“Sus métricas son distintas a la mías”, encaró Nicolás Córdova, siempre de manera muy educada, a los reporteros que siguen a la Selección Sub 20 en Pinto Durán antes del partido con Egipto. El entrenador, armado con un caudal infinito de datos sobre sus jugadores, intentó explicar a los muchachos de la prensa que la información que maneja es de un detalle y complejidad que no podía entrar en el mismo terreno de ellos a la hora de discutir sobre el rendimiento del equipo.
Juan Pinto Durán siempre ha sido un lugar de paranoias. Hay que reconocerlo. Córdova ha derivado en su relación con la prensa en una especie de “rulo Santibáñez”, esto es, ante la evidencia de los malos resultados debe resaltar su posición de hombre de fútbol, con experiencia, trayectoria, metodología, estudios y conocimientos. Si el fallecido Luis Santibáñez defendía su condición de “conocedor” desde el agravio y la prepotencia, Córdova intenta direccionarla desde el lenguaje técnico, los números duros, la hoy llamada “metadata”.
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En el fútbol hay muchos estilos de entrenadores, pero resaltan cuatro: a) los que son buenos de lunes a sábado, con entrenamientos rigurosos, disciplina y análisis, pero el domingo se nublan y no saben cómo resolver un partido; b) los que de lunes a sábado hacen pichangas y fútbol tenis, juegan cacho y dominó, pero el día del partido con un solo golpe de vista entienden lo que pasa en la cancha; c) los que son buenos de lunes a domingo, entrenan bien, resuelven y ganan y d) los que son vagos en la semana y el domingo no saben qué carajo hacer (y pierden).
Digamos que Nicolás Córdova es del tipo “a”, Nelson Acosta es un tipo “b”, Mirko Jozic o Jorge Sampaoli son un tipo “c”, y el tipo “d” dejémoslo ahí, hay muchos.
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El fútbol es injusto, hay demasiados factores en juego y la traducción del conocimiento y el trabajo a rendimiento en la cancha es muy complicada. Se puede tener todo muy analizado, los mapas de calor estudiados, todas las variables de un jugador en el disco duro, todas las posibilidades previstas en la pizarra... pero en el minuto 90 tu defensor regala una falta ingenua y te la clavan en el ángulo de tiro libre.
“El fútbol es un estado de ánimo” decía el fallecido César Luis Menotti. Al final, las variables son tan leves y complejas, que no hay métricas que salven un equipo que regala penales, se pierde goles cantados y se desconcentra en momentos cruciales. No hay software para eso, Nico.