
La primera conclusión que nos deja el Mundial Sub 20, antes de cualquier análisis deportivo, es que la gente quiere ir al fútbol. Buenas concurrencias en la fase inicial, con el Estadio Nacional casi lleno en los partidos de Chile. Hasta el cierre de esta columna asistieron 155 mil personas, mientras que hay más de 355 mil entradas vendidas. Para la final no quedan boletos y apenas se ratificó la clasificación del equipo de Nicolás Córdova a octavos de final, volaron los tickets del martes en el ‘Elías Figueroa’.
Muy lejos del clima que apreciamos semana a semana, donde las barras bravas imponen los términos a las autoridades políticas, Carabineros e hinchas. Todos subordinados a los designios de los violentistas, al amparo de algunos profesionales de las ciencias sociales, que romantizan las conductas de estos inadaptados.
Un punto de partida en la tarea de reconstruir el fútbol nacional, que necesita retomar la normalidad extraviada. No ayuda el incidente protagonizado por el presidente de la ANFP, Pablo Milad, la tarde del jueves en Rancagua. Es necesaria una explicación coherente sobre si hubo o no abuso de poder con una funcionaria encargada del acceso a los estacionamientos VIP en El Teniente.
El silencio del timonel de Quilín, acaso por sugerencia de la gerencia de comunicaciones de la ANFP o de sus asesores comunicacionales externos, es una pésima señal. Esa dualidad ya es un despropósito. ¿Los clubes están enterados o se hacen los desentendidos por un temor atávico, que nace de prácticas abyectas que conocimos en el pasado? La gestión de Sergio Elías Jadue Jadue, con sus confesiones en el podcast “Campeones, no finalistas”, nos dejó en claro que, si tenía que “meter mano”, no se ponía colorado. Lo supo Everton, bajo la presidencia de Antonio Bloise, y Antofagasta, cuando lo dirigía Gustavo Huerta.
Los dirigentes del Consejo de Presidentes que creen en el fútbol chileno, que les interesa su destino, están obligados a levantar la voz. El grueso critica, la mayoría dice que la administración del dúo dinámico del Maule no da para más, pero no abren la boca. Temen arbitrajes perjudiciales o que no los “ayuden” cuando hacen una petición.
No vean fantasmas. Los jueces van a seguir dirigiendo bien, regular o mal. El VAR, pero sobre todo la televisación de todos los partidos, impide maniobras oscuras. La emisión de los pleitos otorga un grado natural de transparencia. A mayor abundamiento, en la lógica patronal que impera en la ANFP, Milad y Jorge Yunge, que no tienen propiedad declarada en los clubes, deberían atender los cuestionamientos de los dueños, que en rigor son sus jefes.
Resulta inaudito que luego de dos meses del denominado “Cónclave de Reñaca”, no haya habido una palabra o información oficial a las instituciones sobre la aplicación del fallo que perdieron frente a TNT Sports. Ni hablar de una citación al Consejo de Presidentes, la instancia resolutiva de la ANFP. Como los rumores son permanentes, en estos días se escucha que habrá una “invitación a una licitación privada” por los derechos de la Selección Chilena en las próximas eliminatorias mundialistas. Un proceso que aún no se sabe cómo se disputará. De ser así, no corresponde. El directorio cesa su mandato en noviembre del próximo año y una decisión de esta naturaleza, fuente principal de recursos para la Federación, no puede estar en manos de una mesa que ha demostrado su incapacidad.
Mientras tanto se desarrolla el Mundial Sub 20, que responde a la tradición organizativa del país. Los funcionarios de Quilín conocen su trabajo. En la cancha, el cuadro de Nicolás Córdova resume las carencias futbolísticas que nos tienen en el fondo de Sudamérica.
La Sub 20 pasó a octavos de final gracias al Fair Play, sin ofrecer un funcionamiento confiable, con bajos rendimientos individuales, pero, ante todo, con una enorme incapacidad ofensiva. Tal como en el combinado adulto, la ausencia de gol es palmaria. No se dispone de artilleros ni de delanteros confiables. Habrá que agregar que esta generación es una de las que sufrió con mayor fuerza los efectos del estallido social y la pandemia. Algo que se anunció en su momento y que el tiempo se encargó de explicitar.
Veremos qué pasa el martes. Chile juega por los octavos de final y más allá de conseguir el boleto a cuartos, es necesario mejorar la imagen.