
No hubo caso y Santiago Morning perdió todas sus disputas y todos los puntos implicados. Así es que ha partido, con pena y sin gloria, desde la Primera B a la Segunda División. Cuando empezaron a “despuntarlo”, el Chago tenía 35 puntos.
La primera poda vino del TAS, el tribunal deportivo planetario, que rechazó la apelación “bohemia” que reclamaba la resta de 9 puntos que le había impuesto el Tribunal de Disciplina de la ANFP por deudas previsionales impagas de 2024. Con eso, ya estaba descendido, pero faltaba algo y sucedió cuando Esteban Paredes apareció en la banca dando instrucciones en los partidos contra Cobreloa y Magallanes, clubes que reclamaron: otros 6 puntos restados. No hubo denuncias contra el ex goleador histórico por andar joteando a una compañera del reality en que está participando (Fiebre de Baile), aunque recibió una recomendación de doña Raquel Argandoña.
Muchos reclamos, recomendaciones, rechazos y puntos perdidos. Demasiado. Todo en los últimos días de octubre. El club de Recoleta (hace poco fotografié el muro con su insignia en esa calle, frente a la Clínica Dávila), ha sufrido otros momentos duros en su historia y también hermosos, como cuando fue campeón de Primera División en 1942.
¿Soportará esta nueva experiencia? Otros clubes clásicos no la han tolerado y han desaparecido. No sabemos si el Chago tendrá la base societaria suficiente como para sufrir con entereza el golpe. Que los haya sufrido estoicamente en el pasado no asegura que pueda hacerlo ahora. Sus bases parecen antiguas y desgastadas.
Santiago Morning es producto de varias fusiones. Su raíz está en el 16 de octubre de 1903, cuando nace el Santiago Football Club, fundado en Recoleta. Pocos años más tarde, en 1907, se funda el Morning Star, que inicialmente se llamó Small Chile Football Club. Y en 1936 se fusionan el Morning Star, y el Santiago FC. Y ahí comienza la historia del club que acaba de descender.
Es el Morning Star el que le dio el carácter de fundador del profesionalismo, pues fue uno de los protagonistas del primer campeonato profesional chileno, que en mayo de 1933 jugaron el Campeonato de Apertura Nacional, con Unión Española, Colo Colo, Bádminton, Audax Italiano, Green Gross, Morning Star, Magallanes y Santiago Nacional.
Pero el gran año fue 1942.
Ya en la temporada anterior había hecho una gran campaña (segundo, tras el invicto Colo Colo del fútbol de marcación de Francisco Platko), y se esperaba que repitiera. Hizo más que eso: fue campeón. Campeonato estrecho, definido en el último partido, pero con un justo campeón. Resultó lo que anticipaba un periodista: “Las divisiones inferiores del Santiago se aprestan este año para dar sus sorpresas”.
La mayoría de sus jugadores (al menos 5 de ellos, que hacían la columna vertebral del equipo) eran formados en casa. Y sumaban otra particularidad: la participación en el plantel de muchos jugadores de provincia.
De todo el plantel, el más conocido era Raúl Toro, el goleador frío y cerebral, scorer de un Sudamericano (1937), pero él en este torneo sólo jugó 8 partidos y marcó 4 goles. Además, fue multado con un mes de sueldo “por no presentarse a los entrenamientos y a los partidos que ha realizado el cuadro de honor”. Era “tincado” el goleador.
En el club, de todos modos, había una gran familiaridad, originada en la larga permanencia de muchos el plantel. Incluso Salvador Nocetti, nacido en Argentina y avecindado para siempre en Chile, una de sus grandes figuras, ya era jugador del Santiago antes de la fusión. Además, tuvo la fortuna el campeón de no sufrir mucho por ausencias y ocupó sólo 17 jugadores. Tuvo un gran arquero en William Marín y al goleador del torneo: Domingo Romo, con 18 goles.
Era una buena época para los bohemios, así llamados los hinchas del campeón de 1942, entre los que se contaban numerosos artistas (pintores, escritores, actores, músicos, según la versión más aceptada) que se reunían en encuentros que se adentraban en la madrugada santiaguina. Más tarde, apagada la bohemia, comenzó el declive de la institución, que en los años ’50 se salvó de la extinción gracias a que su dirección la tomó el gremio de los dueños de autobuses. Desde entonces serían el club “autobusero”. Y también dejarían de ser “recoletanos” al comenzar el peregrinaje de su sede.
En esos mismos ’50 comienzan los malos años competitivos y empieza su subir y bajar de categoría, lo que lo llevaría incluso a la Tercera División, aunque su permanencia más estable estuvo en la Primera B y Segunda División. Pero el club resiste y sobrevive. ¿Hasta cuándo? Son muchos los que han desaparecido en el camino. Tal vez “el Chago” logre torcerle la mano al destino. Y si no, ahí están sus alineaciones femeninas. Las “chaguitas” siempre sacan la cara.







