Las máquinas que cortan el pasto en el Estadio Nacional lo hacen de manera paralela a la rueda de prensa de Marcelo Bielsa. El técnico de Uruguay, con la claridad de siempre, explica que la Celeste no mereció ganar a un Chile que terminó último en las eliminatorias a la Copa del Mundo de 2026.
Décimos entre 10, donde había 6,5 plazas para clasificar o al menos llegar a la Repesca, como lo hizo Bolivia. La fortaleza de El Alto y los tres puntos conseguidos en Santiago catapultaron a la “Verde” a un repechaje que miramos con envidia.
En la cancha, Chile ratificó lo que exhibió a lo largo de buena parte de este ciclo fracasado. Hubo minutos de lucidez, por momentos superó al adversario, que completó 28 puntos, pero se llegó a los 585 minutos sin anotar. En condición de local, la Roja no convirtió ante Colombia, Paraguay, Ecuador, Argentina y Uruguay. A Bolivia le hizo un gol fortuito, a raíz de la rotura del tendón de Aquiles derecho que sufrió Carlos Lampe en una jugada sin trascendencia. Eduardo Vargas fue el más efectivo, con tres goles, en un ataque que apenas registró nueve tantos.
Imposible así. Repetimos la campaña del Mundial de Corea-Japón 2002, donde también arreamos el lote, aunque en esa ocasión el equipo terminó degradado. No vino casi nadie y la Selección se armaba con los que querían. Casi como una anécdota, las sociedades anónimas deportivas igualan el récord de sus antecesoras corporaciones de derecho privado sin fines de lucro.
No es fácil cerrar la lista, pero en Chile lo hicimos dos veces en 24 años. Meritorio. Esa vez pensamos que tocamos fondo, sobre todo a partir de la debacle económica que sufrió la actividad, luego de los millones de dólares que generó la administración de Ricardo Abumohor al mando de la ANFP. En 1997, se firmó un contrato por 97,5 millones y al dejar su cargo, en febrero de 1999, la cuenta corriente de Quilín disponía de 120 millones de dólares.
Con escenarios diferentes a la hora de los recursos, pero con flujos sustanciosos y permanentes, el fútbol chileno vuelve a ser el peor de la Conmebol. Un mecanismo que desconozco opera en el inconsciente colectivo de la ANFP y sus clubes, que cuando han dispuesto de dinero, como nunca lo tuvieron, acabaron en la miseria deportiva.
En una paradoja, cuando estamos en la lona, Marcelo Bielsa nos dice en la rueda de prensa posterior al encuentro, que observa un grupo de unos 10 o 12 jugadores jóvenes con potencial para iniciar la reconstrucción. El entrenador más influyente de nuestra actividad después de Fernando Riera nos recuerda que no somos tan malos.
Esa docena de muchachos, más un grupo que está cerca de los 30 (hacia abajo y hacia arriba) son el punto de partida a la hora de iniciar la reconstrucción. Lo dijo Nicolás Córdova en la conferencia de prensa del martes: el fútbol chileno no soporta una ausencia en cuatro mundiales.
La Roja -o lo que queda de ella- no puede detenerse, aunque tampoco es saludable enfrentar en dos amistosos a Perú. Es cierto que es un clásico, pero la realidad de ambos es dramática. Los incaicos apenas marcaron seis tantos en 18 cotejos y nos superaron por un punto. No le suma ni a ellos ni a nosotros. Medirse con Rusia, suspendido de todas las competencias de la FIFA por la invasión a Ucrania, no ayuda a recomponerse.
El riesgo de sentar en la banca de la Selección al técnico de las juveniles era grande. No salió mal, pero tampoco bien. Se mantuvo la tónica. Un cuadro sin luces fuera de casa y batallador, pero sin peso ofensivo en Ñuñoa ante Uruguay. Como lo hemos dicho, Córdova rinde examen en el Mundial Sub 20 después de un proceso de dos años, con el Preolímpico y el Sudamericano de la categoría como discretas etapas previas.
Sus diagnósticos son adecuados y si existe convicción dirigencial, más allá del lugar que ocupe Chile en el torneo del que será anfitrión, tendría que mantenerse. La búsqueda de jugadores y sostener el proyecto es lo sustantivo.
El sentido común nos dice que la actual administración de la ANFP, por ineficacia y decoro, no puede ni debe elegir al próximo seleccionador. Pablo Milad, presidente de la corporación, y Jorge Yunge, secretario general, piensan distinto. Ellos carecen de sentido de realidad para entender que su ciclo está acabado. Sin embargo, les importa un pepino lo que piense el país futbolero. Ellos querrán definir el nombre del entrenador, porque sin querer queriendo se entronizaron y a esta altura no saben qué significa la palabra pudor.