
El receso de Fiestas Patrias y el Mundial Sub 20 sorprende a O’Higgins de Rancagua en el segundo lugar de la tabla de posiciones, con 41 puntos. Espera que Universidad de Chile y Universidad Católica se pongan al día para saber cuál será su lugar real. Un panorama radicalmente diferente al de la temporada anterior, cuando en la segunda rueda se fue en caída libre y zafó del descenso por diferencia de goles.
Los incidentes en las tribunas del estadio El Teniente, el mediodía en que cayeron ante Cobreloa, marcaron la jornada final del campeonato. En 2023, la historia no fue muy diferente. Los celestes concluyeron undécimos, con 34 puntos, seis más que el descendido Magallanes. En ambas campañas, el registro en casa fue lamentable: apenas cinco victorias en dos años, que incluyen sendos triunfos sobre Colo Colo.
¿Qué pasó en menos de 12 meses para modificar el rumbo y pensar en la Copa Libertadores? Difícil entenderlo, más aún con la incertidumbre de varios meses por el cambio en la propiedad del club (la familia Abumohor vendió a un grupo mexicano-argentino) y la obligación de ejercer la condición de local en San Fernando, debido a los arreglos al campo de El Teniente por el Mundial Sub 20.
A primera vista se aprecia la mano técnica de Francisco Meneghini. Formado en Chile, conoce de memoria la idiosincrasia del futbolista nacional, pero también sabe lo que calza el grueso de los jugadores locales. Si sumamos que encontró unas divisiones inferiores potentes, dirigidas por Fernando Vergara, capaces de proyectar valores capacitados para el profesionalismo, comprendemos las razones de una campaña pareja.
Los buenos resultados se construyen por detalles. ‘Paqui’ no dudó en desplazar a Joaquín Montecinos, quien pidió no jugar a la espera de una eventual llamada de Colo Colo al comienzo de la segunda rueda. Esos mensajes caen bien en los planteles, porque el compromiso con la institución y el grupo es fundamental. Un segundo aspecto fue la elección de los refuerzos para los pleitos de revancha, cuando se hizo cargo el Grupo Caliente de México y el empresario de futbolistas Cristián Bragarnik.
Una prueba concluyente de las ventajas comparativas que tienen estas sociedades, con relación a los clubes cuyos dueños no están en el negocio de la representación, es que trajeron a Maximiliano Romero. Sin duda el extranjero de mayores pergaminos de nuestro medio. Luego de una larga lesión en Argentinos Juniors, vino a Rancagua para retomar su carrera. Lo más probable es que a la antigua administración les hubiese costado el doble.
Romero se inició en Vélez Sarsfield, lo vendieron al PSV Eindhoven, donde jugó Champions League y Europa League antes de volver a Racing de Avellaneda y pasar a Argentinos Juniors. Con 26 años y 40 goles en un nivel superior, de inmediato mostró en O’Higgins su alcurnia. En siete partidos anotó cinco goles, avalados por el funcionamiento del cuadro de Meneghini.
No fue lo único. En el arco se afianzó a Omar Carabalí, mientras que en la zaga el zurdo argentino Juan Ignacio Díaz tomó el liderazgo del fondo. Lo acompañan Alan Robledo o Nicolás Garrido, con Moisés González y Luis Pavez Muñoz, como eficientes laterales. El mediocampista central Matías Lugo es otro de los aciertos celestes. El argentino lidera la presión de una escuadra agresiva, que después de Universidad de Chile, es la segunda que más y mejor atora, de acuerdo con las estadísticas de Wyscout.
En la gestación destaca la zurda de Juan Leiva, aunque en la segunda rueda Meneghini recuperó al trasandino Martín Sarrafiore. También con la pierna izquierda predominante, el ex Independiente otorgó cambió de ritmo y precisión, formando una buena dupla con el regular Brayan Rabello. De esta manera, O’Higgins es un elenco ligero, agresivo, que sale rápido y encontró en Romero al goleador que requería.
Otro detalle es el zurdo Rodrigo Godoy, nominado a la Selección Sub 20, que se transformó en el Sub 21 con más minutos en Primera División. Juega porque se lo ganó, no por la regla. El argentino Francisco González tampoco desentona, mientras que Joaquín Tapia volvió de una larga y grave lesión para desequilibrar por la derecha.
Desde lo numérico, el planteo base de O’Higgins es un 4-2-3-1, aunque en ocasiones optó por un 4-1-4-1. Lleva 11 victorias, ocho empates, cuatro derrotas, con 29 goles a favor y 26 en contra. Su distribución de goles registra 11 tantos en el primer tiempo, 18 en el complemento, con 9 conquistas entre los 76 y 90 minutos, su intervalo más productivo. El 17% de sus goles es de remates de larga distancia, 3 por ciento de contrataque, 21 por ciento de balones detenidos y un 7 por ciento de pelotas muertas o penales. Un aspecto para considerar: le hicieron 17 goles en el segundo lapso, nueve de ellos en el cuarto de hora final. Es decir, en el tramo decisivo, O’Higgins se para en el medio del ring y a veces cambia golpe por golpe.
En la recta definitiva veremos cómo se acomoda un equipo que, en silencio, usando solo una vez El Teniente, da la pelea y está muy cerca de volver a los torneos internacionales.