De las cosas más injustas y deleznables en la órbita de la ANFP, en una actividad que ha optado por norma ser abusiva, es el cobro de derechos de formación con los cuales los clubes someten a ex jugadores cadetes y esquilman a los equipos de Segunda Profesional. Los números son tan desquiciados que parecen irreales; así mismo, la cantidad de jugadores que no pueden ejercer su profesión, se cuenta por cientos.
Colo Colo, a saber, tiene demandado a Provincial Osorno por más de 200.000 dólares -leyó bien- por un ex cadete que la ventura puso en el cuadro lechero en la temporada 2023. De la misma manera, fue favorecido con un fallo del muy amable con el poder Tribunal de Asuntos Patrimoniales, que obliga a Real San Joaquín a pagar 35.000 por un muchacho que hizo sus inferiores en Pedrero y que el destino mandó a la Segunda Profesional. Peor le fue a Rengo, que debe pagarle a Audax Italiano 118.000 dólares por otro ex cadete formado en La Florida.
Son tres ejemplos, pero esta maquinaria de abuso se extiende por centenares de casos. La norma en Chile es demente, casi esclavista. La ANFP hizo un cálculo de que cada año en series cadetes equivalen a 30.000 dólares de gasto. Por lo tanto, si un muchacho es contratado por un equipo de Segunda Profesional y estuvo ocho años haciendo inferiores en un club de Primera o Ascenso, debe pagar 240.000 dólares por derechos de formación. Señalemos que en Perú son 500 dólares por año y en Argentina, cerca de 700.
Además, hay un estudio de abogados, el de Javier Gasman, especializado en detectar los casos y efectuar la cobranza. Por ejemplo, alguien les sopla desde la ANFP, qué duda cabe, que hay un ex cadete jugando en Linares y caen de cabeza a recaudar los miles de dólares por derechos de formación. Y si no pagan al contado, amenazan con ir al Tribunal de Penalidades y quitar tres puntos por semana (caso verídico y con pruebas).
Una maquinaria de abuso que funciona con el patrocinio, y seguramente el entusiasmo, de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional. Y parece que del Sifup también, porque jamás se han pronunciado sobre este escándalo, pese a que son cientos los jugadores afectados. ¿Qué pasa Lucho Marín? ¿También cobran porcentaje de derechos de formación en el sindicato?
Porque no sólo es injusto que les cobren derechos de formación usureros a los equipos de la agonizante tercera categoría del fútbol chileno, también es que los propios jugadores estén amarrados a sus antiguos clubes y nunca puedan tener autonomía en su profesión y en sus vidas. Estamos hablando que a futbolistas que cobran 500 y 600 lucas mensuales se les niega la libertad de acción, a menos que paguen cientos de miles de dólares. Hombres que fueron descartados por sus clubes matrices hace años, pero que siguen encadenados por un reglamento al borde de la esclavitud.
Un porcentaje muy grande debe irse a jugar a la Tercera A y Tercera B, pagados en negro y sin posibilidades de hacerlo profesionalmente, como se debe. Cientos de ex cadetes condenados al amateurismo marrón, como en la década del ’30 del siglo pasado. ¿No hay un mínimo de decencia en el fútbol chileno? ¿Cuánto más se puede degradar esta actividad? ¿Cuánto se puede exprimir la pelota hasta que no quede más que polvo? Fuimos últimos en las eliminatorias para el Mundial 2026, pero en cuanto a las malas prácticas, seguro que la ANFP y la pandilla del Consejo de Presidentes ganan la Copa del Mundo por goleada.