
El 11 de marzo de 2026 Gabriel Boric dejará la Presidencia de la República. Como ocurre con todos los mandatarios, en los seis meses finales se intenta encontrar un relato y apuntar a un legado. El deporte no suele estar presente en estos balances, aunque la historia muestra que es una excelente herramienta para quedar en la memoria.
El mejor ejemplo es el de Arturo Alessandri Palma, el artífice del Estadio Nacional. La Constitución de 1925 y el coloso de Ñuñoa aparecen de inmediato en su registro. Para su hijo, Jorge Alessandri Rodríguez, el Mundial de 1962 es un ícono imperecedero. La epopeya de un país, que dos años después del mayor terremoto del que se tenga registro fue capaz de organizar la VII Copa del Mundo, no perece.
En 2008, Michelle Bachelet, atribulada por los enredos del caso Chiledeportes, aprobó organizar el Mundial Sub 20 femenino. Los estadios de Coquimbo, La Florida, Chillán y Temuco se reconstruyeron en tiempo récord y le cambiaron la cara al fútbol local. Un punto de quiebre para la administración de la primera mujer en calzarse la banda presidencial.
No sabemos si estos antecedentes los recogen el gobierno y los asesores de Gabriel Boric, pero cuando el puntarenense abandone palacio, su hoja de ruta marcará dos hechos fundamentales. El primero son los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Al comenzar su gestión, el 11 de marzo de 2022, casi como una caricatura, en las oficinas del Ministerio del Deporte se nos dijo que ni siquiera había planos de los recintos a construir en el Parque Estadio Nacional.
Hubo dudas sobre si Chile cumpliría el compromiso, pero la aventura tuvo un final feliz. El Estado respondió -como siempre que enfrentó un desafío organizacional de envergadura-, la gente repletó los estadios, gimnasios y demás recintos. Fueron tres semanas de ensueño, con los Paralímpicos como corolario. Gabriel Boric fue el Presidente de ese megaevento y lo disfrutó su popularidad.
La semana pasada, el final del Mundial Sub 20 masculino, con casi 600 mil personas en Santiago, Valparaíso, Rancagua y Talca, nos dejó en claro que el deporte y el fútbol en particular poseen un magnetismo único. La gente lo atesora, eleva la infraestructura y los mandatarios gozan de ese momento. A diferencia de los otros Presidentes que quedaron en la memoria por sus decisiones en esta materia, Boric es un hincha del fútbol y aficionado a los deportes.
Cuando se mencionan la jornada de 40 horas, la reforma previsional y la vacunación contra el virus sincicial, que este año permitió que no hubiera niños fallecidos por esta enfermedad, como hitos de su periodo, habrá que agregar a los Panamericanos y el Mundial. Su administración, con Jaime Pizarro como ministro de la cartera, sacó las tareas con réditos.
La deuda, como en todos los gobiernos desde el retorno de la democracia, está en el control de la violencia en los estadios. El mensaje de los Panamericanos y el Mundial Sub 20 es que existe un público gigantesco con ganas de ir a las canchas, de disfrutar de espectáculos de buena calidad y, ante todo, de encontrar un espacio para la entretención. El contraste entre el torneo de la FIFA y los partidos del campeonato local, e incluso de la Copa Libertadores, por la presencia de los barristas de los clubes grandes, es lapidario.
Hallar una fórmula, intentar en un esfuerzo postrero la recuperación de las tribunas para la gente normal, ávida de un momento de ocio, es una tarea imperativa. Lo he repetido muchas veces: partamos por el papel de antecedentes para comprar un boleto y el control biométrico como siguiente estación.
Aunque muchos centros de estudio y algunos intelectuales no lo consideren, el deporte y el fútbol en particular, cuando se piensa en grande, lo habitual es que generen un balance positivo.







