La operación está montada. Pablo Milad renuncia a la presidencia de la Federación de Fútbol de Chile, pero no a la ANFP. Cumple su periodo al mando del fútbol profesional, mientras se terminan de cocinar los nuevos estatutos de la entidad afiliada a la FIFA, poseedora de la representación internacional.
El objetivo es tenerlos listos antes de que se promulgue la reforma a la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que transformará a la ANFP en una sociedad anónima, cuyos dueños serán los 32 clubes que forman la Primera División y Primera B.
La jugada lleva un agregado: la designación de Jorge Yunge, secretario general, como presidente de la Federación. Todo en las mismas manos, sin ninguna opción de modificar el destino de la actividad, sumida en la mayor crisis de su historia. Un diseño que requiere el concurso de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur (ANFA), la otra orgánica que conforma la Federación. Los dirigentes de la institución con asiento en la calle Sazié 2351 saben que sin ellos no hay posibilidad de modificar el actual sistema jurídico. Sus pares de la ANFP pueden forzar e implementar el cambio, pero quedarían muy mal parados. Por ejemplo, el tesorero de la Federación es un cargo que ostenta la ANFA. Él autoriza los movimientos de la cuenta corriente.
La tarde del jueves hubo una reunión en la ANFP para revisar los avances en la modificación estatutaria. Si Milad y Yunge pretendían pasar la máquina se encontraron con unos interlocutores que poseen independencia económica, personal e institucional. Justo Álvarez, presidente de la ANFA, fue claro en la entrevista a “Los Tenores de ADN”. El directivo serenense afirmó que él y sus pares no quieren pasar a la historia “por vender a la ANFA”. Álvarez suele decir que en su momento su organización perdió mucho poder por un puesto en la Conmebol y el carné para ingresar gratis a los partidos del fútbol profesional.
En la entrevista con el periodista Eduardo Figueroa, Álvarez planteó varios puntos, que por ahora complican el entramado diseñado por la mesa de Quilín y sus asesores jurídicos. De entrada, no les gustó que ni siquiera les avisaran quiénes formarían las comisiones de la FIFA en representación del fútbol chileno. Lo sintieron como una falta de respeto, porque además no conocen a por lo menos dos de las personas designadas.
En la nota en cuestión, Álvarez fue concluyente: la elección del directorio de la Federación tiene que ser por lista, no a dedo en cargos específicos. De esta manera, el presidente de la ANFP y la mesa pierden mucho poder. Otro aspecto relevante es que al consejo de la Federación y al directorio se integrarían el SIFUP, la ANJUFF, en representación del fútbol femenino, los entrenadores y los árbitros.
Un factor trascendente es el futuro de la Segunda División profesional, un engendro de la administración de Sergio Elías Jadue Jadue, cuyos clubes agonizan, porque entre otras cosas, no disponen de voz ni voto, pero están sometidos a condiciones que rozan el trato leonino.
La ANFP sueña con que la ANFA reciba a los clubes de la Segunda División profesional, sumándose a la Tercera División A. Justo Álvarez puso una condición mínima para iniciar las conversaciones: la existencia de dos ascensos a la Primera B y dos descensos. Casi imposible de ser aceptados por los clubes del Consejo de Presidentes. Un ascenso y una promoción es una salida.
Una moción interesante de la ANFA es el traspaso del cuerpo de árbitros y los Tribunales de disciplina a la Federación. Una propuesta sensata y de sentido común, luego de la transformación de los clubes en sociedades anónimas, cuando sus dirigentes pasaron a ser propietarios y, por lo tanto, los dueños del organismo que regula el profesionalismo. La batalla recién comienza, pero está claro que a Milad y Yunge les costará dejar todo atado y bien atado.