La Roja del despilfarro: 150 mil millones de pesos para nada

El ejercicio financiero de la Selección Nacional desde 2015 puede resumirse en la siguiente frase: Un Mundial de gastos, sin un Mundial de fútbol. La Roja ha sido discretísima en la cancha y sus directivos, pésimos en la tesorería.

PUBLICIDAD
Selección ChilenaSin Mundial para participar y con cifras de gastos que impactan.
PUBLICIDAD

Chile no juega un Mundial desde 2014, pero eso no ha sido obstáculo para gastar como si lleváramos cinco clasificaciones seguidas. El balance financiero es grotesco: $150.828.805.851 de pesos —más de 155 millones de dólares— destinados a mantener viva una ilusión que no logró dejarnos séptimos entre diez selecciones de Sudamérica, para al menos tener la opción de un repechaje.

La Selección Nacional funciona como un casino VIP donde nunca ganamos, pero seguimos poniendo fichas a la mesa. A falta de estrellas en la camiseta, tenemos facturas millonarias en pasajes aéreos, hoteles, concentraciones, cuerpos técnicos de exportación, entre otras “inversiones”.

PUBLICIDAD

En los estados financieros disponibles en la sección gestión financiera de la ANFP, esto es, desde el año 2015, los gastos de la “selección absoluta” (revelados en dichos informes) suman, en valores actualizados a diciembre de 2024, más de 150 mil millones de pesos.

Cifras millonarias de La Roja

Dichos gastos no tienen una correlación con los ingresos obtenidos (probablemente en su mayoría generados por la Selección Adulta). Sólo para los períodos 2015 al 2017, se conocen los ingresos de la “Selección Nacional Adulta” de manera segmentada. Para 2018 no están disponibles los reportes financieros y desde 2019, los ingresos se dividen en ítems como recaudación, vestuario deportivo, publicidad entre otros, sin distinguir el origen de los ingresos.

PUBLICIDAD

Haga usted mismo la proyección, pues de aquí a 2030 son otros cuatro años de gastos millonarios, que según el promedio de los últimos años, prevén un gasto anual de 10 mil millones de pesos, recursos que sólo van a agrandar el despilfarro.

La Generación Dorada estrujada en lugar de privilegiar la inversión

Un análisis de los datos económicos revela una correlación evidente: los ejercicios con los niveles de gasto más elevados (2015 y 2016) coincidieron exactamente con los años en los que la Selección Nacional generó sus máximos ingresos, impulsados por la obtención de las copas América.

PUBLICIDAD

Esta sincronía alimenta una crítica que, lejos de ser una mera percepción subjetiva, encuentra un respaldo contundente en las cifras. La evidencia indica que, en el pináculo del éxito deportivo y financiero, durante la gestión no se realizaron inversiones estratégicas de largo plazo para asegurar la sostenibilidad del proyecto de Selecciones nacionales. En su lugar, se optó por un modelo de administración que consumió la gran mayoría de la bonanza en gasto operativo inmediato.

Una década después, la consecuencia de esa miopía financiera es palpable: carencia de solvencia y de un colchón económico necesarios para afrontar ciclos deportivos menos exitosos, desaprovechando una oportunidad histórica.

Chile versus UruguayLa Selección cerró el ciclo eliminatorio con un déficit en todo tipo de cifras: deportivas y financieras.

El problema de fondo: una actividad secuestrada

Aquí no estamos hablando simplemente de mala fortuna, ni de una “generación perdida” que por sí sola no pueda rendir a nivel internacional.

El núcleo del problema radica en un modelo de negocio que ha sido secuestrado por los mismos actores de siempre, aquellos que controlan los recursos, las decisiones y, en definitiva, el rumbo del fútbol nacional.

Los clubes chilenos, que son el reflejo posterior en la Selección Nacional, han transformado el fútbol en un negocio exclusivamente centrado en intereses económicos, muchas veces dejando de lado la planificación deportiva y la inversión en talento genuino.

Desde la última gran modificación al sistema, que fue la transformación en Sociedades Anónimas Deportivas, las expectativas de una modernización y profesionalización del fútbol quedaron truncadas. En teoría, estos cambios buscaban atraer inversiones y mejorar la competitividad del fútbol local, pero en la práctica, no han generado los resultados prometidos. Al contrario, han contribuido a fortalecer un modelo que ha provocado un detrimento de una gestión deportiva eficiente, de una formación de jugadores de calidad y de la planificación a largo plazo.

El resultado no puede ser otro: un equipo nacional que muestra un rendimiento pobre, muy lejos de la alta competencia, donde el sentimiento es común: todos avanzan en el continente, menos nuestra Selección.

PUBLICIDAD