En alguna liga con algo de normalidad el reclamo de Iquique y Unión Española de salvar la categoría apelando a un reglamento del 2005 sería desechado sin trámite. Pero como la ANFP no tiene por costumbre ser normal sino todo lo contrario, lo que parece un manotazo de ahogado por parte de dos clubes que descendieron sin apelación, se transforma en una opereta. Son tantos los intereses creados, las pequeñas mezquindades, las alianzas oscuras y opacas traiciones que cruzan la actividad, que esta última mise en scene de la temporada 2025 podría traer problemas, aunque la lógica indique lo contrario.

Primero y principal es que en las ligas adscritas a la ANFP se malacostumbró a definir ascensos y descensos en el escritorio. De la B a la Segunda Profesional la norma en los últimos años ha sido que las planillas de sueldos, los pagos en Impuestos Internos y las cotizaciones en las AFP determinen incluso, como ocurrió con Deportes Concepción y Melipilla el 2024, el campeón una división.

Con esos antecedentes los abogados de Unión Española y Deportes Iquique tienen material de sobra para levantar un caso ante la justicia ordinaria. Más si desde la ANFP el argumento jurídico es que la norma a la que apelan ambos clubes, que los descensos sean un promedio de los últimos tres campeonatos, está “tácitamente derogada”. Esto es lo que salió en un informe interno que en Quilín mandaron a elaborar a un grupo de especialistas. Después de leer tanto el reglamento como las bases, lo más jugoso que pudieron rescatar es un concepto tan interpretable como ese de “norma tácitamente derogada”.

En definitiva, como se ha visto en Chile en los últimos años y sobre todo en los líos judiciales que afectan al mundo corporativo, no es tan importante lo que diga la ley ni la interpretación del espíritu de la ley, sino quien tiene los mejores abogados. Y aquí me parece que la ANFP, sin un peso, corre con desventaja contra Unión Española e Iquique. Un picapleitos hábil que sea parte de un estudio jurídico de peso puede embarrarle la cancha a la ANFP hasta el infinito. Y acá hay una pieza clave con nombre y apellido como ya fue mencionado: Jorge Segovia. Al dueño del cuadro hispano el reglamento de la ANFP le impidió asumir la presidencia de la corporación el 2011 por un conflicto de interés consignado en uno de sus artículos. Quince años más tarde, el polémico empresario tiene la posibilidad de cobrarse revancha utilizando el mismo reglamento. Y nunca hay que desdeñar a un tipo humillado con ganas de devolver la mano.

Otro flanco que debe complicar a Pablo Milad en esta historia son los mismos integrantes del Consejo de Presidentes. Como ya dijimos en el párrafo inicial, es de toda lógica decir que el reclamo de Unión e Iquique es casi un absurdo y debería ser repudiado por la gran mayoría de los dirigentes. Pero esto no ha ocurrido con la fuerza esperada. ¿Por qué? Porque hay tantos con ganas de derribar a Milad de su puesto, que una abolladura más en su maltratada carrocería es bien recibida. A esta altura del fútbol chileno se puede esperar cualquier cosa. Pero ninguna buena.

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