La letra con sangre entra

Estamos convertidos en los parias del continente. Y no porque seamos los últimos en las eliminatorias, sino porque la mala conducta dentro y fuera de los estadios ha pasado a ser la marca registrada de Chile en el fútbol.

Hinchada azul Recibió una drástica sanción de Conmebol y tendrá que mantenerse alejada de los estadios en los torneos internacionales. (JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT/JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT)

Está, pese a su infinita crueldad, en el refranero popular y perduró por siglos. Tanto que Cervantes lo pone en boca de El Quijote para explicarle a Sancho el por qué de una severa sanción que el escudero recibe. “La letra con sangre entra” suele decirse para dar a entender que el castigo, incluso el más violento, puede llegar a ser productivo.

Tras el dictamen de la Conmebol en el caso de la U e Independiente, el presidente de Azul Azul, Michael Clark, enfundado en una parka inmensa e innecesaria, se apresuró en señalar que la institución que dice presidir apelará, por más que salieron de vencedores de las dependencias de Luque. Avanzaron a la siguiente fase, pagarán con ese premio las multas y las 14 fechas de sanción duelen por las siete localías -que implican millonarias recaudaciones perdidas- porque las siete de visitantes sin fanáticos son más bien un alivio. Las hinchadas de los azules, de Colo Colo y de la Selección se han caracterizado, en los últimos años, por actos de vandalismo, crueldad y violencia donde quiera que vayan. Irrumpieron en el Maracaná para un Mundial, asolaron las calles de Mendoza y convirtieron la noche de Avellaneda en un dantesco escenario de sadismo y tortura.

Olvidó Clark, al leer la declaración, hacer un saludable ejercicio de autocrítica. Puntualizó que el comportamiento de su hinchada fue “excelente” en el curso de las copas, pero olvidó que hace solo un par de semanas el partido contra el Audax por la liga estuvo a punto de suspenderse -como era el afán de sus ofendidos barristas- y que es la historia de excesos y descontrol la que impide durante meses programar de manera normal una final de Supercopa.

Este fallo no exculpa, obviamente, a los seguidores de la U, que no serán bienvenidos en ninguna ciudad del continente y que obligarán al club a jugar en silencio los partidos que le permitirían reinsertarse en la competencia que más aprecian.

No podemos olvidar que los hinchas de Colo Colo arrastrarán una fuerte sanción en las competencias venideras, y que los aficionados de la Roja recibieron el enésimo castigo con gritos insultantes y bengalas, lo que condicionará el aforo del partido ante Uruguay. Fácil es imaginar el escenario si la Selección, en algún momento de estas clasificatorias, hubiera tenido chances de ir a la Copa del Mundo, inflamando las pasiones apagadas por los fracasos y el mal juego. Si alguna chispa encendía el partido contra los charrúas, el rendimiento del Maracaná terminó por apagarla.

Resumen: somos los parias de América. No sólo los dos equipos más populares del país y la Selección están sancionados; también Palestino recibió una multa récord este año, los barristas de Iquique invadieron la cancha y varios de los fanáticos de Coquimbo Unido que “apretaron” al plantel hace varios meses deben estar preparándose para festejar sin que sanción alguna les haya caído encima.

¿Recuerda el proyectil que impactó a Alfred Canales en el partido frente a Colo Colo en el Monumental? ¿Supone que hubo alguna sanción para un hecho tan grave? ¿O por los fuegos artificiales de su propia barra que estuvieron a punto de herir a Castellón? Para que seguir enumerando. Usted y yo sabemos que en Chile el espíritu de los tribunales es laxo, que los castigos son leves, que hay un manto protector y casi cómplice.

La U perfectamente pudo identificar a los criminales que destrozaron baños, lanzaron fuegos artificiales y proyectiles directamente hacia la tribuna rival y obligaron a suspender el partido. Hay videos probatorios de los actos criminales cometidos en cancha ajena. Pero en la lucha por ganar esta batalla olvidó mirar a sus propias filas. Y anuncia que apelará sin hacer el acto de contrición que permitiría identificar a los malos para salvar a los buenos. No parecía muy difícil y era necesario para evitar que esos criminales llegaran a los niveles de sangrienta barbarie que sufrió en carne propia en manos de tipos que son más perversos, más crueles y desalmados aún que los propios. Y, a no olvidarlo: que en Argentina contaron con protección directiva y policial, lo que no debiera ocurrir jamás.

Porque a veces, la letra con sangre no entra.

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Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2001, comentarista de TNT Sports Chile y Chilevisión. Conductor en ADN Radio.