No me sumaré al vocerío decapitador contra Nicolás Córdova. Ya se ha descabezado a suficiente gente en el fútbol. Y el resultado, con la Selección Nacional, está visto. No era la cabeza técnica la que funcionó mal en el proceso hacia el próximo Mundial (Reinaldo Rueda, Martín Lasarte, Eduardo Berizzo) y el único que se fue con la cabeza sobre los hombros fue el único merecedor de perderla (Gareca). No era la cabeza técnica, entonces. Ni lo ha sido Córdova ahora. Esta Sub 20 mundialista, dirigida por Manuel Pellegrini, posiblemente habría obtenido el mismo resultado. O peor, ¿por qué no?

Todos sabemos cuál es el cráneo sin cerebro que hay que cambiar. No le diré cuál porque usted ya lo sabe.

En mi última columna (mejor digo “la anterior”, por siaca) se detalló la actuación chilena en los seis Mundiales juveniles que sumaba hasta entonces y el aporte de ellas a la Adulta. Quedaba claro que, en general, ese aporte había sido históricamente escaso. Hoy le agrego más, también ha sido escaso el de los juveniles de los clubes a sus primeros equipos. No tengo cifras a la mano, pero tengo en el recuerdo un reportaje de la vieja y querida revista Estadio que señalaba el limitado acceso de los juveniles (cuarta especial e inferiores) de los clubes a la Primera División. De la actual ya han sido promovidos dos para el plantel citado contra Perú.

Sabemos todos, además, que en la organización de estos días el fútbol joven no ocupa un lugar preponderante. Al contrario, va a la cola de los intereses directivos. No deja de ser una curiosidad que suceda lo mismo a nivel nacional con la educación, pues a pesar de todas las advertencias de estudios mundiales, se insiste en facilitar recursos para la educación superior, en desmedro de la inicial, que es la que debería ser atendida preferencialmente. Sabemos que esto último se debe a que los universitarios votan en las elecciones y los niños no. Y en el caso del fútbol es porque los que mandan están sólo atentos a los jugadores que son “material vendible”. Vergüenza.

No es curioso. Es comercial.

¿Es lo comercial lo más importante en la organización futbolística? Obviamente no, salvo que los organizadores estén en el asunto por negocio. Y lo están. El primer representante de jugadores en Chile fue Samuel Rattinoff, hincha de la Católica que viajó con los cruzados en sus viajes al extremo sur y se entretenía vendiendo las entradas para los partidos del equipo viajero. Fue su comienzo y llegó a ser un viajero sudamericano de alto vuelo, con relación con Casildo Osés, un importante representante argentino, también de los años ’40, ’50, ’60.

En fin, los representantes son importantes para el rodaje del fútbol profesional, pero siempre que no ocupen los puestos dirigenciales máximos para el desarrollo del fútbol. Es lo que ocurre hoy.

En fin, que son muchas las cosas que se deben reparar antes de llegar a la banca de nuestras Selecciones.

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