiva a la tarea que se le encomendó.
Hasta ahora, las dos veces que Córdova compitió los resultados fueron discretos. En el Preolímpico de 2024, Chile no jugó bien. Con la base del equipo que enfrentó los Panamericanos de Santiago 2023, su escuadra bajó un par de cambios con relación al conjunto que actuó en Viña del Mar. En el Sudamericano Sub 20 de Venezuela, la Roja finalizó última en el hexagonal, luego de dejar en la fase de grupos a la Vinotinto y Perú. Hubo chispazos, pero no regularidad ni consistencia.
Por eso, más allá de lo que suceda este martes con Uruguay en el Nacional, el fútbol chileno tiene que buscar un entrenador que asuma el reto de volver a la Copa del Mundo. El jefe del cuerpo técnico de las selecciones juveniles debe volver a la función para la que se le contrató. Su tarea es gigante.
Es el tiempo de dejar atrás la lógica del parche.