
Con sinceridad, creo que nadie pensó que la Selección Nacional jugaría alguna vez en el estadio Bicentenario de La Florida. Más aún frente a Perú, en el clásico del Pacífico, un partido que siempre ofrece una carga emotiva por la historia de ambos países.
El peso de la noche nos dice que en estos días aciagos del fútbol chileno todo es posible. Como jugar en una fecha FIFA en casa, mientras se desarrolla el Mundial Sub 20 en el Estadio Nacional, Valparaíso, Rancagua y Talca. El guion siempre se queda corto. Lo que parecía la reiteración del tobogán de frustraciones en el que se transformó la Roja el último quinquenio se quebró gracias a un gol en el cuarto minuto de adición.
Chile venció 2-1 a Perú en su cotejo 833. Una jornada que se instalará en el registro de los estadísticos, porque es muy posible que sea la con menos asistencia de su historia. Con un cuerpo técnico interino, el equipo fue dirigido por Sebastián Miranda, primer asistente de Nicolás Córdova, entrenador de la Sub 20 en el Mundial de la categoría.
El golpe de vista nos dice que entre cinco y seis mil personas fueron a ver la Selección Chilena. Un público familiar que enmudeció con la maniobra del lateral izquierdo César Inga en el minuto 40, que se sacó con facilidad a Fabián Hormazábal y superó a Lawrence Vigouroux con un derechazo que se alojó en el segundo palo.
Chile dispuso de cinco ocasiones, pero no concretó. Una tendencia. El rival, en su segunda aparición ofensiva, anunciaba lo que podía ser un hecho político casi inmanejable para el directorio de Pablo Milad, sobre todo después de la entrevista en The Clinic, en la que mostró una particular e irreal visión de la actividad.
Ben Brereton, que jugó de centrodelantero, capitalizó un centro rasante de Vicente Pizarro. El ariete del Derby County rompió el hielo. La gente festejó el primer tanto de la Selección en seis partidos. Antes tuvo un toque en el vertical del portero Diego Enríquez, generando esos murmullos de ansiedad, que en estos tiempos de miseria se escuchan más fuerte.
Chile merecía la victoria, a pesar de los ripios que ofreció en el retroceso cada vez que Perú recuperó la pelota. Joao Grimaldo hizo daño en la derecha, pero por lo general, él y sus compañeros no aprovecharon los espacios que se generaron cuando el cuadro de Miranda perdía la pelota. El gol de Maximiliano Gutiérrez (rebote en Luis Lazo), después de una acción de Gonzalo Tapia, fue una sensación de alivio. Luego de tantas malas, de tantas miserias, aunque sea en un amistoso, ganar es un bálsamo.
En noviembre volveremos a encontrarnos con Perú. Será en Sochi, Rusia, en estos cotejos surrealistas que ofrece la agenda de la Selección Nacional. Se jugará en medio del Mundial Sub 17, donde esperamos que el equipo dirigido por Miranda reitere lo que ofreció en el Sudamericano. Es muy raro el escenario que atravesamos. Es un retroceso brutal a momentos que pensábamos estaban para el anecdotario o el café de los memoriosos futboleros rememorando los sinsabores de la Roja.
El directorio que encabeza Pablo Milad y su compañero de ruta, Jorge Yunge, nos recuerda que la degradación de las instituciones del fútbol chileno, partiendo por la Selección, siempre encontrarán un espacio en su impresentable administración.
La noche del 10 de octubre de 2010 quedará en la bitácora. Chile ganó a Perú 2-1 en La Florida, en una de las jornadas más tristes y desalentadoras de las que tengamos memoria.